Silencio del Corazón. - [Completa✓]

Capítulo 5

Ashlee:

Noah, era un nombre bonito y se escuchaba agradable. Me gustaba cómo salía fácilmente ese nombre de la boca de Charlotte, aunque honestamente hubiera preferido que fuera desde mi boca. Me sonrió simpático, dando a revelar dos pequeños hoyuelos a los lados de la comisura de sus labios y aunque tenía cara de chico malo realmente parecía tierno.

Logré admirar con mayor determinación sus rasgos asiáticos: ojos achinados tan negros como la noche, cabello sedoso y largo, piel blanca casi pálida y aparentemente suave.

Me observó pensativo un momento, como si tratara de escanear mi rostro para identificarlo rápidamente. Mientras que yo —para mi suerte o desgracia— lo reconocí enseguida.

—Ashlee va a comenzar el gym junto conmigo. —avisó Charlotte.

Abrí los ojos como un búho al escucharla, ¿empezar el gym? Eso no estaba en el contrato sobre venir a este lugar. Miré a Charlotte confundida, quien únicamente elevó la comisura de sus labios de forma traviesa y le dio una ojeada rápida a Noah.

Genial, fui atrapada en pleno acto mientras lo observaba.

—Noah, ¿podrías ayudarla a entrenar? —preguntó mirando al chico que se encontraba perdido en mis ojos, traía una mirada dulce y tierna el cual me observaba como si yo fuese un tierno gatito.

—Noah. —llamó Oliver un poco serio pero pícaro.

—¿Eh? ¿Qué? —preguntó, aturdido, volvió a la realidad que lo rodeaba.

—¿Podrías ayudar a Ashlee con sus entrenamientos? —volvió a repetirle Charlotte después de dedicarle una sonrisa malvada elevando ambas cejas dos veces.

—Oh, claro. —asintió—. Vamos. —me ordenó.

Se colocó a mi lado y esperó unos breves segundos a que yo comenzara a caminar, la sonrisa no desaparecía de su rostro, era una sonrisa tan tranquila al igual que la sensación que emanaba de él.

Vi a Charlotte por encima de mi hombro irse con Oliver a otro lado. Mi corazón dio un vuelco de nervios, no me gusta estar sola con un chico después de todos los abusos, pero es amigo de Charlotte, él no me haría daño ¿o sí?

Noah se detuvo frente a lo que supuse que era la oficina —se encontraba cubierta por vidrios polarizados, por lo que impedía echar un vistazo dentro del local—, abrió la puerta de ésta y se apartó. Lo miré incrédula y algo espantada, él sonrió aún más amplio y más tranquilo.

—Debo hacerte algunas preguntas y tomar nota de todo, así podremos comenzar tu entrenamiento. —aseguró.

Entré desconfiada y aún nerviosa. Mi cuerpo fue azotado con el cambio brusco de la temperatura haciéndome rechistar y temblar un poco por el frío.

Noah se acercó a una mesa y se sentó, abrió la gaveta de al lado sacando un cuaderno y un bolígrafo junto a una cinta métrica.

—¿Sabes tus mediciones? —preguntó.

Negué sin saber a qué se refería.

—Súbete allí. —ordenó, señalando una pesa.

Abrió los ojos una vez que estuvo a mi lado y vio cuánto pesaba. Anotó el resultado en el cuaderno.

—Ahora debo medir el volumen de tu cuerpo. —advirtió.

Se agachó frente a mí dejando el cuaderno en el suelo y con la cinta métrica rodeó mi pantorrilla, revisó la medida y anotó. Subió hasta la parte encima de mi rodilla, midió y volvió a anotar. Siguió hasta más arriba de mi muslo repitiendo el proceso.