Capítulo 8

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Le dolían los ojos. No había dormido en toda la noche pensando en la estupidez que había cometido la noche anterior.

¿Por qué lo había besado? ¿Por qué su cuerpo se movió hacia él sin pensar en las consecuencias que traería después? ¿Cómo podría mirarlo a la cara y dirigirle la palabra?

Sabía a la perfección que Jungkook no podría ver su rostro de vergüenza y culpabilidad, pero de igual manera no podría mirarle sin sentirse sonrojar. Y cuando eso pasaba solía tartamudear como Bill, tal vez debería ocupar un lugar más en el club de perdedores.

-Eres un idiota, Kim taehyung, un completo idiota -se dijo con reproche.

Se tapó hasta la cabeza con la sábana y gimió casi al punto del llanto. Tenía que levantarse y no quería, pero Lisa no tardaría en llegar y necesitaba estar despierto y listo para recibirla. Arrastrando su alma llegó al baño esperando que el agua fría quitara el cansancio de su rostro.

Pensó en qué decirle a Jungkook cuando lo encarara, ¿se vería mu muy mal si pretendía que nada había ocurrido entre ellos la noche anterior?

No, no podía solo ignorarlo, ¡era un beso!

Un beso con un chico, que además era para quien trabajaba, y no solo eso, sino que era la persona que lo sacaba de sus casillas.

Estaba en serios problemas.
Terminó de vestirse y se sentó cerca del balcón para mirar la imagen del hombre de sus sueños mientras cepillaba su cabello.

-Eunwoo, te fui infiel.

Cuando se decidió por salir de la habitación abrió la puerta con sumo cuidado, no quería que Jungkook supiera que ya estaba despierto.

Llegó hasta la cocina para comenzar a
preparar el desayuno, pero diez minutos
después de iniciar escuchó la puerta de su
recámara abrirse. ¿Por qué ahora? Casi nunca salía de su cuarto. Fue inevitable ponerse nervioso. Apagó la estufa y caminó para tomar los platos sin dejar de observar lo que el castaño hacía.

Jungkook directo a la sala y encendió el televisor para escuchar las noticias matutinas de los sábados.

De manera inconsciente, Taehyung se tocó el labio. Él parecía bastante tranquilo, todo lo contrario a él, ¿acaso era el único al que le importaba?

Cinco minutos después se armó de valor para dejar la cocina y servir los platos. Jungkook no hizo ningún comentario, ni siquiera se inmutó. Taehyung trajo después una jarra con jugo de arándanos y después de servir la dejó al centro de la mesa.

Se sentó a esperar, pero Jungkook seguía sumergido en las voces de los conductores. Fue entonces que decidió carraspear.

-El desayuno... –dijo en un tono de voz bastante bajo.– Está servido.

En ese momento el castaño se levantó del sofá y se sentó en su lugar habitual en la mesa. Los dos comenzaron a comer sin decirse absolutamente nada, un silencio tan incómodo que Taehyung se sentía sofocado. Era tanta la incomodidad que taehyung optó por terminar rápido su desayuno para librarse de su presencia.

En cuanto hubo terminado se levantó llevando su plato directo a la cocina para lavarlo. Estando ahí se permitió tomar una bocanada de aire que le proporcionó una especie de alivio interno.

Mientras lavaba el plato su vista traicionera le hizo girar un poco su cabeza para mirar hacia el comedor. Jungkook continuaba comiendo sin complicaciones, a diferencia de él.

Suspiró, ¿por qué tenía que preocuparle? Estaba dándole demasiadas vueltas al asunto.

A Jungkook parecía no importarle lo sucedido, pues bien, taehyung decidió que haría exactamente lo mismo.

Los ojos del alma | KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora