Capítulo 4

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Esa mañana despertó gracias a la alarma que estaba en la mesita al lado de la cama. Después de lo que había sucedido en la madrugada, le había costado dormirse de nuevo, así que sentía los ojos cansados y no quería salir de la cama hasta pasado un rato más, pero taehyung sabía que tenía responsabilidades, y una de ellas era atender a Jungkook.

Bostezó. El castaño lo había sorprendido bastante, horas atrás. Jamás pensó que lo encontraría así en algún momento, borracho y cantando a las dos de la madrugada.

Aunque debía admitir que había sido bastante divertido, sin pasar inadvertido que cantaba más que bien. Había olvidado preguntar, ¿qué estudiaba Jungkook? Parecía saber bastante de música y canto, ¿sería la música una opción para un chico ciego? Tal vez, o quizá le gustaba demasiado, o al menos taehyung se había dado cuenta de que realmente la disfrutaba.

-Como sea, lo sabré este lunes.

Los domingos siempre le resultaron de lo más aburridos. Era como una especie de ritual sentir flojera ese día en especial, ni siquiera pasaban algo interesante en televisión, era como si todos se pusieran de acuerdo para contagiarte la pereza.

Su padre siempre le había reclamado sus momentos de holgazanería, en especial los domingos. Taehyung ayudaba en los invernaderos de su familia, también plantaba árboles todos los sábados, pero los domingos simplemente podían más que sus ganas de salvar al mundo. Presentía que Jungkook sería uno de esos aliados de hacer de sus domingos, en ese departamento, los más fastidiosos de todos. Ojalá se equivocara.

Por desgracia no fue así, apenas tocó la puerta para saber cómo estaba de su resaca, recibió una queja de su parte, seguida de una maldición bastante grosera.

Taehyung decidió dejarlo por la paz y comenzar a preparar el desayuno, más tarde lavaría la ropa y limpiaría las habitaciones.

Taehyung tuvo listo el desayuno veinte minutos más tarde. Aún recordaba que Jungkook no había comido nada desde que Lisa se había ido, así que se cercioraría de que se terminara el desayuno, y si salía con sus tonterías lo obligaría a tragarlo de alguna u otra forma. No quería que enfermara, le había prometido a Lisa que cuidaría de él, era su trabajo después de todo, pero taehyung sabía que la joven contaba con él para cuidar de su hermano, y taehyung le había dado su palabra.

Tomó una bandeja y puso el plato y vaso de jugo en ella para transportar los alimentos hacia la habitación de Jungkook. Cuando llegó tocó con una mano, el habitual silencio fue su respuesta. Por cortesía volvió a tocar, y cuando no hubo voz que le permitiera pasar, abrió la puerta encontrándose la habitación oscura y un bulto en la cama.

Taehyung negó al verlo. La habitación necesitaba algo de luz. Siempre estaba muy oscura y le costaba ver sin encender el foco, así que optó por abrir las persianas; la luz se filtró por ella y se sintió mejor. Hizo a un lado el teclado dejando la bandeja con comida en el escritorio.

Luego pasó su vista al castaño; seguía dormido, solo podía ver el alborotado cabello saliendo de las sábanas blancas. Se había encargado de arroparlo horas atrás, incluso le había quitado la ropa y dándole el pijama para que se lo pusiera.

Jungkook había obedecido sin decir una sola palabra, fue entonces que taehyung supo que el castaño era agradable una vez borracho.

Se plantó a un paso de llegar a él y lo observó.

Un Jungkook dormido era menos peligroso, incluso taehyung podía decir que se veía lindo.

Era una lástima que el encanto terminara una vez al despertar.

Horas antes, mientras lo ayudaba a desvestirse pudo contemplar una vez más aquel pecho firme; Jungkook parecía hacer ejercicio con regularidad, pero no lo hacía fuera, sino en su propia habitación, no podía imaginarse al castaño saliendo del departamento solo y yendo al gimnasio más cercano, simplemente imposible.

Los ojos del alma | KOOKVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora