✶ׅ 𓄷̸ 𝘍𝘶𝘯𝘴𝘩𝘪𝘯𝘦 𝘹 𝘎𝘳𝘶𝘮𝘱𝘺 ˖ ་ [𝘸𝘦𝘦𝘬]

Regalos

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Grumpy, disfrutaba de un día típico en su taller. Rodeado de herramientas y proyectos a medio terminar, se sumergía en su trabajo, encontrando en la mecánica y la carpintería una manera de despejar su mente y encontrar paz.

Una mañana, al abrir la puerta de su taller, Grumpy notó algo inusual. Justo en medio de la entrada del garaje, había un pequeño paquete envuelto con papel de colores brillantes. Frunció el ceño, sospechoso. ¿Quién habría dejado eso ahí? Miró a su alrededor, pero no vio a nadie. Con cautela, recogió el paquete y lo llevó al interior. Al abrirlo, encontró una selección de chocolates, pegatinas coloridas, un adorable peluche y unos pastelillos que olían deliciosos.

Grumpy estaba desconcertado, pero decidió dejar el asunto de lado y continuar con su día. Sin embargo, al día siguiente, otro paquete apareció en el mismo lugar, y luego otro al siguiente día. Cada mañana, un nuevo regalo lo esperaba. Al principio, Grumpy lo encontró curioso, pero conforme los días pasaban, comenzó a irritarse. ¿Quién estaba dejando estos regalos y por qué?

Finalmente, después de una semana de regalos diarios, Grumpy decidió descubrir al misterioso benefactor. Se quedó despierto hasta tarde, escondido en la penumbra de su taller, esperando al responsable. Cerca de la medianoche, vio una figura amarilla acercarse sigilosamente al garaje.

-¡Funshine! -exclamó Grumpy, con su ceño más fruncido que nunca-. ¿Qué crees que estás haciendo?

Funshine, sobresaltado, casi dejó caer el paquete. -¡Grumpy! No quería asustarte. Solo... bueno, estaba dejándote un regalo.

-¿Todas estas noches? -dijo Grumpy, irritado y confundido-. ¿Por qué no simplemente me los diste en persona?

Funshine se sonrojó y miró al suelo, avergonzado. -Es que... me daba vergüenza. No quería que pensaras que era demasiado cursi. Quería que supieras que te valoro mucho como amigo, pero no sabía cómo decírtelo sin parecer... tonto.

Grumpy, inicialmente furioso, sintió cómo su enojo se desvanecía al escuchar las palabras de Funshine. Suspiró y relajó sus hombros. -Funshine, no necesitabas hacer todo esto. solo tenías que decírmelo. No soy muy bueno con estas cosas, pero... aprecio el gesto.

Funshine levantó la vista, sus ojos brillando con alivio. -¿De verdad? ¡Gracias, Grumpy!

Grumpy asintió, con una pequeña sonrisa asomando en sus labios. -Sí, de verdad. Pero la próxima vez, solo ven y dímelo. No necesitas darme nada.

Funshine asintió vigorosamente y abrazó a Grumpy, quien, aunque incómodo al principio, terminó devolviendo el abrazo con sinceridad.

Esa noche, Funshine se fue a casa con el corazón ligero, y Grumpy quedó con un sentimiento cálido y extraño en su interior. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que no estaba solo. A pesar de sus diferencias, lo entendía y lo aceptaba tal como era.

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La amistad y el cariño florecían, recordándoles a todos que, a veces, un pequeño gesto de bondad puede derribar las barreras más fuertes y crear los lazos más duraderos.