✶ׅ 𓄷̸ 𝘍𝘶𝘯𝘴𝘩𝘪𝘯𝘦 𝘹 𝘎𝘳𝘶𝘮𝘱𝘺 ˖ ་ [𝘸𝘦𝘦𝘬]

Besos

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Funshine, decidió organizar una pijamada para sus amigos. Había preparado todo con esmero: cojines coloridos, mantas suaves, una selección de películas divertidas y una mesa llena de bocadillos y dulces. Estaba emocionado por pasar una noche llena de risas y diversión con sus mejores amigos.

Cuando los ositos llegaron, la casa de Funshine se llenó de risas y charlas. Estaban Cheer, la osita siempre positiva y energética; Share, conocida por su generosidad y cuidado; Oopsy, el osito torpe pero adorable; y Grumpy, que, aunque siempre un poco gruñón, había decidido unirse a la diversión.

Después de ver una película y disfrutar de una abundante cantidad de palomitas y dulces, Cheer tuvo una idea. -¡Oigan! ¿Qué les parece si jugamos a la botella?

Los otros ositos miraron a Cheer con curiosidad. -¿A la botella? -preguntó Funshine, intrigado.

-Sí, es un juego divertido. Nos sentamos en un círculo y giramos una botella. Quienquiera que le apunte la botella, debe darle un beso en la mejilla a la persona a la que le apuntó -explicó Cheer, con una sonrisa traviesa.

Después de una breve discusión, todos estuvieron de acuerdo. Formaron un círculo en el suelo, con la botella en el centro. Oopsy fue el primero en girarla. La botella giró y giró hasta que se detuvo apuntando a Cheer. Riendo, Oopsy se acercó y le dio un beso en la mejilla, lo que hizo que ambos rieran aún más.

Luego, fue el turno de Cheer de girar la botella. Esta vez, la botella apuntó a Share. Cheer se acercó y le dio un beso en la mejilla a Share, quien sonrió con gratitud.

-¡Tu turno, Share! -dijo Funshine, animado.

Share giró la botella, que giró lentamente hasta detenerse apuntando a Funshine. Con una sonrisa, Share le dio un beso en la mejilla a Funshine, quien devolvió la sonrisa, sintiéndose feliz de compartir este momento con sus amigos.

Finalmente, llegó el turno de Funshine. Con un ligero nerviosismo, giró la botella. Todos los ojos siguieron el movimiento de la botella hasta que se detuvo apuntando directamente a Grumpy. Ambos ositos se miraron, tensos.

El círculo quedó en silencio, y la tensión era palpable. Funshine, aunque siempre alegre y optimista, sintió un pequeño nudo en el estómago. Se acercó lentamente a Grumpy, y, con una mezcla de timidez y decisión, le dio un beso en la mejilla. Grumpy, sorprendido, se sonrojó ligeramente, pero también le dio un beso en la mejilla a Funshine.

Los otros ositos aplaudieron y rieron, aliviando un poco la tensión del momento. Sin embargo, tanto Funshine como Grumpy se sintieron un poco nerviosos el resto de la noche. La pijamada continuó con juegos y charlas, pero ambos ositos no pudieron evitar lanzarse miradas furtivas y sonrojarse cada vez que se cruzaban.

A medida que la noche avanzaba y los ositos se acomodaban en sus sacos de dormir, Funshine no podía dejar de pensar en lo que había pasado. No entendía completamente por qué el beso en la mejilla lo había hecho sentir de esa manera, pero sabía que había algo especial en su amistad con Grumpy.

Grumpy, por su parte, también se sentía confundido. Nunca había sido bueno expresando sus sentimientos, pero el gesto de Funshine había despertado algo en él que no podía ignorar.

Al final de la noche, cuando todos se estaban quedando dormidos, Funshine se acercó a Grumpy y susurró suavemente: -Gracias por venir, Grumpy. Me alegra que estés aquí.

Grumpy asintió, aún un poco sonrojado. -Sí, yo también... gracias, Funshine.

Y así, bajo la cálida luz de las estrellas que brillaban a través de la ventana, los ositos se quedaron dormidos, sabiendo que su amistad se había fortalecido un poco más esa noche.

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Cada momento de conexión y cariño era un recordatorio de que la amistad verdadera siempre encontraba la manera de florecer, incluso en los lugares más inesperados.