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Definitivamente era un mal plan. Dios Samantha quien te hizo pensar que esto funcionaria.

La rubia espujaba con todas su fuerzas la camilla, no sabía a dónde iba, solamente seguía el pasillo. Era oscuro y húmedo, las paredes se desprendian y del techo caía pequeños pedazos de cemento, hasta una construcción abandonada se veía mejor que está cosa.

Miraba hacia atrás en momentos para verificar que no la siguieran, porque si la descubrían ahora sí estaba muerta. Por suerte había logrado librarse de esos guardias, eran más fuertes que ella pero dislocando sus rodillas ya no podían hacer nada, claro que le intentaron disparar pero ella fue más rápida.

— Necesito encontrar un teléfono —se detuvo en seco y volvió sobre sus pasos hacia el intento fallido de quirófano, reviso bien el lugar y logro encontrar la maleta del doctor, la cual estaba bien escondida— Bingo —habia encontrado el teléfono del doctor, por suerte este se desbloqueaba con huella digital— Rápido...rápido—.

Gracias a Dios la señal era buena y empezó a buscar donde estaba, claro, que ahora debía marcar en su pasaporte que viajo a....

— ¿¡España?! —sus ojos se abrieron de par en par— ¿¡Que carajos hago en España?! —su mente empezó a maquinar, eran 18 horas en carro de distancia entre las dos naciones— ....Estuve más de 3 días inconciente... —.

Era la única explicación que encontraba para que estuviera tan lejos de casa, primero México y ahora España.... Dios santo, a su padre le va a dar un infarto, su padre...

— ¡Papá! —volvio a la razón y empezó a marcar con rapidez el número de Simón— Vamos...vamos —empezp a sonar pero no contestaba— Carajo pa',  para que quieres celular si no contestas —.

Empezó a marcar a los demás números que se sabía el tío Soap, Konig, Gaz, Lazwell, incluso a Rudy y Alejandro pero ninguno contesto.

— ¡Puta madre! —su último número era el de Price— Vamos abuelo contesta —empezo a mover su pie con desesperación, si no contestaban estaba perdida— Por favor contesta —queria llorar, los sonidos de marcación se estaban terminando al igual que sus esperanzas—.

Pero entonces Dios bajo y dijo:.

Su llamada no puede ser transferida, por favor inténtelo mas tarde —.

Soltando un grito quiso larzar el teléfono a la pared pero se contuvo por qué era el único que tenía así que solo pudo aguantar el enojo.

— Mierda ahora que —Se asomo con cuidado por la puerta viendo hacia todos lados, por suerte no había nadie así que volvió a entrar al quirófano— La policía, es verdad —.

Marco el número de emergencias, por suerte, al instante le contestaron, casi al borde del llanto les explico todo lo que pasaba, donde estaba, quiere es eran algunas personas involucradas y todo lo relacionado con su secuestro.

Gracias a Dios en su colegio enseñaban varias lenguas y una de ellas era el español.

El hombre que le respondió le pidio que no colgará para poder rastrear el número, obedeció y permaneció ahí contestando si o no a las preguntar que le hacía el hombre.

— ¿Y esa camilla? —sus nervios se pusieron de punta al escuchar voces, demonios no debió haber dejado la camilla al final del pasillo— Debe ser otro cuerpo, vamos a preguntarle al doctor —mierdamierdamierda, se supone que no había nadie—.

Sin colgar guardo el teléfono en uno de los bolsillos del pantalón y se escondió detrás de la puerta, por suerte no había suficiente luz para que la vieran.

— Está oscuro —se escuchaban más cerca, los pasos se detuvieron y dio pasó al sonido de carga de las armas, con su mano silencio su propia respiración mientras su pulso aumentaba, sentía como el espacio donde estaba de hacia más pequeño. En ese momento maldecía a su altura y piernas largas— Está inconciente —.

Al menos el doctor seguía viviendo, no sabía cómo reaccionar el día en que matara a alguien. Ha visto sangre, huesos rotos y hasta heridas grotescas pero jamás ha visto un cadáver.

Escucho una voz que provenía de uno de los radios, no escucho lo que decían tan solo había  entendido "paquete" y "policía", sabía que el paquete era ella y probablemente la policía ya venía hacia acá.

Necesita salir de aquí. Asomo su cabeza un poco para mirar a los dos hombres en la sala, ambos estaban revisando al medico y no estaban prestando atención a otra cosa, así que le más sigilosa que pudo salió de su escondite, caminado como si estuviera sobre miles de ramas secas. se escabulló hacia la puerta saliendo sin dejas se ver a los guardias y aguantando su respiración.

Con un pie fuera de quirófano se movió un poco más rápido para salir, su corazón bombeada tanta rápido que la cabeza ya le empezaba a doler.

Y le va a dar un infarto porque soy igual de mala que Gege.

Samanta siguió retrocediendo sin dejar de mirar hacia enfrente, su cuerpo detuvo al chocar con algo, al principio pensó que era una pared pero sus bellos se erizaron al tocar piel, había alguien atrás de ella.

Apenas iba a correr cuando su cuerpo fue rodeado y su boca tapada evitando que gritara, era un hombre de eso no había duda, se sangoloteo con fuerza queriendo escapar pero no podía.

Tenía demasiada fuerza y era tan grande como su tío Konig, no tenía oportunidad de escapar de las garras de su captor, pero no perdía nada intentando luchar.

— Quédate quieta —.

Se detuvo de golpe, esa voz ya la había escuchado, entonces llevo su cabeza hacia atrás y ahí estaba.

Era el otro chico que iban a matar.

Una pequeña no tan pequeña Donde viven las historias. Descúbrelo ahora