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Todo el trascurso hacia su nuevo hogar fue incómodo, aún que Adriana quisiera hablar de ciertos temas Samantha le respondía cortante o no lo hacía.

Dejo de confiar en esa mujer hace muchos años y volver a hacerlo sería un desafía para ambas.

- Bien....llegamos -.

El auto se estacio, al bajar vio mejor la casa, una casa clásica inglesa. No se veía nada novedosa, claro, tal vez el sistema de seguridad fuera mucho mejor.

- Es mejor que la cabaña,no? -Adriana intento volver a sacar conversación-.

- Si -respondió y se dedicó a bajar sus maletas en silencio, primero bajo la maleta más grande junto con una mochila-.

Camine detrás de ella para ingresar a la casa después de que abrirá la puerta.

- Las habitaciones están arriba, elige la que quieras -.

Subí las escaleras sin mirarla, ¿Me estaba comportando como una total malcriada? Si.

¿Se merecía que la tratara así? Tal vez.

¿Quiero estar aquí? No, para nada quiero estar aquí, pero que puedo hacer mi padre quiere que esté con ella asta que el pueda resolver este problema para que esté con el.

- Casi todas las habitación están vacías -mire las puertas abiertas y supuse que la cerrada era de ella, así que entre a una de buen tamaño- No estoy acostumbrada a las ventanas pero bueno -.

Para empezar, moví la cama a la orilla, esto da más espacio a la habitación, ya que termine volví a bajar para ir por la otra maleta que me faltaba. Al pasar por la sala vi a mi progenitora hablando por teléfono, no me importaría si no hubiera escuchado el nombre de mi padre.

- Si Simon ya está aquí -¿Le hablo mi padre para saber cómo estoy?- No, no haré nada que ella no quiera...Simon, es mi hija y aún que no lo parezca me preocupo por ella -que hipócrita -.

No la quise escuchar mas y salí por el resto de mis cosas, ¿Preocuparse por mi? Esa mujer me abandono y ahora dice que se preocupa por mi....JA, es una maldita mentira.

Cerré la cajuela del auto con fuerza, ya no se si es odio o resentimiento lo que tengo hacia ella y por el momento no lo quiero descubrir.

Dios....¿por qué me pasa esto a mi?.

Mire la calle donde ahora iba a vivir, era tan tranquila, no había gente caminando con armas por ahí, era tan....normal.

- Me siento como un pez fuera del agua -camine de nuevo dentro de la casa, me sentía extraña pues se que no pertenezco a este lugar- le hubiera hecho caso a Lewis -.

Volví a ignorar a mi progenitora en la sala, aún hablaba por teléfono. Entre a mi habitación y solo coloque una colcha sobre el colchón y las almohadas, no voy a desempacar por qué no me voy a quedar mucho....verdad?

(...)

- ¡Samantha baja a comer! -escuche a gritar a Adriana desde abajo, se me hacía extraño que me llamara a comer pues en el cuartel tenía una hora específica y no me andarían llamando- ¡Rápido que se enfría! -ni esperando-.

Con pesadez salí del colchón y fue hacia las escaleras para bajarlas, enseguida el aroma a comida golpeó mis fosas nasales.

- Huele bien -.

- Oh....me alegra que te guste -dejo la olla en la mesa- Hice tu favorito -eso me sorprendió-.

- ¿Mi favorito? -vi como entraba a la cocina—.

- Si, ¿No recuerdas? -volvio con dos platos y los dejo en la mesa- Shepherd's Pie -.

Un golpe de recuerdos empezó a golpear mi mente, recuerdo la primera ves que probé aquel platillo en un restaurante.

- ¿Lo recuerdas? -.

- Por qué no lo recordaría, eres mi hija -corto el pie de carne en cuadros y me sirvió un pedazo considerable en mi plato- Simon debe odiar este plato, sabiendo que a mí me lo pedías todos los días estoy segura que hacías lo mismos con el -.

No contesté a eso, mi padre siempre tubo sus errores, pero comer ese platillo fue algo que nunca le pedí.

— Si....lo odia —sonreí con algo de fuerza— Pero hace mucho que no lo cómo —.

— ¿Y eso? —

— Nunca le dije a papá sobre mis gustos de comida —me sentía un poco mal ya que el intentaba alimentarme con lo mejor y yo renegaba—.

— Ay Sami....pero mira el lado positivo, ya estás aquí y puedes comer  todos los días que quieras —.

— Si —.

Inmediatamente un silencio algo incómodo por mi parte invadió la cocina, ¿Estará bien quedarme?¿Ella realmente cambio?. Levanté la vista mirando a mi madre y otra vez estaba con su teléfono.

— Te puedo hacer una pregunta —.

— Dime —.

— Hace unas horas que llegamos nunca de separaste del teléfono y ahora también lo estás usando —.

— Trabajo cielo —bloqueo la pantalla y siguió comiendo en silencio, eso me dejó desconcertada ¿De que trabaja está señora si para el mundo ya está muerta—.

— ¿De que trabajas? —.

— No ente..... —el tono de llamada de su celular la interrumpió— permite —tomo su teléfono y salió casi corriendo de la mesa, había alcanzado a ver la pantalla, el número no está registrado y los números iniciales son extranjeros —.

Por curiosidad, no por chismosa, por curiosidad me pare de la mesa y camine despacio asta donde está ella, asome mi cabeza por el portal del comedor y la vi parada al pie de la escalera, sus dedos golpeaban la cubierta de madera del barandal y su pie no dejaba de moverse.

— Ya lo sé —la escuché hablar— no....no llevaré el paquete, es muy pronto —¿Paquete?, Mire por todo el lugar pero no vi ninguna caja— No señor....no, está vez no —.

La vi colgar y corrí hacia la mesa, no tenía intención de recibir un regaño o insulto por curiosa.

— lamento eso, ¿En qué estábamos? —.

— En tu trabajo —.

— Ah eso....no es nada importante cielo, no tienes que preocuparte —volvio a comer pero su teléfono no dejaba de sonar en mensajes, pude notar como sus hombres se tensaron—.

¿Que escondes Adriana Graund?


Una pequeña no tan pequeña Donde viven las historias. Descúbrelo ahora