DAMON
Llegué a la compañía y vi que se iba una camioneta negra, no era una de las mías que las conozco de memoria. Entré y fui directo a ver a Mera, es chica me había embrujado, no podía dejar de pensar en su cuerpo, sus besos, sus caricias, en ella. La oficina estaba cerrada, ya se habían ido algunos trabajadores y traté de localizar a Andrea que estaba en su oficina tecleando en la computadora. Al verme levantó la vista.
-¿Lo puedo ayudar en algo director?
-¿Mera se fue ya?
-Creo que sí, me dijo que se iba adelante porque estoy algo ocupada aún.
-Bien gracias.
Cerré la puerta y la llamé por teléfono pero me daba apagado, esperaría un poco más, tal vez se quedó sin batería y no quiero demostrar tanto interés. Así que volví a salir pero al lado de mi coche estaba Leila, no estaba para sermones ahora, solo quería montar en mi auto y largarme.
-Damon, tenemos que hablar.
-No tenemos nada de qué hablar Leila -se interpuso en mi camino.
-¿Te estás acostando con la nueva?
-No es asunto tuyo.
-!Sí lo es! Hemos sido amantes por años y aunque estés con otras siempre me buscabas, ahora no lo haces, ¿te enamoraste de esa cantantucha?
-!Dije que no es asunto tuyo! Además te aclaro, quedamos en ser amantes para ocasiones casuales y que de ahí no pasaría, siempre fuiste buena amante -ella pone una media sonrisa - pero ya encontré a alguien mejor que tú -me mira con rabia y me golpea.
-!Te odio Damon! !Te odio! -sale corriendo llorando.
Pude haber sido un poco cruel pero es hora de poner las cosas y a las personas en su sitio.
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MERA
Iba callada mientras el que estaba al lado mío me miraba y seguía con esa cosa apuntándome en la frente, sé que a las mujeres en los secuestros le pasan cosas desagradables, como maltrato físico y verbal, violaciones y en el peor de los casos la muerte. Quería tirarme pero la caída me mataría y si quedaba viva podían rematarme o peor aún, hacerme daño si me veían sin bragas. Lloré en silencio rezando porque alguien notara mi ausencia, me arrebataron el teléfono y lo botaron después de romperlo en mil pedazos. Ese hombre me miraba con malicia, me arrepentía de ponerme aquel vestido y parecer guapa y apetecible.
-Es un bizcocho la cantante, Churs, ¿eh? -el que estaba a mi lado puso un mano en mi hombro y me corrió el cabello, me alejé y recordé la vez que ese cerdo casi me viola en la carretera, pero ahora nadie vendría a rescatarme.
-Es muy guapa, pero el jefe no quiere que la toquen Jake, así que tranquilo-dijo el tal Churs que estaba al volante y miraba por el retrovisor.
-Cuando se aburran de ella, pediré que me dejen saborearla -el asco fue tan grande que me dio arcadas de solo pensar en semejante barbaridad.
-Apuesto que sí. Vamos, tápale la cabeza que llegamos.
Me puso algo en la cabeza imposibilitando mi visibilidad y sentí que me ataban las manos. Luego me empujaron mientras me guiaban para algún lugar, no chisté para que no me golpearan pero lloraba y las lágrimas bañaban mi rostro. Varias veces me arañé los pies, estábamos en una zona boscosa, peor aún porque nadie me encontraría. Sentí que abrían una puerta, hablaban bajito y luego volvimos a caminar. Nos detuvimos y había poca luz, me sentaron a la fuerza en una silla, cerré las piernas para no dejar ver nada y me amarraron las manos detrás de donde estaba sentada.
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Mientras quede una esperanza
Teen FictionLa vida es tan simultanea que no nos damos cuenta de que todo lo que sube puede bajar. Eso descubrió Mera, una chica hermosa, altiva, carismática y por sí fuese poco, famosa. Ella es cantante pop, realza también la música romántica y ha colaborado c...