Capítulo 18

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Tomé una bocanada de aire fuertemente, mientras revolvía las sabanas con mis piernas y parpadeaba rápidamente, sintiendo lágrimas calientes deslizándose por mi rostro. Llevé una mano hacia mi pecho y exhalé e inhalé varias veces, sintiendo como el aire se filtraba a través de mis pulmones. 

Se sentía reconfortante saber que no había muerto ahogada en el lago. Y hubiera pensado que todo aquello había sido solamente un mal sueño, si no hubiera despertado en un cuarto de hospital. Paredes blancas, un par de sillas, una que otra máquina extraña y muchos globos flotando al pie de la cama.

Me incorporé y llevé una mano hacia la cabeza. Me dolía tanto, sentía que en cualquier momento podría explotar. Me sequé las lágrimas e inmediatamente me pregunté por Samantha. ¿Qué había sido de ella? No recordaba nada, solamente el haberme aventado hacia el lago y después sentir como mi visión se nublaba. Ni siquiera había tocado a Sam.

¡Que inútil soy! No había servido de nada mi estúpido esfuerzo, y probablemente ella ni siquiera hubiera... No.

Rápidamente aparté un par de cables que estaban conectados hacia mi nariz y me bajé de la camilla, saliendo por la puerta y corriendo como loca por el pasillo. Tenía que encontrarla y asegurarme de que Sam estaba bien.

Un enfermero que pasaba por ahí, me gritó alarmado. Lo ignoré y corrí más rápido, dejando que las lágrimas fluyeran nuevamente. En un par de segundos había legado hacia la sala de espera y miré alarmada hacia todos lados. Una niña asustada comenzó a llorar, provocando por poco que mi cabeza reventara. Le gruñí y busqué el rostro conocido.

-¡¿Sam?! ¡Alguien dígame dónde está!- Un hombre con bata blanca se acercó hacia mi y me tomó por los hombros.

-Señorita, deje de armar tanto escándalo y acompáñeme a su habitación...-

-¡Déjeme en paz! ¡Yo solamente quiero ver a mi novia!- Seguí chillando y pataleando, alterando el orden público, hasta que el sujeto fue apoyado por otro más tosco y me llevaron cargando de nuevo hacia la habitación. Ya dentro, uno de ellos comenzó a hablar.

-Le informaremos a su familia que ha despertado. Lleva aquí varios días y estaban más que alterados...-

-¿Qué?- Interrumpí, mirándolo. -¿Dijo varios días? ¿Exactamente cuántos?-

-No sé exactamente cuántos días, pero, probablemente menos de una semana. Sabe, aquella muchacha ciega ha estado insistiendo durante todos estos días, incluso no se había despegado de aquí, pero su madre ha insistido en que debía descansar y se la llevó a la fuerza.-

Solté todo el aire que había estado reteniendo y sentí mis músculos relajarse. Sam estaba bien; no le había pasado nada. Sonreí y le agradecí al señor. El asintió.

-Es mejor que la dejemos descansar un rato. Informaremos a su familia para que acudan cuanto antes. Mientras usted quédese aquí y no vuelva a salir por esa puerta, ¿Entendió?- ¿Tenía que hablar como policía?

-Señor, sí, señor.-Le respondí sarcástica mientras veía como me fulminaba con la mirada y salía acompañado del otro tipo. Me dejé caer sobre las almohadas y suspiré feliz.

Había corrido con suerte. Me había enfrentado a mi miedo por amor a Samantha y nadie había resultado herida... Bueno, tal vez yo. Pero nada grave. Lo único que quedaba era descansar y esperar hasta poder ver a Sam.

No me di cuenta de que estaba dormida hasta que finalmente me levanté. De nuevo me dolía la cabeza, y tal vez aún más, ya que estaba segura de haber dormido más horas de las necesarias. Esta vez, no esperaron a que estuviera completamente despierta para perturbar mi paz.

Corazón ciego | rivari G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora