Había olvidado el poderoso efecto que Samantha tenía sobre mí. Es decir, nuestra lejanía se asemejaba más a siglos que días. Mis sueños seguían siendo los mismos cada noche, deseando su tacto. Tenía que admitir que siempre amanecía con los vellos erizados, empapada de sudor o con el pulso a mil por hora. Pero la realidad, señores, era mil veces mejor. Tenía mis manos enredadas en su suave cabello, mientras ella colocaba sus brazos sobre mis muslos, trazando un ardiente camino de arriba hacia abajo, de abajo hacia arriba. Nuestras piernas estaban entrelazadas, ella sobre mí. No había tanto espacio para las dos. Pero no me importaba en lo más mínimo. Se sentía tan bien. No pensaba coherentemente y ella tampoco. Digo, ¿Quién en su sano juicio lo haría en un bote flotando en el lago? Yo no era de esas personas, claro, hasta que conocí a Samantha. Estaba tan feliz. Deslicé una de mis manos hacia su cuello, mordiendo sus labios con impaciencia. Ella tiraba de mi camiseta hacia arriba, pero no estábamos en posición de maniobrar bien, no en un bote, así que el proceso de desnudamiento fue algo lento. Lentísimo. Y para mí, aquello estaba bien. No perdería mi virginidad en una barca de madera. No era tan patética como para hacer eso. ¿O tal vez si?
-Sam, creo que, ya, es, oh, basta.- Dije entre gemidos. Ella mordisqueaba el lóbulo de mi oreja izquierda, provocando que perdiera el control. Me era muy, muy difícil razonar. -Paremos esto aquí, ¿Vale?- Susurré lentamente, cerrando mis ojos. Ella no dijo nada, pero dejó mi oreja en paz y colocó su frente contra la mía.
-¿Acaso estoy haciendo algo mal?- Dijo ella con aquella voz que me ponía los pelos de punta. Oh, rayos. No era posible que tuviera una novia tan sexy.
-Al contrario, es solo que...- Mientras yo hablaba, ella bajaba su cabeza hacia mi estómago, trazando un camino de besos que empezaban por debajo de mis pechos y terminaban por encima de mi ombligo. Me derretí totalmente. -Es solo que...- "¿Qué iba a decir?" Bajé la mirada, viendo como ella se recostaba sobre mi estómago y me miraba, literalmente, a la cara. Se veía tan hermosa, como siempre. Tenía los labios hinchados y rojos por la sesión de besuqueo, el cabello alborotado y una sonrisa matadora.
Me pregunté que, si ella pudiera verme, ¿Pensaría que yo estaría a la altura? Obviamente no. O bueno, no lo sé. No sé nada. Me desanimé rápidamente. El pensamiento fue como un balde de agua fría, así que finalmente pude recordar lo que tenía por decir. Me incorporé, apoyando todo mi peso sobre mis codos flexionados. Samantha no se movió.
-Creo que necesitamos volver. Aldo y los demás se preocuparán si llegan a casa y no estamos ahí para recibirlos.-
-Aldo, ¿Eh?- Preguntó ella, divertida de una forma no amigable. Me preguntaba si alguna vez iba a superarlo. -Contéstame la verdad, ¿Vale?- Ella no esperó a que yo pudiera decir algo, solamente siguió hablando. -¿El realmente te gusta?- Tragué duro.
¿Qué iba a decirle? Bueno, ¿Realmente quieres la verdad? Pues sí. Tu hermano me gusta, Está guapísimo, es mucho mayor, lo cual es atractivo, y aparte, ¿Haz notado sus hermosos músculos? Yo sí. Al igual que todas las chicas de California. Tu hermano es precioso. Sin embargo, estoy enamorada de ti. No hay ningún problema, ¿No? Mis argumentos serían inválidos después de haberle mencionado el primer sí. Así que, simplemente mentí.
-Eh, no. No me gusta. ¿Podemos volver?- De regreso a las cabañas, el ambiente seguía siendo técnicamente el mismo. No había llegado nadie aún, así que no me sentía culpable en lo absoluto. No es como si estuviera traicionando a alguien, pero me quedaban muy claro los sentimientos de Aldo hacia mí. Era todo un alboroto. Samantha se despidió temprano. A pesar de haber dicho que no quería separarse tan pronto, me aseguró que se moría de sueño, y que comenzaría a hacer cosas extrañas si no pegaba el ojo, así que la dejé ir. También me prometió que obligaría a Aroia a dormir en el suelo. Aproveché la soledad y el viento de la noche para acurrucarme rápidamente bajo mis sabanas. Me había puesto el pijama más grueso, ya que había comenzado a hacer un frío horrible. Daba vueltas y vueltas en la cama, sin poder dormir. Pensaba en muchas cosas.
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Corazón ciego | rivari G!P
Fanfiction"Se solicita niñera con o sin experiencia, con mucha paciencia y ganas de trabajar" (...) - No importa, yo quiero el trabajo, sus hijos estarán en buenas manos. - Verás... Quiero que cuides a mi hija de 19 años... - ¿Eh? [Esta historia es una adapta...