Capítulo 14

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Estacioné el coche frente a la casa de Millaray. Había calculado bien los horarios para llegar a la hora que los padres de ella y se hubieran marchado al trabajo, ya que estaba segura que ella me gritaría y maldeciría a causa de mi desaparición de ayer por la noche. Toqué un poco nerviosa la puerta de su casa, mientras metía las palmas de las manos en los bolsillos delanteros de mis vaqueros. Oí como se acercaba caminando cada vez más y más. Me preparé para lo peor. Entonces abrió y me encontré con un lindo muchacho semidesnudo, con el cabello alborotado y unas grandes ojeras moradas. Lo observé fijamente a la cara, mientras él me echaba una mirada de arriba abajo. Entonces me di cuenta de quién era.

-Eh... ¿Diego?- Pregunté, realmente confundida. Es decir, el mundo era demasiado pequeño, demasiado pequeño. Tanto que podría asfixiarme un día de estos.

-¿Te llamas Star, verdad?- Habló con su acento francés. Después mi miró, frunció la boca y después sacudió la cabeza. -Perdón. Abril.-

-Uh... ¿Si?-

-¿Quién es bebe?- "¿Bebe?" Oh, no puede ser. Millaray bajó las escaleras rápidamente y se colocó al costado de Diego. Ella vestía solamente su ropa interior y una camiseta blanca con el logotipo de los Lakers. -¡Abril Garza! ¿Dónde has estado? ¡No llegaste a dormir!- Dijo ella mientras me apretaba en un abrazo de oso. Comenzó a fatigarme y me alejé.

-Me parece un milagro que lo hayas notado.- Murmuré entre dientes. -Tengo que recoger mis cosas, ya no necesito más hospedaje. Gracias.- Me adentré en la casa, esquivando a los dos y subí los escalones de uno en uno.

-¡Abril, no! ¡No entres a mi cuarto!- Gritó ella desde abajo mientras corría, intentando detenerme. Sin embargo ya era demasiado tarde.

-¡Eh!- Cerré la puerta detrás de mí, y apoyé mi espalda contra esta, con los ojos abiertos. Ahí adentro había otro tipo, pero totalmente desnudo. Millaray finalmente me alcanzó y me miró apenada. Yo enarqué una ceja y la tomé del brazo, arrastrándola hacia el cuarto de sus padres. -¿De qué tanto me perdí anoche?- Le pregunté, confundida y traumada por el resto de mi vida.

-Uh. No de mucho, realmente.- Dijo ella mientras tomaba asiento sobre el suelo y llevaba las manos hacia su frente. Después se rio. -No vas a creer la noche que tuve, ¡Fue increíble!-

-Millaray, se sincera conmigo.- Le dije, seria. Después de que asintió, yo continué. -¿Estás drogada?-

-¡No! ¿Cómo crees semejante barbaridad?- Volvió a reírse, esta vez más fuerte. -Solo tuve un poco de acción en el club, y dos voluntarios dispuestos a participar. Fue muy... Emocionante.-

-Sabes, como tu mejor amiga, hay algo que quisiera decirte; Estás enferma.-

-Cállate, no es verdad, ¿Ok? Además, tú también tuviste tu noche loca.-

-¿A qué te refieres con eso?-

-Bueno, digamos que una palomita me avisó que te habías ido con Samantha saliendo del club.- Dijo ella mientras sonreía plácidamente al observar mi expresión de perplejidad. -Dime, ¿Qué tanto hicieron? ¿Se fueron a un motel?-

-¡Millaray!- Le grité enojada y un poco avergonzada mientras ella se carcajeaba en el suelo. -¡No es gracioso!-

-Sí lo es, créeme. No puedo creer que mi pequeña Ari, la pura y casta virgen, ahora sea toda una mujer. Me siento orgullosa.-

-No soy una mujer.- Dije. -Es decir, si lo soy. Pero soy una adolescente. Apenas tengo diecisiete años, me queda toda una vida por delante.-

-Y yo no puedo creer que aún no haya conocido a mi cuñada. ¡Tienes que presentármela!-

Corazón ciego | rivari G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora