CAPITULO 14

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En la oscuridad de la noche, sentados en el sofá, veían una película de terror que Jared había elegido especialmente para la ocasión.

Mientras la película avanzaba, Natasha ocultaba su rostro con las manos cada vez que el asesino aparecía de repente en la pantalla, mientras Jared se aguantaba la risa.

—Las películas de terror son para niños, no me dan miedo —dijo imitando lo que ella le había dicho horas antes. La miró de reojo y sonrió—. Qué madura.

Ella rodó los ojos y se centró en la pantalla, tratando de parecer indiferente.

—Lo que da miedo son los sonidos fuertes que aparecen de repente —se defendió—, no la película.

Pero él sabía que estaba mintiendo. Le había propuesto ver una película de terror y ella, siendo una miedosa sin remedio, había aceptado solo para no darle la satisfacción de saber que le daba miedo y pueda usar eso en su contra.

Ahora, después de la película, Natasha estaba aterrada. Y cuando Jared cerró la computadora y el salón se sumió en la oscuridad, su miedo se intensificó.

—¿A dónde vas? —le preguntó, viendo cómo se levantaba del sofá.

Jared sonrió falsamente.

—¿A dónde más? Me iré a dormir. Y esta noche me toca tener a Gato. —La levantó del suelo—. Buenas noches —agregó, antes de darle la espalda y dejarla sola en la oscuridad.

Ella se levantó rápidamente y lo siguió, su voz llena de indignación.

—Eso no es cierto, ayer la tuviste y hoy es mi día —refutó, mirando a su alrededor, alterada—. Dámela —exigió, llegando al frente de la habitación de Jared—. Además, a ti no te gustan los gatos.

Él abrió su puerta.

—Yo nunca he dicho eso —respondió, con una sonrisa sarcástica—. Además, ella me adora más que a ti.

Le cerró la puerta en la cara, poniéndole traba.

Natasha golpeó la puerta una y otra vez, su voz llena de desesperación.

—Oh, vamos, no seas así. Luego la podrás tener por una semana si quieres. Solo déjamela esta noche —rogó, sabiendo que no dormiría sola.

Pero Jared no respondió, y Natasha dio un respingo por un ruido que vino de abajo.

—Carajo —murmuró, corriendo hacia su habitación, cerrando la puerta detrás de ella.

Prendió todas las luces de la habitación, intentando ahuyentar el miedo que la acechaba, y atranco bien la ventana.

Pero luego lo pensó mejor.

—¿No es eso justo lo que buscan los asesinos? ¿Una habitación con luces encendidas, como un faro que los guíe hacia su víctima? —La idea la hizo estremecer, y rápidamente apagó las luces de nuevo.

Se metió debajo de la sabana, como si eso pudiera protegerla de los terrores que la rodeaban.

Se había dormido, pero se sobresaltó al escuchar un estruendo fuerte proveniente de abajo. Tomó su celular y se fijó en la hora: las tres de la mañana.

—Al carajo —volvió a cerrar sus ojos mientras rezaba mentalmente tres padrenuestros.

Pero luego oyó cómo alguien golpeaba la ventana de su habitación, y su corazón se detuvo.

Se volteó en la cama abruptamente hacia la ventana, su corazón latiendo con fuerza, pero no vio nada.

—Debe ser mi imaginación jugando me una mala pasada —se dijo, intentando calmar su miedo.

Guerra De Palabras /#1/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora