CAPITULO 20

13 2 0
                                    

Jared abrió los ojos al sentir una presión en su pecho y se encontró una bola de pelo naranja sobre él, que lo miraba fijamente.

—¿Te gusta dejar sin respiración a la gente, eh? ¿Es tu venganza por el nombre que te pusimos? —La quito levemente y se sentó en la cama.

Miró su celular y vio que eran las diez de la mañana, se frotó el rostro al pensar que había dormido demasiado.

—Ven, te daré de comer. Hoy es mi turno —la acarició y ella ronroneó, haciéndolo sonreír.

Pero entonces notó un papel en su collar, envuelto con una cinta.

—¿Cómo llegó esto aquí? —se lo retiró y lo abrió para leer.

Reconoció la letra chueca al instante.

"Tienes cinco minutos para estar listo y bajar" —leyó en voz alta mientras Gato movía la cola—. A veces me pregunto de dónde sacó la confianza para mandarme a su gusto. —Gato maulló y él sonrió—. Tú sí entiendes.

Se comenzó a cambiar de ropa, pensando en el comportamiento de Natasha.

—Tu dueña estuvo actuando raro todo el día de ayer —comentó hacia la gata, que lo miraba recostada en la cama—. Y por primera vez en un mes, quiso ir a la tienda por sí sola. ¿Qué crees que esté tramando?

Gato movió sus orejas, tratando de decirle algo.

—Para que se levante temprano, debe ser algo malo. ¿No crees? — preguntó, esperando una respuesta. Gato parpadeó, y Jared lo tomó como un sí—. ¿Debería arriesgarme y bajar o sigo durmiendo?

Gato saltó de la cama al suelo y salió de la habitación. Jared soltó un suspiro al obtener su respuesta.

—A veces pienso que estás más de su lado.

Después de salir del baño, descendió las escaleras y advirtió que las ventanas que daban al jardín estaban tapadas con las cortinas. Era algo inusual, ya que nunca las habían usado así.

Caminó con precaución hacia la puerta, donde encontró a Gato esperándolo. Deslizó la puerta de vidrio y ella salió primero, pero cuando Jared la siguió, se quedó sin palabras al ver lo que había frente a él.

—Debe ser una broma —Abrió la boca, incrédulo, lamentando su decisión de bajar.

Natasha sonrió al ver su reacción.

—¡Bienvenido a tu boda, Jared Devison! —le gritó entusiasta mientras ponía la canción de entrada de bodas.

Observó los pétalos de flores que cubrían el pasto como un camino que conducía hacia su sentencia de muerte.

Y ahí, en aquel pequeño altar, estaba Natasha, vestida de blanco de la cabeza a los pies: camisa, pantalón y zapatillas.

—Debe ser una pesadilla —murmuró—. Me voy a la cama.

Se dio la vuelta para volver a su habitación, pero Natasha fue corriendo detrás de él y lo detuvo con una mano en su brazo.

—¿Huyendo de tu propia boda? —inquirió con una sonrisa, marcando sus hoyuelos.

Se volvió a frotar los ojos, intentando recordar.

—No recuerdo que me hayas pedido casamiento —la miró—. Y mucho menos que yo haya aceptado.

Ella tiró de su brazo, con diversión.

—Claro que lo hiciste, te lo dije ayer.

Él frunció el ceño, haciendo un esfuerzo por recordar.

Guerra De Palabras /#1/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora