Aquella cartelera de cine, sería su siguiente aventura. Pero Jared, no pudo evitar sentir una gran decepción al verla vestida con su habitual ropa, si así se le puede llamar.
—Sabes, a veces deberías arreglarte —le dijo, tratando de sonar casual. Natasha lo miró con una ceja levantada, divertida—. Estás en pijama, Natasha —le recordó.
Ella se rio, con soberbia.
«Bruja», pensó al escucharla mientras un escalofrío recorría su espalda.
—Ahhhhhhh, te aseguro que si me pongo un vestido, te enamorarás de mí y no queremos un corazón roto en la casa —exclamó en tono de broma, pero con un toque de coquetería.
Jared la miró, sintiendo cómo su tic nervioso comenzaba de nuevo. La insinuación de esta mujer, era igual a la de un trol de las cavernas de sus libros.
Además, ella saltó el hecho de mencionarle que esa era su ropa de salir, de estar en casa y para ir al supermercado.
—A veces tu amor propio pasa los límites. —Sus ojos volvieron a la cartelera, tratando de cambiar de tema—. ¿Qué deberíamos ver? —cuestionó, intentando sonar indiferente.
Sin embargo, Natasha sabía que estaba molesto por lo que había dicho, lo que la hizo sonreír más.
—Te daré un consejo —volvió al tema—, a una mujer se la ama en todos sus facetas, y te aseguro que no todas nos arreglamos todos los días o nos vemos como ninfas de otro mundo. ¿Sabes lo agotador que es eso?
Él la miró de reojo, con una sonrisa sarcástica.
—Sí, puedo verlo —dijo—, debe ser muy agotador pasarla tirada en el sofá todo el día.
La mujer puso los ojos en blanco, exasperada.
—Deberíamos ver esa —señaló una película de romance, cambiando de tema—. A veces la inspiración viene de las creaciones de otros.
Asintió, siguiéndola.
—¿Palomita dulce o salada? —le preguntó Jared, con una sonrisa juguetona.
—Dulce —respondió, sin dudar.
—Me parecía, es una lástima —módulo, con un tono burlón—. Tú eliges la película y yo elijo las palomitas —agregó, como si fuera un juego de poder. Y él estaría en la cima.
Natasha lo miró molesta, mientras Jared pedía las palomitas saladas a la joven detrás del mostrador.
—Si ibas a hacer lo que querías, ¿qué sentido tiene preguntarme? —inquirió, siguiéndolo hasta la sala de cine.
—Cortesía, caballerosidad o como lo quieras llamar —alegó Jared, girándose hacia ella—. Además, te enseño un poco de realidad, no siempre las cosas saldrán como tú quieres.
Lo miró perpleja.
—¿Y qué tiene que ver eso con las palomitas?
Él sonrió, entrando en la sala con ella pisando sus talones. Por suerte, no había mucha gente, así que se fueron a la última fila. Jared se dio cuenta de que a Natasha le gustaba molestarlo demasiado, y él no se quedaría de brazos cruzados. Si ella golpeaba, él lo haría peor. Quería igualdad, y la tendría.
Ambos se pasaron toda la película tomando notas con la poca luz de la sala, tratando de capturar algún destello de inspiración para sus historias.
Jared estaba completamente concentrado en la película hasta que Natasha tocó su hombro y señaló un lugar en la sala. Siguió su mirada y se encontró con una pareja bastante cariñosa, abrazándose y besándose discretamente.
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Guerra De Palabras /#1/
Humor¿Qué harías si has ignorado toda tu vida el amor y ahora debes enfrentarlo para ganar dinero? Natasha y Jared eran ajenos al amor en la vida real. Pero una cosa los obligó a enfrentarlo: ¡La musa que olía a dinero! Ella, una escritora de romance, qu...