CAPITULO 23

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Natasha bajó las escaleras con pasos lentos y cansados, aun sintiendo el peso de su sueño en los párpados.

Pero al llegar al último escalón y verlo en la cocina, su corazón dio un salto. Él estaba cocinando, tranquilo por su muñeca, pero también estaba... Brillando.

Se frotó los ojos, pensando que aún estaba dormida y que su mente le jugaba una mala pasada. Pero cuando los abrió de nuevo, Jared seguía brillando.

Y ese sentimiento que tenía dentro de ella, ese sentimiento que había estado tratando de ignorar durante días, lo reconoció al instante.

Y cuando lo reconoció, se horrorizó.

—¡Nooo! —gritó dramáticamente, tirándose al sofá boca abajo.

Jared la miró extrañado, deteniendo su actividad en la cocina.

—¿Estás bien? —le preguntó, acercándose.

Lo miró de reojo, sin levantar la cabeza del sofá. Se tapó el rostro con las manos, como si tratara de esconderse de Jared y de sus propios sentimientos.

—¡Nooo!

Él se agachó lentamente para estar a la altura de Natasha, que aún estaba tirada en el sofá con la cara escondida entre sus manos.

—¿Necesitas algo? —Su voz era baja, suave y gruesa.

Pero Natasha no respondió. Solo le dio la espalda, como si tratara de cerrarse a él. Jared se quedó un momento en silencio, pensando en qué hacer. Luego, como si hubiera tenido una revelación, entendió.

—Estás en tus días, ¿no? ¿Te duele? ¿Tienes medicamentos o quieres que vaya a comprar algo para ti?

Ella se hizo una bolita al escucharlo.

—Nooo —cerró los ojos fuertemente, al igual que la puerta que se había abierto en su corazón.

Estaba tratando de aplastar todos los sentimientos bonitos hacia Jared, pero no podía evitar sentirse atraída por su preocupación y su amabilidad.

—¿Necesitas algo caliente?

—¿Por qué hueles tan bien? —preguntó Natasha, volteando hacia Jared.

Su olfato había captado el aroma fresco y limpio que emanaba de él.

Él la miró extrañado, sin entender por qué su olor era un problema. Se olió a sí mismo.

—Me acabo de duchar —dijo con una sonrisa, omitiendo la parte en que había usado los productos de Natasha que ella le había prohibido usar.

El olor que emitía él, era el olor de ella. O tal vez no.

—¡Nooo!

—¿No debería haberme bañado? —Se sintió confundido por tal reacción.

La mirada de Natasha se encontró con la de Jared, y por un momento, pareció que el tiempo se detuvo. Pero solo para ella, luego, sin pensarlo, acercó su mano, como si fuera a tocarlo.

Pero Jared, en un reflejo automático, se tiró hacia atrás, asustado.

—Ah, lo siento, fue reflejo —soltó, aún en guardia.

La mujer se miraba la mano con asombro y miedo. No podía creer que había estado a punto de tocarlo, de acercarse a él de esa manera.

—¿Reflejo? —ocultó su mano bajo su cuerpo, como si tratara de esconder su propio deseo—. ¿Por qué te tiraste hacia atrás?

—Mi hermana solía pegarme cuando era niño, así que aprendí a esquivar. Es un reflejo automático —explicó—. ¿Querías golpearme?

—No quería golpearte, idiota —masculló, lloriqueando, porque lo que realmente quería era abrazarlo. Y eso la estaba matando—. Largo, aléjate de mí por tres metros.

Guerra De Palabras /#1/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora