[16] Khaotung

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Capítulo 16 — Khaotung

Estoy acostado en la cama, mirando el techo cuando le oigo venir. No es ruidoso. De hecho, él es tan silencioso que solo sirve para recordarme lo que él es y lo que hace. Ni siquiera sé cómo entra en el apartamento. O cuando empezó esta costumbre. Cualquier persona normal estaría molesta. Probablemente perdería el control. Pero cuando siento que la cama se hunde y el cuero de su mano enguantada cuando me toca, estoy envuelto por una sensación de calma. Alivio. Me siento seguro con él, este asesino. Este hombre con los sombríos ojos marrón que no entiendo, pero que deseo más que nada. —First.

Enciende mi lámpara de noche, y me parpadea. —Estás despierto.

—Si lo estoy. ¿Cómo está tu hombro?

—Casi como nuevo, —contesta. Y por alguna razón, creo que él realmente lo cree. Tiene una bolsa plástica barata de compras junto a él. Parece fuera de lugar al lado de este hombre fuerte con el pelo y el traje impecable. En el exterior, él es tan perfecto que es difícil de creer que me iguale a él. Yo estoy manchado. Deslustrado. Inmundo. Y sin embargo él está mirándome ahora como si nunca hubiera visto nada más angelical en su vida. Sus ojos están sin desconfianza y abiertos. No ocurre a menudo. Y me sorprende francamente que esté aquí en absoluto después de lo ocurrido la última vez. Él viene y va como le da la gana. Cuando las cosas se ponen incómodas, él se va. Pero de alguna manera siempre sabe cuándo lo necesito. Y esta noche, lo necesito.

—¿Qué tienes allí? —Señalo hacia la bolsa. Sus mejillas se encienden mientras él vuelca el contenido sobre la cama. Hay todo un batallón de condones, lubricantes, espumas y otros métodos.

—No sabía cuales te gustan, —dice.

Sus ojos están evitando los míos y estoy agradecido. Porque estoy sonriendo. Él se siente abrumado e incómodo. No sé por qué se pone así. Pero tengo tanta maldita curiosidad mientras más llego a saber de él. Quiero saber con cuántas personas han estado. Quiero saber por qué él es tan arisco acerca de algo que es como una segunda naturaleza para la mayoría de los hombres con los que pasa tiempo. Pero también sé que esos temas probablemente lo empujaran lejos, así que no pregunto. Tomo una caja y la abro, le entrego el paquete de papel de aluminio. —Sólo necesitamos uno para comenzar, —ofrezco.

La habitación permanece en silencio mientras First mira fijamente el paquete en sus manos. Después de una pausa, intenta abrir el paquete rasgándolo. No funciona. Él lucha con el paquete porque él está siendo demasiado áspero y hay un rubor arrastrándose por su cuello de color rojo. Coloco una mano sobre su hombro y se sobresalta. —¿Quieres ayuda?

—No, —dice cortante. Muerdo mi labio y espero, finalmente lo abre. Cuando saca el condón, lo mira fijamente otra vez. No puedo ver su expresión, pero él sigue tirando de su collar y ahora la vena en su cuello le palpita. Sólo cuando él se pone de pie para irse es cuando se me ocurre que no sabe qué hacer con él. Salto de la cama y me muevo después de él, lo capturo del brazo. Él está mirando al pasillo, desesperado por escapar. Su piel es de fuego bajo mi palma, y sé que él está contando los pasos hasta la puerta. Él está frustrado. Y no sé qué hacer en esta situación. Porque él no me dice que está mal. Así que tomo la oportunidad, y apoyándome en mis puntillas, tiro de su mirada hacia la mía.

—Regresa, —susurro—. No quiero que te vayas.

Sumerge su mirada en mí, y me estudia como si le confundiera. Como si no supiera lo que le sigue trayendo aquí. A mí. Pero él no está tratando de salir. Él no está diciendo no. Uno nuestras manos y lo jalo detrás de mí. Al llegar a la cama, lo empujo suavemente hacia el colchón. Empujo todos los productos que compró excepto un condón y los dejo en el cajón de la mesita de noche por lo que no tendrá que pensar en ellos. Luego me arrastro y me arrodillo junto a él. Tengo su completa atención. Y soy plenamente consciente de que una jugada equivocada de mi parte y haré que salga disparado. Él está aquí, pero él ya está a mitad de camino por la puerta. Necesito que se relaje. Necesito que se sienta cómodo conmigo. Así empiezo poco a poco. Mi mano roza su muslo, a la espera de su aprobación o rechazo de mi tacto. El no vacila, así que lo tomo como una señal para continuar. Arrastro mis dedos hacia su musculoso muslo y sobre el bulto caliente en sus pantalones. Hace un ruido estrangulado en su garganta y cierra los ojos mientras lo froto varias veces. Sus pantalones se estiran hasta su límite, tensándose contra su hinchada erección debajo. Sus ojos están perdiendo la furiosa batalla dentro de él, creciendo con lujuria. Está tan duro contra mi palma que debe ser doloroso para él, pero él está esperando para ver lo que hago a continuación.

"La Muerte" × × [FirstKhao]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora