𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍'𝐒 𝐄𝐘𝐄𝐒 | ❛Tú eres mi hijo, y haré todo lo que esté en mi poder para protegerte❜
Troilo de Troya, hijo de la reina Hécuba y el dios Apolo. Nacido en medio de una guerra, su destino fue escrito en los libros. Un pobre niño que tenía un...
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Era una apacible jornada en el campamento, con la constante algarabía de los niños traviesos correteando y riendo despreocupados. Percy negó con la cabeza mientras suspiraba y tomaba su tableta de tareas para consultar a qué grupo le correspondía ese día.
Historia universal con los pequeños de Hecate. Bien, eran bastante dóciles y fáciles de manejar, siempre y cuando no se pusieran a lanzar hechizos a diestra y siniestra. Por lo que sabía, solo le tocaba a los menores de doce años, así que todo estaría bajo control.
Caminó por el sendero de las cabañas hasta llegar a la número veinte, observando con curiosidad la residencia construida con piedra. Se acercó con cuidado, evitando pisar cualquier animal que pudiera pertenecer a uno de los residentes, y tocó la puerta.
Toc, toc, toc.
Esperó unos segundos y volvió a tocar, mientras sus dedos tamborileaban en la parte inferior de la tableta. Su pierna comenzó a moverse inquieta al darse cuenta de que todo estaba demasiado silencioso. El viento movió su cabello hacia atrás, y Percy cerró los ojos para evitar que le entrara basura en ellos.
Chasqueó la lengua impaciente. Algo no iba bien, los niños deberían estar aquí, a salvo. Un escalofrío recorrió su nuca al pensar que algo malo les hubiera sucedido.
Cruzó los brazos y suspiró para tranquilizarse. Ellos debían de estar bien, y él estaba preocupándose por nada. Los niños sabían perfectamente que no debían hacerlo preocuparse.
Todos en el campamento lo sabían.
Decidió entrar en la cabaña, aunque sabía que no debería estar husmeando en las moradas de otros dioses. Sin embargo, ahora era el consejero del campamento, así que eso no tenía tanta relevancia.
Solo echaría un vistazo para asegurarse de que los niños estuvieran adentro y luego se iría.
Empujó la puerta con más fuerza de la necesaria.
Esta cosa pesa, pensó. Asomó la cabeza y sus ojos se abrieron de par en par al ver rayos de colores que aparecían y peluches flotando. Las camas temblaban y varios objetos volaban por la habitación.
¿Y esos niños jugando con serpientes?
- ¡Alice! ¡Kaiza! ¡Suelten esos animales ahora mismo! - Gritó frenético al ver cómo las serpientes se revolvían furiosas en las manos de los niños de nueve y ocho años.
- ¡Hola, Percy! - Sonrió emocionada Alice, y al distraerse, la serpiente se escapó de sus manos. Esto hizo que gritara y pusiera nervioso a su hermano, quien también soltó la otra serpiente.
Alice volvió a chillar y Percy tuvo que cargar a los dos niños en sus brazos para ponerlos en la cama de arriba de una litera.
- Está bien, Alice, vamos a arreglar esto - Acarició la cabeza de la niña de cabello oscuro y luego miró al niño. - Kaiza, ¿de dónde vienen todas estas luces?
