❛2. Empezaron los cambios❜

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Percy se iluminó de alegría al ver a Annabeth adentrándose en el café

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Percy se iluminó de alegría al ver a Annabeth adentrándose en el café. La hermosa rubia le saludó con un gesto de la mano mientras se aproximaba a la mesa en la que él se encontraba sentado.

- ¡Pers! - Saludó con emoción mientras colocaba sus libros y portátil sobre la mesa.

- ¡Annie! ¿Cómo estás?

- ¡Estoy bien! La universidad me ha mantenido muy ocupada. - Suspiró y se dejó caer con ímpetu en la silla. Pasó su mano por sus dorados rizos para apartarlos del rostro.

Percy sonrió comprensivamente. A diferencia de la hija de Atenea, él había decidido no asistir a la universidad. Su salud mental no estaba en condiciones de lidiar con la sobrecarga de tareas y clases. Por eso, había elegido ser consejero del campamento, donde, a pesar del caos, encontraba la paz.

Saltó en su asiento cuando Annabeth dio un respingo.

- ¡Así! - Chasqueó los dedos con excitación en sus ojos brillantes. - ¡No te lo vas a creer!

Percy arqueó una ceja divertido mientras se recostaba en su silla y cruzaba los brazos. - Déjame adivinar...

- No podrías. Te lo aseguro. - Le miró con sus ojos azules completamente abiertos.

Percy la observó con duda mientras alargaba la mano para dar un sorbo a su chocolate caliente.

- Mmm... ¿Y qué es lo que sucede?

- ¿Recuerdas a Ellie? ¿Mi hermano? - El azul de sus ojos se arrugó intentando recordar.

- ¿El rubio?

- Percy. Todos somos rubios.

- Ya lo sé. Solo trato de ubicarme. - Rodó los ojos con alegría. - ¿El que tenía un lunar en la frente?

Annabeth asintió mientras abría su portátil.

- Sí. Cuando se graduó de la universidad, comenzó a trabajar como arqueólogo. - Sus ojos grises comenzaron a brillar con intensidad. - Y justo ayer me contó que su equipo hizo un gran descubrimiento.

- ¿En serio? - Percy miró por la ventana a las personas que caminaban por las calles de Nueva Roma.

- ¡Sí! ¡Y no sabes qué encontró! - Annabeth giró su portátil para mostrarle un chat donde se veía una foto enviada por su hermano.

Eran diferentes objetos: una pequeña horquilla de oro con una flor que parecía un girasol, un gran libro lleno de tierra y un collar con una caracola.

Percy miró la imagen y luego a la rubia, quien ya había empezado a hablar.

- Ese libro... podría ser el descubrimiento más importante de los últimos años. - Sonrió mientras agarraba uno de sus libros y lo abría. - Ellie dice que la autora podría haber sido Helena de Troya.

Percy no podía entender por qué sentía que le faltaba el aliento.

- ¿Qué dices?

- ¡Lo sé! Suena a locura. Pero... - Empezó a pasar las páginas de su libro hasta detenerse en una para mostrársela. - Ellie dice que el libro habla sobre la guerra desde la perspectiva de Helena.

Percy sintió cómo su estómago se revolvía al ver una imagen de Helena en el libro.

- Tal vez la guerra de Troya no fue como nos la cuenta Homero. - Cerró el libro de golpe. - Helena menciona a alguien. Mi hermano no puede traducirlo y su nombre no está escrito, pero Helena le apoda "Perla".

Annabeth cerró su portátil y lo miró. Su rostro se llenó de preocupación al ver a Percy tan pálido.

- ¿Pers? ¿Te sientes mal? - Se inclinó sobre la mesa para tocar la mejilla de Percy.

Percy asintió, sintiendo la sequedad en su garganta.

- Creo que solo estoy cansado. No he podido dormir estos días. - Retiró delicadamente la mano de la rubia para sostenerla entre las suyas.

Annabeth lo escudriñó con su mirada, asintiendo en silencio. Percy le regaló una sonrisa mientras intentaba desviar su atención.

- Creo que ya debería irme al campamento, llegaré tarde si no voy ahora. - Observó el reloj en la pared del café. - Pero ¿qué te parece si me cuentas más cuando descubras de qué trata toda esa intrigante historia del libro?

La rubia le devolvió una sonrisa mientras asentía. - Te llamaré el próximo jueves. Te contaré todos los detalles.

Percy se levantó de la mesa, dejando un billete para pagar. - Más te vale que lo hagas. - Se inclinó para darle un beso a los rizos dorados.

- Cuídate, Pers. - Annabeth le sonrió a su mejor amigo.

Percy le sonrió y se fue con la promesa de hablar con Annabeth el jueves.

Pero ese jueves nunca llegó.

Pero ese jueves nunca llegó

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– Señor, hemos llegado. – La voz de un guardia a su lado le habló. Percy salió de sus recuerdos y contempló las imponentes murallas.

Aquello era Troya. Pensó sorprendido.

Sería en esta ciudad donde viviría mientras buscaba la manera de regresar a su hogar. Miró hacia abajo y vio a Troilo observándolo por encima de su hombro.

El niño no lo soltó en ningún momento, ni siquiera cuando su hermano Héctor le pidió que lo soltara. Esto obligó a Percy a llevarlo a caballo consigo.

Troilo le regaló una sonrisa, una sonrisa tan tierna que hizo que el corazón de Percy se derritiera. Solo había luz en aquel gesto.

Percy sintió que sería capaz de inundar ciudades enteras solo para que esa hilera de dientes no desapareciera. El hijo de Poseidón le devolvió la sonrisa.

Lo siento muchísimo, Annie. Prometo que también te contaré todo cuando te vuelva a ver.

 Prometo que también te contaré todo cuando te vuelva a ver

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❝ Ocean's eyes. ❞             ⋆.ೃ࿔*:・❪ Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora