❛8. Vuelve❜

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❛Actualidad❜

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Dionisio se llevó la mano a la frente, sintiendo cómo el pulso comenzaba a martillar en sus sienes. El desastre de dos días atrás seguía carcomiéndole los nervios, dejando su alma en carne viva. El mundo entero parecía envuelto en un caos sin fin, como si los cielos mismos se hubieran envuelto en ira, la tierra se estremeciera de cólera y el inframundo rugiera con desdén.

Y el mar, antaño sereno, se había vuelto indomable.

La casi muerte de Perseo Jackson había desencadenado todo esto. El muchacho no había perecido, pero se encontraba en un extraño coma autoinducido, un abismo entre la vida y la muerte. Dionisio sentía una retorcida gratitud por ese hecho, pues no se atrevía a imaginar las consecuencias si el chico no hubiera resistido. Era un héroe, y los héroes, según el inexorable destino, estaban condenados a morir jóvenes. Sin embargo, cuando Dionisio lo encontró ahí, desplomado en el suelo de la cabaña de Hécate, nunca imaginó que un peso tan abrumador le atenazaría el pecho.

El recuerdo de Clarisse irrumpiendo en la Casa Grande, presa del pánico, gritando que Perseo se desangraba en el suelo, aún lo estremecía. Dionisio sintió cómo la tierra temblaba bajo sus pies, eco del poder de su tío. Tuvo que correr hasta la cabaña, pero la tormenta desatada se lo ponía difícil. Los cielos vomitaban relámpagos, el agua se agitaba furiosa, y el viento aullaba con una rabia. Dionisio podía percibir cómo los dioses se acercaban, atraídos por la tragedia que se cernía.

Al llegar a la cabaña de Hécate, lo vio: pálido, exánime, con la sangre empapando su camisa, y la vida deslizándose de su cuerpo como arena entre los dedos. Esos ojos, tan semejantes a los de su tío, pero tan únicos en su dolor, se encontraron con los de Dionisio y, al cerrarse, los gritos de sus compañeros resonaron como un lamento que cortaba el alma. Dionisio, que había sido testigo de horrores más oscuros, sintió su estómago volverse un nudo de hierro, especialmente cuando Thanatos y Hermes aparecieron, con rostros deformados por la tristeza.

Dionisio comprendió, demasiado tarde, que todos amaban a aquel héroe. Pero ya no había tiempo para reflexionar. Pues el mundo se desbocó: el cielo se llenó de rayos y tormentas, las aguas se levantaron en castigo, devorando a cualquiera que osara acercarse, y el viento soplaba con tal fuerza que Dionisio temía que las cabañas fueran arrancadas de cuajo. Pero entonces, Hermes tocó el cuerpo del chico, y este comenzó a respirar. El hijo de Apolo se lanzó sobre él, luchando contra la muerte que intentaba reclamarlo. Dionisio aún podía oír sus gritos desesperados.

Costillas y clavículas rotas, y sangre en los pulmones.

Como si el mundo, al darse cuenta de que el muchacho seguía con vida, hubiera decidido ceder, la tormenta amainó lo suficiente como para permitir que lo trasladaran sin ser alcanzados por los rayos. Sin embargo, el miedo se apoderó de todos cuando notaron que las aguas de la lluvia no lograban sanar al joven. Dionisio se retiró junto a los otros dioses, mientras Quirón se quedaba con los campistas, tratando de mantener con vida a Percy.

❝ Ocean's eyes. ❞             ⋆.ೃ࿔*:・❪ Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora