𝐗𝐈

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Los días pasaban volando y el embarazo de Max transcurría sin problemas, todo dentro de la normalidad. Sergio seguía yendo al paddock, haciendo entrenamientos y otras actividades relacionadas con su carrera como piloto. Ambos llevaban sus vidas como pilotos de manera habitual, pero por órdenes de Horner, quien actuaba como un padre preocupado, les permitió tomarse unas vacaciones para cuidar del embarazo de Max.

Aprovechando ese tiempo libre, la pareja se dedicó a disfrutar de su tiempo juntos, preparando todo para la llegada de su bebé. Cada día estaba lleno de pequeños momentos de felicidad y anticipación, mientras esperaban con ansias el día en que finalmente conocerían a su hija. Tanto amigos como familiares les enviaban regalos. Uno en particular era de Oscar, el joven que amaba tanto a Max porque este lo trataba como un hermano mayor e incluso como un hijo, cuidándolo y enseñándole trucos y maneras de pilotar bien.

El paquete de Oscar contenía un conjunto de ropita para bebé con motivos de carreras, con marca de McLaren, Ferrari y Mercedes omitiendo, Red Bull y un pequeño casco de juguete. Max sonrió al abrirlo, recordando los momentos en que había enseñado a Oscar algunos trucos en la pista.

─ Mira, Sergio ─ dijo Max, mostrándole el regalo.─ Oscar realmente se esmeró con esto. Es tan lindo.

Sergio asintió, sonriendo mientras veía la ropa con una sonrisa juguetona. 

─  Sí, es adorable. Sabía que Oscar siempre ha tenido un cariño especial por ti.

Max acarició suavemente la pequeña prenda, sintiéndose agradecido por tener a tantas personas que los apoyaban y querían a su futura hija, la pequeña leoncito.─ Tenemos suerte de tener amigos y familiares tan increíbles.

Sergio se acercó y abrazó a Max, compartiendo el sentimiento.─ Sí, tenemos mucha suerte.

Ambos observaban con asombro la cantidad de ropa nueva, juguetes, accesorios y pañaleras para la bebé. Habían recibido muchos regalos, pero uno en particular destacó para Max como el mejor: un coche eléctrico de control remoto. Era un regalo de Fernando y Lance, quienes lo habían comprado juntos. El coche era de un elegante rosado pálido y llevaba la icónica marca de Ferrari. El cochecito era demasiado pesado para Max, así que Sergio lo cargó y lo puso enfrente de ellos. No era un cochecito común; tenía Bluetooth, radio, luces y aire acondicionado. Era un regalo excelente y sofisticado.

─ Tiene de todo.─, murmuro con sorpresa Sergio examinando el coche. 

Max observó el cochecito con asombro.

Sergio sonrió, contento de ver a Max tan emocionado. 

─ Fernando y Lance realmente se superaron con este regalo. Nuestra hija va a estar muy mimada con esto.

𝐍𝐔𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎 𝐋𝐈𝐍𝐃𝐎 𝐁𝐄𝐁𝐄́Donde viven las historias. Descúbrelo ahora