𝐗𝐈𝐈

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No sabía cuándo ni cómo se había quedado dormido, pero se sentía renovado. Sin embargo, notaba un ligero movimiento en su pecho: su bebé. Sonrió débilmente, todavía cansado, al ver a su hija moverse suavemente. La ternura del momento lo llenó de una paz indescriptible.

Miró a un lado y vio a su esposo dormido, con la boca ligeramente abierta. Sergio descansaba en un sillón, con una mano apoyada en su mandíbula, luciendo completamente agotado pero en paz. Al lado, estaba su bebita, durmiendo plácidamente con un pequeño chupón a medida de su boquita. Max sonrió y abrió un poco los ojos, viendo que en el otro extremo había cinco personas más: Oscar, Charles, Daniel, Lewis, y Lance, todos dormidos apilados en el gran mueble, con una sábana tapándolos.

El rubio no pudo evitar sonreír dulcemente ante la escena. Se sentía increíblemente afortunado de tener a esos pilotos en su vida, especialmente a Charles y Oscar, quienes siempre lo apoyaban incondicionalmente. Lewis y Lance también eran una fuente constante de ánimo y apoyo. Cada uno de ellos había contribuido a hacer que este momento fuera aún más especial.

Escuchó un pequeño balbuceo suave, luego otro, y otro más. Dirigió su mirada a su bebé, quien estaba cerca de su camilla, removiéndose entre las nuevas sábanas de estrellas. Reconoció la mantita de estrellas al instante: era un regalo de su papi Sergio.

El corazón de Max se llenó de ternura. Alargó la mano y acarició suavemente la cabeza de su pequeña, sintiendo una conexión profunda y amorosa y no pudo evitar sonreír mostrando su cavidad bucal, vacía pero adorable. La puerta se abrió y Geri entró, dedicándole una sonrisa a Max. Sin embargo, se detuvo en seco, mirando con gracia a los pilotos que roncaban en la esquina de atrás. Max se encogió de hombros, divertido, mientras se inclinaba con cuidado para cargar a su bebita.

─ Veo que tienes una guardia completa aquí ─ dijo Geri en tono juguetón, acercándose a la cama.─¿Acaso alguien te va a secuestrar, eh?

Max soltó una risita suave mientras acomodaba a su hija en sus brazos. 

─ No podía pedir mejor compañía ─ dijo, sus ojos brillando de felicidad.

Geri se acercó para revisar a la bebé. ─ Todo parece estar en perfecto orden aquí. ¿Cómo te sientes, Max?

─  Cansado muy cansado, satisfecho pero increíblemente feliz ─, respondió Max, mirando a su hija con amor.─ Gracias por todo, Geri.

─  Es un placer, Max. Ahora, intenta descansar lo más que puedas. Estos primeros días son cruciales tanto para ti como para la bebé.

𝐍𝐔𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎 𝐋𝐈𝐍𝐃𝐎 𝐁𝐄𝐁𝐄́Donde viven las historias. Descúbrelo ahora