𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

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Sergio suspiró con una mezcla de resignación y ternura mientras sostenía a su pequeña Dahiana, quien chupaba su chupete con satisfacción, ajena a lo que sucedía a su alrededor. Max le sonreía a su esposo con una dulzura e inocencia que siempre lograba calmar cualquier inquietud.

Amor, vamos,─ dijo Max suavemente, alargando la mano para acariciar la cabecita de la bebé quien balbuceo.─ Es hora de sus vacunas diarias, la están esperando y tu entraras con ella. Tú quisiste venir, y además... le pondremos las aretitas hoy. ¿No es increíble? Te prometo que no habrá lagrimas.

Sergio asintió, aunque una pequeña parte de él estaba nerviosa por las vacunas y la idea de ver a su hija incómoda e incluso llorando. Pero al mismo tiempo, sabía que era necesario, y ver a Dahiana con sus nuevos aretes sería un momento especial para los dos

─ Ya verás, será rápido y pronto estará jugando como siempre, babeándote y balbuceando como siempre lo hace.,─ agregó Max, animándolo con una sonrisa. Y un beso en los labios.

Sergio suspiró, asintiendo a regañadientes, pero no soltó a Dahiana por nada del mundo, se aferro a ella. La pequeña ya comenzaba a reconocer el lugar, pero se apretaba aún más contra él, aferrándose a su camiseta como si intuyera lo que venía. 

Sergio sentía ese mal presentimiento crecer en su pecho, pero no podía hacer más que seguir adelante. No quería hacerlo, pero tendría a su Max, mirándolo amenazante.

─ Bueno y ni se te ocurra empezar a mirar feo... entremos,─ dijo Max con suavidad, abriendo la puerta de la clínica.─ Buenos días, doctora Alexandra, ya vinimos.─ saludó al ver a la doctora, quien les devolvió una sonrisa cálida y acogedora.

─ Buenos días, Max. Sergio. Y tú debes ser Dahiana,─ respondió la doctora con una voz dulce, acercándose lentamente para no alarmar a la bebé.─ Es un gran día, pequeña, pero será rápido y pronto estarás jugando con tus papás.

Sergio intentó sonreír, pero no podía evitar sentir su corazón apretado y apunto de salirse de su boca. Mientras tanto, Max, más relajado y sereno, le dio un suave apretón en la mano, tranquilizándolo.

─ Todo estará bien, amor,─ susurró Max, manteniendo la calma como siempre.─ S-Solo.. dolerá un poco, un poquito de nada.

Sergio asintió, pero Dahiana seguía pegada a él, ajena al mundo, y a Sergio no le quedaba más que confiar en que todo saldría bien.

─ Muy bien. Hagamos esto rápido, papis,─ dijo la doctora Alexandra con una sonrisa tranquilizadora mientras guiaba a Sergio a sentarse en una silla, asegurándose de que Dahiana estuviera cómoda en sus brazos.

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⏰ Última actualización: Oct 27 ⏰

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𝐍𝐔𝐄𝐒𝐓𝐑𝐎 𝐋𝐈𝐍𝐃𝐎 𝐁𝐄𝐁𝐄́Donde viven las historias. Descúbrelo ahora