Anteriormente:
—Eso haré— Dijo mientras sentía la mano del contrario apoyarse en su mejilla.
—Si fueras así de obediente siempre no tendríamos estos problemas— recriminó antes de dejar un beso en la frente de Giyuu.
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¿Cuánto tiempo había pasado desde que se quedó viendo una esquina, totalmente perdido? No lo sabía; el tiempo en ese lugar pasaba de manera tan rápida, pero al mismo tiempo tan lenta. Cada segundo se estiraba en la eternidad, y cada minuto parecía desvanecerse en un instante. La sensación de estar atrapado en un limbo interminable se apoderaba de su mente.
Tomioka sentía que sus latidos por fin se relajaban, al igual que su respiración. El temblor en sus manos disminuía, pero no desaparecía del todo. Decidió levantarse del suelo, con movimientos lentos y pesados, como si una fuerza invisible lo estuviera reteniendo. Su mirada se dirigió hacia su cómoda yukata. Con un suspiro resignado, comenzó a cambiarse, despojándose de la suavidad y comodidad de la yukata para ponerse su traje de entrenamiento.
Mientras ajustaba los últimos detalles de su traje, su mente vagaba entre recuerdos y anhelos. Recordó los días en los que luchaba por proteger a otros, impulsado por un sentido de justicia y honor. Ahora, esas motivaciones parecían haberse desvanecido, reemplazadas por una obediencia ciega y una desesperada necesidad de no causar más dolor.
Giyuu cerró los ojos un momento, intentando encontrar dentro de sí mismo la chispa de determinación que lo había sostenido tantas veces. Pero lo único que encontró fue un vacío abismal, una oscuridad que amenazaba con consumirlo. Abrió los ojos al escuchar una nueva voz.
—No deberías hacer enojar a padre—. Una voz acompañada de un cabello rojo apareció en la puerta.
—Ni modo que me quedara con los brazos cruzados— Refunfuñó bajo mientras se hacía su cola de caballo
El recién llegado cruzó la habitación en un par de pasos. Se detuvo frente a Giyuu, observando con desaprobación y un deje de compasión. A pesar de su notoria diferencia de estatura la seriedad de su conversación no se perdió.
—Madre, no olvides quién eres en realidad. No dejes que te conviertan en algo que no eres—. La voz del joven era firme, pero en sus ojos brillaba una chispa de esperanza.
—Silencio, Uraki— ordenó una nueva voz, frunciendo el ceño. —Giyuu ha tomado su decisión. No necesitas intervenir—
—¿Decisión? ¿Esto es lo que llamas una decisión?— replicó Uraki, girando hacia su padre con desafío. —Obligarlo a someterse no es darle una elección—
Giyuu alzó la vista, sus ojos llenos de confusión y un destello de lucha interna. La presencia de Uraki había sembrado una semilla de duda en su mente.
—Ya basta— dijo el más alto con voz peligrosa. —Giyuu, levántate. Es hora de demostrar de lo que estás hecho.—
Giyuu se levantó lentamente, su cuerpo temblando. Miró al niño por un momento más, y luego, con un esfuerzo visible, apartó la vista y caminó hacia su esposo.
—Así está mejor— murmuró muzan, colocando una mano en el hombro de Giyuu. —Vamos. Tu entrenamiento no esperará más—
Mientras salían de la habitación, Uraki se quedó atrás, con el corazón apesadumbrado. Sabía que no podía permitir que su "madre" se perdiera a sí mismo, pero también sabía que enfrentarse a su padre directamente solo traería más sufrimiento para él y posiblemente sus hermanos.
Un fuerte dolor de cabeza lo invadió, haciendo que se tirara de rodillas sobre el piso mientras se agarraba la cabeza. Las lágrimas comenzaron a salir, tratando de apaciguar su dolor.
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El pilar demonio (Mejorada)
Fanfiction-Vas a ser mi esposa desde ahora- Dijo mientras su mano agarraba posesivamente los largos falanges del contrario -Jamas estaría con alguien como tu aunque mi vida dependiera de eso. Maldito demonio- trato de soltarse del agarre del más alto -Ja ¿C...