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La mañana siguiente, me desperté con la sensación de que algo importante estaba por suceder. La tensión con Richard aún no se había disipado del todo, pero el partido del día anterior había logrado que la situación se aligerara un poco. Bajé a la cocina, donde encontré un desayuno preparado por Richard: arepas, huevos revueltos y jugo de naranja.

—Buenos días —dijo Richard, con una sonrisa nerviosa.

—Buenos días —respondí, sentándome a la mesa.

—Pensé que podríamos desayunar juntos y hablar un poco.

Asentí en silencio, tomando un sorbo de mi café. Richard se sentó frente a mí, con una expresión seria.

—Daniela, sé que las cosas han sido complicadas entre nosotros. Quiero que sepas que lo que pasó con esa chica no significó nada para mí. Solo es alguien del pasado que apareció de repente.

—¿Y cómo puedo saber que no va a volver a pasar? —pregunté, con el corazón latiendo rápido.

—Porque no quiero perderte. Eres importante para mí y estoy dispuesto a demostrarlo —dijo, mirándome directamente a los ojos.

Antes de que pudiera responder, el timbre sonó de nuevo. Me levanté a abrir la puerta y me encontré con Santiago y Valeria, que venían a pasar el día conmigo.

—¡Hola, mi niña! —dijo Valeria, dándome un abrazo—. ¿Cómo amaneciste?

—Más o menos —respondí, sonriendo—. Richard y yo estamos hablando.

—Oh, disculpa. No queríamos interrumpir —dijo Santiago, con una sonrisa pícara—. ¿Nos vemos después?

—No, está bien, pasen. Podemos hablar más tarde —dije, dejándolos entrar.

Nos sentamos todos en la sala, y la conversación se tornó animada. Valeria y Santiago contaban chistes y anécdotas, aliviando la tensión. De repente, Santiago se levantó de un salto.

—Oigan, ¿qué tal si organizamos una parrillada esta noche? Podemos invitar a James y a Lucho, seguro se apuntan.

—¡Eso suena genial! —exclamó Valeria—. Necesitamos un poco de diversión.

Richard asintió, con una sonrisa agradecida. La idea de una parrillada parecía ser justo lo que necesitábamos para cambiar el ambiente. Pasamos el día preparando todo: comprando carne, haciendo ensaladas y preparando el jardín.

Por la tarde, James y Lucho llegaron con cervezas y buen humor. La parrillada se convirtió en un evento lleno de risas, música y buena comida. La tensión entre Richard y yo aún estaba presente, pero se sentía más manejable en ese ambiente festivo.

En un momento, James se acercó a mí mientras todos los demás estaban ocupados con la parrilla.

—Daniela, he notado que hay algo entre tú y Richard. ¿Todo bien?

—Es complicado —respondí, suspirando—. Ha habido algunos malentendidos, pero estamos tratando de resolverlo.

—Richard es un buen tipo. A veces comete errores, pero creo que realmente le importas —dijo James, con una mirada sincera.

—Gracias, James. Eso significa mucho —dije, sonriendo levemente.

La noche avanzó y las estrellas comenzaron a brillar en el cielo. La música costeña llenaba el aire, y Valeria empezó a bailar, animando a todos a unirse. Santiago, con su humor característico, se puso a hacer pasos de baile ridículos, causando carcajadas a su alrededor.

Finalmente, Richard y yo encontramos un momento a solas, alejados un poco del grupo. Me tomó de la mano, mirándome con seriedad.

—Daniela, quiero que sepas que estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para que esto funcione. Eres importante para mí, y no quiero que un error arruine lo que podríamos tener.

mi niñero || richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora