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Ríos nos contó un poco sobre su infancia y cómo tuvo que irse a Brasil. También nos introdujo a las culturas brasileñas, soltando unas cuantas palabras en portugués que nos dejaron intrigados.

"Bueno, ya basta", dije mientras mis amigos se levantaban.

"¡Avísame cuando esté listo el almuerzo, Ríos!", grité desde las escaleras.

Entré a mi cuarto donde ya estaban Valeria y Santiago.

— La verdad, está bien bacano — comentó Valeria mientras se acomodaba en la cama.

— Pues sí, para mí está normalito — agregué.

— Deja de hacerte la desinteresada, Andrea. No quieres admitir que está bueno porque te cae mal por ser tu niñero — bromeó Santiago.

— ¿Yo? — respondí incrédula. Valeria y Santiago estallaron en risas.

— Él dijo que tiene un partido. Tal vez podríamos ir a verlo — propuso Valeria, encendiendo mi consola.

— normal — respondí, entregando los controles.

— ¡Buenísimo! ¡y no le has visto los brazos, que rico! — bromeó Santiago, sacando la lengua.

Tomé los controles y le entregué uno a Valeria.

— Ya basta de hablar de mi niñero — dije.

Jugamos un rato mientras Santiago hojeaba unas revistas que tenía en mi habitación.

— ¡Bajen a almorzar! — gritó Ríos desde abajo.

— ¿Y si no quiero? — pregunté bajando delante de mis amigos.

Fuimos al comedor y nos sentamos donde ya estaban los platos servidos.

— ¿Y esto qué es? — preguntó Richard.

— Es carne guisada con aguacate, patacón y arroz de palito — explicó Valeria.

— ¿El qué de qué? — se rió Santiago.

— Valeria es costeña. Quiso decir que es carne guisada con arroz de fideos, aguacate y plátano verde frito. Eso se llama patacón — aclaré.

— Ah, ok — asintió Richard.

— Bueno, te voy a poner al tanto — empezó santiago . — Valeria es costeña, yo soy paisa, y ya conoces a Andrea. Somos mejores amigos gracias al colegio desde hace como 4 años y nos gusta ir a picos como los de la costa porque Valeria nos llevó y nos encantó, además de probar la comida costeña que es bien rica.

— ¿Tú no tienes amigos? — preguntó Valeria justo después de que Santiago terminó de hablar.

— Sí, Tengo un partido pasado mañana, ¿pueden ir si quieren? — ofreció Richard.

— ¡Sí queremos! — dijo santiago

— Ojalá se levanten la camisa — bromeó Santiago con un baile medio sexy, haciéndonos reír a Valeria y a mí, mientras Ríos se unía a la diversión.

— Terminemos de almorzar, tenemos que hacer una maqueta — suspiré, doblando los ojos.

— Tienes que hacerlo — dijo Richard mientras tomaba su jugo.

— ¿Qué es eso? — señalé haciendo mala cara a su vaso.

— Es jugo pero con vitaminas y suplementos, es más rico de lo que parece — explicó.

subimos a mi habitación para enfrentar la maldita maqueta esa.

Cuando terminamos, los chicos se fueron y yo me recosté en la cama hasta quedarme dormida. Cuando me desperté, ya era de día.

— ¡Mierda, voy tarde! — exclamé al ver la hora.

Me duché rápidamente, me puse el uniforme y bajé corriendo. Richard no estaba, así que salí disparada hacia el colegio. Cuando llegué, Valeria y Santiago ya me esperaban.

— ¿Y la maqueta? — preguntó Valeria.

— Maldita sea, se me olvidó — respondí frustrada.

— Tranquila, lo resolvemos después — dijo Santiago con calma.

salí corriendo hasta llegar a la casa de nuevo

— ¿Qué te pasa? — preguntó al verme llegar sudando y agitada.

— La maqueta, se me quedó en casa — dije rápidamente, intentando irme de nuevo.

— Vamos, yo te llevo — ofreció Richard, sacando las llaves de su auto.

— No, no te preocupes...

— Súbete, llegarás más rápido — insistió.

El trayecto fue corto pero silencioso, no incómodamente.

— Bájate con cuidado — me dijo Richard al llegar a la puerta de la escuela..

— Esa falda está muy corta — comentó casualmente.

Me giré y le saqué el dedo, él solo se rió y arrancó.

mi niñero || richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora