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La mañana siguiente fue aún más difícil. Desperté con la pesada sensación de lo que había ocurrido el día anterior. Las redes sociales seguían siendo un campo minado de críticas y acusaciones. Decidí mantenerme alejada de mi teléfono por un tiempo y en su lugar me concentré en prepararme para el colegio.

Al llegar a la escuela, la tensión en el aire era palpable. Todos parecían tener una opinión sobre mí, basada en rumores y manipulaciones digitales. Los murmullos y las miradas de desaprobación me seguían a cada paso. Me sentía como si estuviera en un campo de batalla, luchando contra la percepción distorsionada que los demás tenían de mí.

Durante el receso, decidí hablar con Valeria y Santiago, quienes habían sido testigos de todo desde el principio. Los encontré en una esquina del patio, discutiendo en voz baja.

—Chicos, necesito hablar con ustedes —dije, acercándome con cautela.

Santiago me miró con preocupación, mientras que Valeria parecía estar a punto de explotar de frustración.

—Daniela, esto es una locura. No puedes dejar que estas personas te definan así —dijo Valeria, con una mezcla de enojo y tristeza en su voz.

—Lo sé, pero ¿cómo puedo detenerlo? —respondí, sintiendo el peso abrumador de la situación.

—Debemos enfrentar esto juntos. Necesitamos encontrar una manera de desmentir estas mentiras y demostrar quién eres realmente —dijo Santiago, con determinación en su voz.

Decidimos idear un plan para contrarrestar los rumores en las redes sociales. Valeria sugirió que publicáramos nuestras propias historias y evidencias que mostraran la verdad, mientras que Santiago propuso hablar con algunos amigos influyentes que podrían ayudarnos a difundir el mensaje correcto.

Esa tarde, nos pusimos manos a la obra. Publicamos fotos y videos que mostraban momentos genuinos de mi vida, demostrando que no había nada entre Richard y yo más allá de una amistad incipiente. Santiago contactó a algunos amigos influyentes, quienes compartieron nuestras publicaciones y comenzaron a desafiar las narrativas falsas que circulaban.

A medida que pasaban las horas, comenzamos a ver una pequeña pero significativa respuesta. Los comentarios en las redes sociales se volvieron menos hostiles, y algunos de mis amigos comenzaron a expresar su apoyo públicamente. Era un pequeño rayo de esperanza en medio de la tormenta.

Esa noche, después de un largo día de lucha, me senté en mi habitación con una sensación de agotamiento y alivio. Richard se acercó, con una expresión de disculpa y determinación en sus ojos.

—Daniela, estoy tan arrepentido por todo esto. Nunca quise que te involucraras en algo así —dijo, sinceramente.

—Lo sé, Richard. Gracias por estar aquí para mí —respondí, sintiendo un atisbo de gratitud por su apoyo.

—Vamos a superar esto juntos. No permitiré que te lastimen de esta manera otra vez —dijo, tomando mi mano con firmeza.

mi niñero || richard rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora