Capitulo 2

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Han pasado tres días desde que conocí a Juan, ayer recibí una nota de el en la que me dejaba saber que hoy vendría de visita al palacio aunque, eso sería para venir por mi porque me invitó a pasar la tarde con el y obviamente acepte.

Me miró en el espejo una vez más para confirmar si mi apariencia es aceptable. Me decidí por un vestido rosa de seda con piedritas doradas bordadas en el, tiene un listón azul celeste en la parte de mi cintura para luego dejar caer el resto del vestido hasta llegar antes de mis tobillos. Llevo mi pelo suelto como de costumbre y unas zapatillas rosa pastel.

Tomé una pulsera de diamantes pequeños para terminar de darle el toque final a mi aspecto.

—Señorita. —llama al otro lado de la puerta mi doncella—. El comandante Juan la espera en el jardín. —avisa animada.

Me pongo nerviosa apenas escucho aquello y empiezo a respirar hondo para calmarme.

Bajo las escaleras para luego salir al jardín donde distingo la figura de Juan observando la parte en donde mi madre y yo tenemos las flores plantadas.

—¿Te gustan? —pregunto a sus espaldas. Voltea a mirarme con esa sonrisa tan apuesta que lo identifica.

—Bueno, hay que admitir que las de Tulipán me recuerdan a alguien. —responde sonriente.

—¿Se puede saber a quien? —pregunto con cautela.

—A ti. —alega haciéndome sonrojar de inmediato—. Te vez muy hermosa el día de hoy, aunque he de admitir que lo haces siempre. —espeta para volver a fijar su vista en las flores.

El va hoy vestido con un traje azul marino que le combina muy bien con su tono de piel. Su pelo está vez está peinado de un lado y su perfume dulce llena todos mis sentidos.

—¿Bueno, a donde iremos hoy reina mía? —pregunta volviendo su atención hacia mi.

—Bueno era justo lo que te iba a preguntar. —respondo sonriente.

—Bueno acompáñame. —pide tomando mi mano para sacarme del palacio.

—Espera. —pido deteniéndome—. Tengo que avisarle a mis padres.

—Ya yo les avise. —informa sonriente—. Ahora vamos.

Vuelve a tomarme de la mano llevándome afuera del palacio mientras voy sonriente en su compañía.

El calor de su mano en la mía me pone nerviosa, aunque trato de no hacerlo ver para así no verme tonta.

Entramos al carruaje entre risas para después empezar a esperar a ver a donde vamos.

—¿A dónde vamos? —pregunto curiosa.

—Es una sorpresa. —responde seguro.

—Ay vamos dímelo, de todos modos lo sabré.

—Si pero cuando lleguemos, por ahora es una sorpresa.

Tiro un suspiro de derrota mientras espero pacientemente a llegar, aunque esto se ve interrumpido cuando la curiosidad me gana.

—¿Me llevarás a almorzar? —pregunto entre cerrando los ojos.

—¿A almorzar a las 3 de la tarde? —pregunta en su lugar.

Suelto una carcajada ante mi pérdida noción del tiempo mientras el me acompaña en mis risas divertido.

—Bueno, ¿entonces me llevarás a cenar? —pregunto para no rendirme.

—¿Cenas a las 3 de la tarde? —pregunta entre risas.

—Bueno por favor sólo dime. —pido indignada.

—Bueno te lo diré. —dice y yo me emociono. Pero después de unos segundos sólo me sigue mirando así que me lleno de ansiedad.

—Estoy esperando que me digas. —informó impaciente.

—Lo se. —responde sonriente.

—¿Bueno entonces porque no me dices? —cuestionó.

—Porque estoy haciendo tiempo para llegar y que lo descubras por ti misma. —dice y no me da tiempo de responder cuando ya veo su sonrisa de victoria al notar que ya hemos llegado.

—Eso fue trampa. —digo recibiendo su mano para bajar del carruaje.

—Bueno, espero y sea paciente señorita.

—Pues creo que no soy muy buena para eso. —digo por fin viendo el lugar en donde estamos.

Es un campo. Si, un campo, tiene césped recién salido y con un tono verde oscuro. Se ve un parque a lo lejos y también unos banquillos cerca del lugar.

—¿Qué es este lugar? —pregunto extrañada. He visitado muchos lugares de Boksnoskt pero nunca había visto este lugar.

—Bueno es el campo central de Boksnoskt. Aquí venía mi madre a hacer picnic con sus amigas. —responde con algo de nostalgia.

—¿Ella está bien? —pregunto preocupada. Pues si habla de ese modo sólo quiere decir que…..

—Murió cuando tenía 10. —responde tocando su nuca con incomunidad—. Bueno ven acompáñame. —pide cambiando el tema.

Unos segundos después de que nos alejamos un poco de el parque llegamos a un lugar en donde hay un árbol de manzanas bastante grande haciendo sombra a un mantel que está estirado en el césped bien acomodado bajo el árbol. Tiene unas ensaladas de frutas con galletas y jugo de naranja, cosa que me hace sonreír ante tal detalle.

—¿Aquí es? —pregunto admirando el gran árbol. La luz del sol le da un brillo súper llamativo el cual es de admirar.

—Si, lo preparé todo yo ¿Te gusta?

—¡Pues claro Juan!, me encanta, desde que soy una niña no salgo de picnic y bueno esto me encanta, gracias. —espetó alegremente.

Es cierto, la última vez que salí de picnic fue con mi madrina Cleo y eso fue cuando yo tenía como unos 12 años o algo así y el hecho de que el se haya tomado el tiempo de hacer esto hace que muchas mariposas se planten en mi interior. Se podrá ver algo simple pero lo más importante aquí es el detalle.

—Que bueno que te guste. —dice sentándose en un lado de el mantel para después ofrecerme puesto a su lado.

La sombra del árbol de manzana hace que la brisa nos pegue haciendo el lugar más acogedor y placentero. Me siento a su lado mientras sonrió sin dejar de pensar en lo bonito que es este detalle el cual nadie más había hecho por mi.

—Bueno señorita, déjeme decirle que es usted la primera mujer con la que salgo de picnic. Por lo menos la primera mujer que no es mi mamá. —dice tomando una galleta de chocolate. Yo hago lo mismo mientras sigo sonriendo alegremente.

La verdad es que no me relaciono con tantas personas, y el echo de que hagan cosas así para pasar tiempo conmigo es algo muy importante para mi.

—Bueno, también es la primera vez que lo hago con un hombre. —espetó con inocencia. «Que gran error»

Veo como Juan me mira con cautela mientras reprime una carcajada cosa que no logra.

Cierro los ojos con vergüenza al darme cuenta de la barbaridad que he dicho.

—Así que la primera vez he. —recalca entre risas.

—Me refería al picnic. —Me defiendo uniéndome a sus risas.

—Si claro, claro, te creo. —dice con ironía mientras sigue en sus carcajadas.

—Bueno aclaró que me refería a el picnic.

—Bueno señorita inocencia, yo le creo.

—¿Qué le pasó a tu madre? —pregunto con tristeza aprovechando para así cambiar el tema. Yo sin mi madre no podría vivir, y saber que alguien como Juan vive sin la suya me hace sentir mal.

—Bueno ella tenía una enfermedad a la cual no pudo tratar a tiempo y bueno, sólo falleció. —responde apartando su mirada de mi.

—Lo lamento mucho.

—Pasó hace mucho así que no hay nada que lamentar. Más bien dime tu algo que deba de saber de ti. —pide para cambiar de tema.

—Bueno mi vida como princesa es totalmente aburrida cumplo año en dos meses y pues diariamente discuto con mi hermano por hablar de quien se merece el trono. —digo tomando otra galleta de chocolate mientras el sirve el jugo de naranja pacientemente.

—Bueno, lo único que me llamó la atención fue lo de tu cumpleaños. —comenta ofreciéndome jugo.

—Bueno no es que sea algo súper llamativo para hablar la verdad. —comentó sin mucho ánimo.

—¿Qué fecha será?

—El 14 de agosto. —le informó.

—¿Y tu cuando cumples? —pregunto curiosa.

—Hoy. —responde mientras come ensalada de frutas.

Me sorprendo pero no le creo.

—No te creo, ¿hoy?

—Si, por algo decidí pasar la tarde contigo. Será el mejor de mis cumpleaños. —responde con tranquilidad.

—¡Oh Juan!. Debiste habérmelo dicho. Hubiese preparado un obsequio. —digo con tristeza.

—Tranquila, tu eres mi mejor regalo Cristal. Además, no es que este día sea muy importante. —dice poniendo una mano en mi hombro.

—Bueno, por lo menos déjame desearte feliz cumpleaños. —pido sonriente.

—Bueno ya lo acabas de hacer, pero gracias. —responde mirándome con esos ojos, esos ojos que sonríen al verme, y se que eso suena ridículo, pero es la verdad, cuando me mira siento como si su mirada me estuviera sonriendo, y eso es lo mejor que me puede pasar. Mirar a esos ojos.


***

La tarde paso rápido y en menos de lo esperado ya estábamos de vuelta al palacio. Esta tarde me sirvió para conocer a Juan, pasar este tiempo con el me hace bien. Nunca faltan las risas y los nervios a su lado, se que es algo simple, pero yo lo siento de otra forma. Muchas veces me hizo sonrojar con uno que otro halago y queda cien por ciento confirmado de que le gusta causar el carmín de mis mejillas.

Mi madre invitó a Juan a quedarse para la cena así que aquí estamos el a mi lado izquierdo sin hacer ningún comentario pero si dirigiéndome miradas fugitivas de vez en cuando a las cuales yo correspondo nerviosa. Mis padres terminan su cena rápido y se despiden de todos antes de marcharse a su alcoba.

—¿Juan y tu tienes novia o estás comprometido o algo así? —pregunta el imprudente de mi hermano rompiendo el silencio.

Ahora solamente estoy ansiosa por escuchar cual es la respuesta de Juan. No creo que tenga novia, tampoco que este comprometido y que este casado menos. No me ha comentado nada de eso y es por ello que aseguro que no tiene algo con alguien más.

—No nada de eso. —asegura posando su mirada en mi—. Aunque pronto la tendré.

Apartó la mirada incómoda ante lo que ha dicho ¿le gusta alguien? Claro no todo podía ser tan bonito, algo malo tendría que a ver. Le gusta alguien ¿¡como puede ser eso posible!? Estoy mal lo sé, está mal bueno no se estoy confundida le gusta alguien y no se porque razón reaccionó así. Sólo somos amigos y el jamás me aseguró que entre nosotros en un futuro pasaría algo más. Y además, apenas lo estoy conociendo.

—Entonces le gusta alguien. —comenta Busko.

—Pues de gustar, gustar no. Sólo digamos que estoy conociendo a alguien. —responde seguro.

—¿Y cómo es ella?

—Busko ya basta. —pido entre dientes.

—Tranquila no me incomoda. —asegura Juan a mi lado—. Ella es una persona asombrosa la verdad, la conozco desde hace muy poco, pero aún así me gustan muchas cosas de ella. Aunque no sería capaz de contárselo porque creo que no soy suficiente. —espeta Juan con su mirada en mi.

Espera….

No está hablando de mi ¿o si? No, no, eso no, estoy alucinando.

—¿Es una plebeya? —pregunta Busko insistiendo en el tema. Ahora si quiero estar atenta a lo que Juan responda. Lo miro al igual que Busko esperando una respuesta de parte de Juan.

—No. —responde con una sonrisa—. Es una princesa. Aunque aún no tengo planes diferentes a conocernos.

Mi corazón sufre de un colapso al escuchar sus palabras, puede estar hablando de cualquier princesa ¿No? Aunque yo quiero pensar que sólo habla de mi.

Veo a Busko sonreírme con picardía mientras hace seña con sus ojos indiscretamente.

—Genial una princesa. —dice en un tono pícaro—. Bueno yo ya me retiro tengo cosas que hacer, un placer compartir la mesa con….. Bueno con ustedes. —espeta para después tomar su camino fuera del comedor dejándome sola con Juan.

—¿Te incomode? —pregunta Juan preocupado.

—No, estoy bien. —aseguró.

—Bueno de todas maneras una disculpa, no quería incomodarte.

—Y no lo hiciste. Estoy bien.

Y es cierto, estoy bien, se trata de mi o al menos eso creo así que si, estoy bien.

Rato después decidimos quedarnos en el lago que se encuentra en el segundo jardín del palacio. La verdad es mi lugar favorito, me encanta estar aquí. Es un lago grande en donde hay agua clara y una tranquilidad excelente, sólo se escucha el sonido de la noche al andar.

—¿Te anima el tema de ser reina? —pregunta Juan a mi lado. Estamos sentados en el césped y aunque no acostumbro a hacer estas cosas a su compañía todo es asombroso y posible.

—Si, y mucho, aunque tampoco es tan fácil como parece.

—¿Dices que no es fácil lo de gobernar? O ¿Qué no es fácil convertirte en reina? —pregunta confundido.

—Las dos cosas son iguales de difíciles. —espetó con agonía.

—¿Por qué?

—Bueno la primera es porque no es fácil enfrentarse a dar la cara por toda tu nación, son cosas difíciles, hay personas que quieren arrebatar lo que logras y no es nada fácil proteger a un montón de personas tu sola. —explico—. Y la segunda es porque será muy difícil convertirme en reina ya que soy la hija menor, aunque quiera el legado deja claro que es el primer heredero el que debe poseer el trono y pues como vez soy la segunda heredera.

Aunque no lo quiera admitir mis palabras son ciertas, pues soy la segunda y por eso será Busko quien tomé el cargo porque aunque yo trate de hacer lo posible para que eso no suceda son leyes que hay que acatar si o si.

—Bueno pero no todo es malo. —dice para animarme—. Si dices que es difícil llevar ese cargo ¿No crees que es lo mejor que no quede en tus manos?

—Tal vez, aunque aún así es mi sueño y no quiero dejarlo sólo por unas estúpidas leyes. —espetó frustrada.

—Entiendo, pero aún así ya habrá tiempo para ver eso porque los reyes no se retiraran ya ¿o si?

—No, aún no. —aseguro desviando mi vista al lago—. Bueno ¿y tu? ¿Cómo es eso de ser comandante? —pregunto con curiosidad.

—Bueno tampoco es nada fácil. La verdad es que se te autoriza a estar al frente de cada enfrentamiento y dar la vida por tu nación, así que diría que tampoco es fácil.

—Bueno, supongo que es así como funciona. —digo volviendo a posar mi mirada en el.

—Bueno, la vida no es fácil, aunque tratemos de hacer el mejor camino para no tropezar siempre tenemos que hacerlo para aprender a ser fuertes y levantarnos. —musita con tranquilidad. Le dedicó una sonrisa animada ante sus palabras.

El tiene razón, la vida no es fácil para nadie, y aunque queremos crear el camino más fácil siempre tenemos que caer para levantarnos y ser fuertes.

—¿Quieres que te cuente algo? —pregunta con una sonrisa frágil.

—Claro, dime.

—Se cuenta que hubo un hombre que se enamoró de una estrella, el la observaba todas las noches, siempre se quedaba horas admirándola en silencio. Antes de que el hombre muriera juro amor eterno a la estrella, aseguró que se juntaría con ella después de la muerte. El hombre la llamaba la estrella del amor, y desde entonces las parejas de enamorados deseaban a la estrella suerte para que sus amores durarán eternamente.

Tiene su mirada en el cielo estrellado mientras yo solo quiero saber que quiere decir con eso.

—No entiendo, ¿Qué quieres decirme con eso? —cuestionó confundida.

—Cristal tu eres mi estrella del amor. —confiesa, mi corazón empieza a sufrir de un colapso al escucharlo decir esas palabras—. A ver no te describiré  exactamente lo que quiero decir, sólo memoriza el principio de la historia y comprenderás.

¿Memorizar el principio? ¿cómo hago eso? No comprendo nada.

—Bueno, yo creo que mejor ya me voy. —informa poniéndose de pie para luego ofrecer su mano para que haga lo mismo. Me levanto rápidamente.

—¿Cuándo nos volveremos a ver? —pregunto regalándole una sonrisa.

—Bueno, creo que no será tan pronto como quisiera. —dice en un lamento—. Tengo que viajar mañana temprano a la frontera y quedarme allí por una semana.

—Que mal, pero entonces prométeme que en una semana vendrás y que me escribirás pronto. —pido con voz firme.

—Pues claro que si lo hare. Prometido.

—Bueno, cuando vuelvas te daré tu obsequio. —le informó sonriente.

—No es necesario, Tu eres mi mejor obsequio.

—Si es necesario, así que no discutiremos más el tema.

—Como diga mi princesa. —dice sonriente.

Después de despedirnos me meto en mi alcoba aún con los pensamientos a flote. El hablo de la estrella, pero aún no entiendo que tiene que ver el principio conmigo.

A ver, el hombre se enamoró de una estrella. Pues Juan no dijo si el hombre era un hombre importante así que supongo que era un hombre normal, un hombre común ni rico ni pobre. Un hombre que se enamoró de una estrella. Las estrellas son inalcanzables y muy hermosas ¿no? Así que….. aún no entiendo.

Bueno, tengo una semana para averiguarlo, así que me pensaré eso noche y día hasta descifrar que me quiso decir con eso.


***

Desde hace dos días se fue Juan a la frontera, cosa que me ha mantenido totalmente aburrida de saber que aún faltan 5 días para poder verlo.

Me encuentro ahora en casa de Kiff quien ha sido mi mejor amiga desde que tengo memoria, ella es hija del consejero de mi padre, y desde siempre hemos tenido una gran amistad. Su casa está afuera del palacio así que para visitarla tengo que ir al pueblo. Por suerte vive cerca de casa de mi madrina así que no se me hace difícil llegar hasta su casa.

—Estoy tan emocionada. —espeta tirándose a la cama con una gran sonrisa y con la carta pegada en su pecho.

—Bueno pero ya dime que dice. —pido impaciente. Lleva media hora con esa carta y no me ha dejado ni mirar el sobre. Según lo que me dijo la carta es de su novio que es un soldado de Boksnoskt y quien ahora mismo debe de estar dos semanas en la frontera para hacer guardia.

—Bueno, me dice que me extraña mucho y que siempre piensa en mi y esas cosas. —informa con una gran sonrisa.

—Bueno y ustedes no llevan mucho tiempo ¿o si?.

—No, somos novios desde hace dos semanas, aunque el ya se presentó como mi novio aquí en casa.

—¿Por qué razón no me contaste? —pregunto con fingida indignación. La verdad me alegra mucho ver a mi amiga de toda la vida tan enamorada, y aunque no creo que sea posible enamorarse en tan poco tiempo si creo que ella quiere intentarlo.

—Bueno tu estabas ocupada y no quería molestarte. —dice hundiéndose de hombros.

—Bueno, eso ya no importa, lo único que importa es que seas feliz.

—Y lo soy. —asegura—. ¿y tú?, ¿aún no has encontrado a tu alma gemela?

—No, esas cosas no son para mi.

—Hay Cristal, todos encontramos el amor así no lo busquemos. —dice segura de sus palabras.

—Pues no lo sé. Estoy conociendo a alguien. —espetó jugando con mis manos nerviosa.

—Cuéntame más. —pide incorporándose en la cama atenta a lo que vaya a decir.

—Bueno se llama Juan y es el comandante militar. —Le informó con una sonrisa nerviosa.

—¿¡Que!? Cristal eso es asombroso. —grita con emoción.

—Se discreta Kiff. —pido entre dientes.

—Ok, ok, pero cuéntame ¿Ya se dieron su primer beso?

—Nooo. Apenas nos conocemos Kiff.

—Bueno , bueno. ¿Pero te gusta? —pregunta ansiosa.

—No lo sé Kiff, es muy pronto para decir si me gusta o no. —espetó con inseguridad.

Es cierto, apenas nos conocemos y es muy pronto para decir que me gusta, si me emociono cuando lo veo y eso pero aún así eso no significa nada.

—Bueno pero igual eso no tiene nada que ver, ¿Salimos a caminar?

—No se creo que es tarde. —digo con duda, mis padres nunca me permiten andar en caminata en las noches y más fuera del palacio.

—Hay vamos, sólo un momentito ¿Si?
—Bueno esta bien pero que sea rápido.

Salimos de la casa de Kiff para empezar a caminar hacia yo no se donde. La luz de la luna se hace presente y diría yo que ya son casi las 7.

Empezamos a caminar por las calles que se encuentran desoladas, la luz de los postes y de la luna es lo único que nos acompaña mientras caminamos.

Entonces empiezo a sentir algo extraño. Kiff sigue hablando de lo bien que la trata su novio mientras yo a mis espaldas siento como si estuviese siendo observada.

Me volteó desde mi propio eje para asegurar que nadie nos sigue. Nada, vacío, sólo estamos nosotras caminando por la calle, pero aún así siento que me observan, como si alguien estuviera persiguiéndome.

—Cris ¿Estas bien? —pregunta Kiff al ver mi angustia.

—Si lo mejor va a ser que ya me vaya, no quiero tener sermones al llegar. —espetó aún angustiada pero optó por irme y no pensar en eso.

—Okey entonces vámonos.

Aquí les dejo a quien se convertirá en nuestra nueva fantasía😻

Aquí les dejo a quien se convertirá en nuestra nueva fantasía😻

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Nuestro Juancito 😊

La Obsesión Del Rey★ [#1] [Terminada✓] [Editando©]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora