𝓜𝓮 𝓬𝓸𝓷𝓿𝓮𝓻𝓽𝓲 𝓮𝓷 𝓽𝓲

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La batalla continuaba sin descanso, el aire se cargaba de furia y resentimiento. Mientras los bandos se enfrentaban con una violencia imparable, Akemi, luchando al lado de Sara, se mantenía firme, haciendo frente a los miembros de Kisaki y Touman con una determinación feroz. Los Haitani, conocidos por su ferocidad, no dejaban de luchar, pero pronto algo más significativo ocurrió: Shuji, el hermano de Akemi, se lanzó al frente, protegiéndola con una lealtad inesperada. Su intervención hizo que la batalla tomara un giro aún más impredecible.

—Haces unos buenos alborotos, tonta —dijo Shuji con una sonrisa burlona, mientras desarmaba a Manjiro.

El grito furioso de Kisaki resonó en el lugar, acusando la traición de Shuji. Este, con una calma perturbadora, se alejó de los demás, dándole un golpe a Manjiro que lo apartó momentáneamente de Akemi.

—Te lo advertí hace mucho tiempo —dijo Shuji, su voz llena de amenaza. No se podía dudar de su decisión—. No puedes meterte con ella.

—Esto va a ser muy interesante —comentó Izana Kurokawa, el peliblanco con una sonrisa sarcástica—. A K E M I —deletreó en un tono burlón.

La pelea se intensificó con una ferocidad que superaba todas las expectativas. Los hombres de Manjiro atacaban sin piedad, pero los de Akemi se defendían con destreza, protegiéndose de la lluvia de balas y la violencia implacable. Las bajas se acumulaban en ambos bandos, pero ninguno de los combatientes parecía dispuesto a rendirse.

El perro más fiel de Manjiro, Sanzu Haruchiyo, se lanzó al ataque con furia. En el proceso, logró herir a Shuji en el brazo con su katana, una herida que fue resultado directo de su valentía al proteger a Akemi. Pero esta no se quedó atrás. Sin pensarlo dos veces, Akemi agarró una barra de hierro y la utilizó como lanza, atacando con una rapidez letal. El sonido de su oponente riendo de manera burlona la irritó, pero no permitió que las provocaciones la afectaran.

—Eres buena peleando cuerpo a cuerpo —comentó Sanzu, lanzando otro ataque aún más fuerte—. Pero te cortaré la cabeza con mi preciada katana.

—Inténtalo si puedes —respondió Akemi, desafiando a su enemigo.

La batalla parecía alcanzar su clímax, pero las palabras de Sanzu hicieron que Akemi dudara un instante.

—No creas que no iré detrás de ese mocoso que tienes, ¿cómo se llamaba? Oh, cierto, Taiki Mitsuya —dijo Sanzu, la burla en su tono evidente.

Las palabras de Sanzu hicieron mella en Akemi, y la distracción que causaron fue suficiente para que la chica terminara en el suelo, vulnerable. La katana de Sanzu se acercó rápidamente a su garganta, y la fría sensación del acero le heló la piel. No tuvo más opción que mirar a su enemigo a los ojos, sabiendo que la victoria de él parecía inevitable. La sonrisa de Sanzu se ensanchó, creyendo que había finalmente ganado.

—Es tu final, maldita molestia —dijo en tono oscuro, su voz llena de veneno.

Pero mientras la katana se acercaba a su cuello, los pensamientos de Akemi se centraron en Taiki y Mitsuya, los dos que más amaba en el mundo. Con su respiración entrecortada, murmuró el nombre del niño:

—Taiki... Mitsuya...

El pensamiento de su hijo, el amor que sentía por él, y su deseo de protegerlo, despertaron algo en ella. La lucha por sobrevivir no solo era por ella, sino también por Taiki. Y esa determinación renovada, ese fuego en su corazón, era todo lo que necesitaba para no rendirse.

El destino de Akemi y de todos los involucrados estaba por decidirse en ese instante.

La batalla estaba llegando a su punto culminante, el caos y la violencia llenaban el aire. Sanzu, confiado en que su victoria era inminente, estaba a punto de asestar el golpe final cuando Akemi, con una rapidez mortal, reaccionó de manera inesperada. Golpeó las piernas de Sanzu con su lanza, provocando su caída y un fuerte golpe en su cabeza que lo dejó aturdido. Akemi, con un rostro inexpresivo, apuntó la katana de su oponente hacia él, ahora en una posición de poder, mientras el odio y la rabia brillaban en los ojos de Sanzu.

𝓣𝓱𝓮 𝓖𝓸𝓭 𝓸𝓯 𝓭𝓮𝓪𝓽𝓱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora