¿𝐓𝐞 𝐯𝐚𝐬?

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La mala suerte golpeó de lleno cuando Kisaki convocó una reunión esa misma tarde. Akemi y Sara sabían que tendrían que pensar en qué hacer con el asunto del embarazo más tarde, pero por un descuido, la prueba quedó olvidada. Una criada del lugar la encontró y, sin saber lo que estaba pasando, la entregó a Kisaki esa misma tarde. Akemi, sumida en la preocupación, no había tenido en cuenta esconderla, y Sara, al estar detrás de ella, tampoco lo había hecho.

La reunión terminó, y por orden de Kisaki, algunas chicas, junto a Akemi y Sara, fueron retenidas en la habitación.

—Lo preguntaré solamente una vez —dijo Kisaki, con tono furioso—. ¿De quién es esta jodida prueba de embarazo? —lanzó la prueba sobre la mesa.

El corazón de Akemi se aceleró más de lo que imaginaba. Sin embargo, mantuvo su apariencia calmada y tranquila. Estaba a punto de hablar, lista para asumir la responsabilidad y revelar que la prueba era de ella, aunque sabía lo que eso significaría. Pero antes de que pudiera decir algo, Sara se adelantó, levantando la mano para llamar la atención de todos.

—E... es mía —dijo Sara, actuando con gran destreza, aparentando terror mientras se mantenía firme ante Kisaki—. Por el trabajo que hemos tenido, acabo de enterarme de que estoy embarazada, pero mi vientre aún no se ha notado —dijo, mirando a Kisaki con una expresión de temor genuino—. P...prometo que no interferirá en mis labores.

Kisaki se quedó en silencio por un momento, mirando a Sara, antes de calmarse.

—Está bien —respondió finalmente, tomando asiento—. Tratándose de ti, no tengo problemas. No te esfuerces demás, y a partir de ahora, tendrás solo trabajo administrativo, sin tanta carga, entendido, Hino?

—S...sí, muchas gracias, señor Tetta —respondió Sara, aliviada pero aún temerosa.

—Seguirás bajo las órdenes de Akemi, si ella lo permite, seguirás aquí.

—Lo aceptaré. Hino se encarga de la mayoría de inventarios y papeleo. Reduciré sus funciones para que no afecten su embarazo —añadió Akemi, mirando a Kisaki con calma.

—Bien, pueden marcharse —ordenó Kisaki, con tono autoritario.

Kisaki se encontraba sumido en sus pensamientos, buscando lógica en todo lo que rodeaba el embarazo de Sara Hino

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Kisaki se encontraba sumido en sus pensamientos, buscando lógica en todo lo que rodeaba el embarazo de Sara Hino. Le resultaba extraño que la confidente de Akemi estuviera en ese estado, especialmente si su vientre no era visible. Hanma, por otro lado, no entendía por qué Kisaki seguía dándole vueltas a la situación, pero Kisaki simplemente lo ignoraba, centrado en su investigación.

—Oye, ¿estás escuchándome? —reclamó Shuji, frustrado por la actitud de Kisaki.

—Hanma, investiga la veracidad de Sara Hino —dijo Kisaki con tono serio, sin apartar la mirada de los papeles sobre la mesa.

—¿Y ahora no te vas a sacar eso de la cabeza? —respondió Hanma, molesto—. Eres irritante.

—Es una maldita orden, yo digo, tú haces. Así de simple —Kisaki no cedía en su determinación.

𝓣𝓱𝓮 𝓖𝓸𝓭 𝓸𝓯 𝓭𝓮𝓪𝓽𝓱Donde viven las historias. Descúbrelo ahora