1982
Harrison Potter caminaba nerviosamente por el Callejón Diagon, guiado por el gigantesco Hagrid. La vida del joven había cambiado radicalmente en cuestión de días. Un huérfano despreciado por sus tíos, ahora se encontraba en un mundo mágico del que apenas empezaba a comprender su magnitud. El bullicio del Callejón, con sus tiendas llenas de objetos mágicos y magos de todas las edades, lo abrumaba.
“¿Esto es real, Hagrid?” preguntó Harrison, mirando asombrado a su alrededor.
“Real como el pan de cada día, Harry,” respondió Hagrid con una sonrisa. “Estás a punto de entrar en el banco de los magos, Gringotts. Te aseguro que no hay nada más real que eso.”
Llegaron a Gringotts, el banco de los magos, y Harrison no pudo evitar sentirse intimidado por los duendes que los recibieron con miradas escrutadoras. Los duendes eran criaturas pequeñas pero imponentes, con orejas puntiagudas y dedos largos que parecían capaces de detectar cualquier mentira o engaño.
“Bienvenidos a Gringotts,” dijo un duende con una voz nasal y aguda. “¿En qué puedo ayudarles?”
“Tenemos una cita,” dijo Hagrid, entregando una carta con el sello de Hogwarts. El duende la examinó detenidamente antes de guiarlos a una oficina privada.
“Señor Potter,” comenzó el duende una vez que estuvieron sentados, “ha sido convocado para una revisión de sus bienes. Al parecer, hay algo más que necesita saber.”
Harrison se sentó, inseguro, mientras el duende sacaba una gran caja de madera. Al abrirla, encontró una serie de documentos, cartas y un anillo antiguo con el escudo de armas de los Potter. Los ojos de Harrison se abrieron con asombro al ver el contenido de la caja.
“Eres el último heredero de la Casa de Potter,” continuó el duende. “Además, has sido reconocido como el legítimo Lord Potter. Tu herencia incluye no solo riquezas inimaginables sino también varias propiedades y artefactos familiares de gran valor.”
Harrison estaba atónito. La revelación de su linaje y la riqueza que ahora poseía era abrumadora. Pero junto con la fortuna, vino una pesada responsabilidad. Harrison sintió que el peso de su destino caía sobre sus hombros.
“No lo entiendo,” murmuró Harrison. “¿Cómo es que soy un Lord? ¿Y qué significa eso exactamente?”
“Significa,” explicó el duende, “que eres el jefe de tu familia, responsable de mantener su legado y proteger sus intereses. También tienes ciertos derechos y deberes dentro de la comunidad mágica, incluyendo un asiento en el Wizengamot, el tribunal supremo de los magos.”
“Pero... yo no sé nada de esto,” dijo Harrison, sintiendo que el suelo se desvanecía bajo sus pies. “Solo soy un niño.”
“Un niño que ha sobrevivido a lo impensable,” dijo Hagrid con firmeza. “Eres mucho más fuerte de lo que crees, Harry. Y ahora, tienes los recursos para aprender y crecer en el mundo mágico.”
El duende asintió. “Además de las propiedades y las riquezas, también hay documentos y artefactos que pueden ayudarte a entender más sobre tu familia y su historia. Te recomendamos que los revises detenidamente.”
Esa misma tarde, después de haber sido guiado por las impresionantes cámaras llenas de oro y joyas, Harrison decidió que utilizaría sus recursos para comprender mejor el mundo mágico y, quizás, encontrar respuestas sobre la muerte de sus padres. Mientras recorría las cámaras, no pudo evitar sentir una mezcla de asombro y responsabilidad.
“¿Puedo llevarme algunos de estos documentos a Hogwarts?” preguntó Harrison.
“Por supuesto,” respondió el duende. “Estas son tus pertenencias. Puedes disponer de ellas como desees.”

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Dark Lord Potter
خيال علميEn un giro inesperado del destino, Harrison Potter descubre en Gringotts que es el legítimo heredero de la antigua y poderosa Casa de Potter, poseedor de riquezas y responsabilidades inimaginables. Al ingresar a Hogwarts, es seleccionado en Slytheri...