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"Cuando un libro se quema, los recuerdos vuelven"

Flash back de Jeff

No deberíamos haber estado allí, ni ese día al caer la tarde de un sombrío día de invierno, con el sol rojizo escondiéndose tras los árboles desnudos, ni en ningún otro momento. Tampoco deberíamos haber cruzado el bosque, al otro lado del lago helado, pero era el sendero más directo a casa, y el frío me calaba hasta los huesos, apresurando mis pasos hacia el calor del hogar. Ese día me había retrasado, con la esperanza de atrapar algunos conejos. El sol ya se ocultaba cuando vi a un chico corriendo hacia nosotros; mi corazón saltó, deseando que fuera Perannon Cooper, pero en su lugar, era Way. Mi hermano agitaba la mano y gritaba mi nombre, aunque una ráfaga helada de viento se llevó sus palabras.

"...no podía soportarlo más," dijo, recuperando el aliento, ya cerca. "Mamá dijo que, si había terminado mis tareas, podía venir y ayudarte a llevar los conejos a casa."

"No necesito ayuda con tres conejos," le respondí con una sonrisa.

Way me devolvió una sonrisa radiante. Descendimos la colina y nos adentramos en el bosque.

A pesar de ser mayor, Way siempre ha sido el mimado de la familia. Desde su nacimiento, se sabía que era omega: adorable, dulce y encantador, despertaba instintos de cuidado, amor y protección. Mi llegada al mundo no trajo esa misma certeza. Con padres ambos beta, se asumía que yo seguiría su ejemplo. Crecí con esa idea, y aunque por edad no correspondía, siempre sentí que era mí deber cuidar y proteger a Way. Recientemente se reveló que también soy omega, aunque atípico. Los doctores dicen que casi no emito feromonas y que me resultaría difícil percibir las de los alfa. Mis periodos de celo son casi inexistentes y cualquier atisbo de fiebre es anulado por completo por los supresores. Así que, aunque también soy omega, me sigo sintiendo y actuando como un beta, y los demás me ven de la misma manera. Mi deber sigue siendo proteger a Way y cuidar de la granja como siempre lo he hecho.

Way me lanzó una sonrisa torcida, mitad confesión, mitad desafío.

—Intruso —fue lo único que dijo, señalando con la cabeza hacia la cerca derribada que había cruzado.

Me encogí de hombros. Se rumoreaba que Lord Archimbolt estaba recluido en una habitación de su nueva casa, quejándose del reumatismo durante todo el invierno. Mientras no nos desviáramos del camino, nadie lo notaría. Y si los conejos habían sido cazados técnicamente en propiedad privada, ya que la linde se extendía colina arriba abarcando las madrigueras, pues, no había guardabosques que se preocupara por ello. Ansiaba llegar a casa. El aire del atardecer era gélido, y me ajusté bien el abrigo.

—Vamos, no te quedes rezagado. Y no te salgas del camino —le advertí.

Way asintió, caminando con paso sereno detrás de mí. Pero a medida que avanzábamos por el bosque hacia casa, comenzó a distanciarse. De repente, el sonido de clavos golpeando el hielo llegó a mis oídos y, al girar la cabeza, vi que Way ya había cruzado la mitad del lago helado, resbalando ligeramente con cada paso y riendo mientras extendía los brazos para mantener el equilibrio.

—¡Way! ¡Regresa, por favor!

—¡Espera un momento!

Way se deslizó con agilidad, zigzagueando sobre la capa de hielo hasta alcanzar la otra orilla, donde se detuvo un instante para saludarme con un gesto de su mano. Luego, con la destreza de un felino, trepó por la pendiente cubierta de hierba y desapareció tras la entrada de un sendero desgastado por el tiempo, adentrándose de nuevo en el misterioso bosque.

—¡Way! —exclamé con un suspiro profundo.

El aire frío y cortante se coló por mi garganta, quemándola con su helada caricia. Avancé con cautela sobre el hielo, cada paso más firme y medido que el de Way. El año apenas comenzaba y la capa de hielo era aún joven y traicionera. No había rastro de él; ni un sonido, ni un movimiento.

Destino (AlanxJeff)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora