Alan
Finalmente llegamos al taller de De Havilland. Al entrar, lo primero que me envolvió fue su dulce aroma. De Havilland emergió para recibirnos con su habitual elegancia ensayada. Presenté a Pete y lo dejé a cargo de las cortesías, mientras yo buscaba con la mirada esa presencia familiar. El aroma me confirmaba que él estaba allí. Lo encontré conversando con un joven algo mayor que él. No entendía por qué su proximidad me irritaba tanto. ¿Era necesario trabajar tan cerca?
Me hubiera enfadado si no fuera porque sus ojos seguían encontrando los míos. Cuando nuestras miradas se cruzaron por enésima vez, él desvió la suya y asintió a lo que el otro decía. Quería creer que él no podía apartar su mirada de mí, igual que yo no podía evitar buscar la suya.
Aproveché su salida para intentar hablar con él y ofrecerle una disculpa. Pero me topé con su odio, ahora más profundo y acusador. Me señaló como cómplice por omisión. Lo que más me sorprendió fue cuando afirmó que estaba "encuadernado". ¿A qué se refería? Jamás consentiría algo así. Pero este anhelo constante, este dolor lacerante, el vacío y la tristeza... Pete había comentado que me parecía a mi tío. ¿Sería esa la causa?
"¿Qué ocurrió? Te vi salir y hablar con ese chico. ¿Era él, no? Pareces estar peor que antes," preguntó Pete con preocupación.
"Nada, solo... volvamos," respondí, sumido en mis pensamientos mientras subía al carruaje.
"Pero dime algo, lo que sea," insistía Pete, buscando una explicación.
"Nada, solo que me comporté como un completo imbécil el día que nos conocimos y hoy me lo han devuelto, hasta en algo tan simple como llamarnos por nuestros nombres," confesé con un suspiro amargo. "Necesito pensar."
Pete dejó de indagar y mantuvo el silencio durante todo el trayecto. Quería preguntarle si sabía algo sobre lo que Jeff me había dicho acerca de la encuadernación, pero al mismo tiempo temía conocer la respuesta. No le creo. ¿Por qué habría de hacerlo? No soy tan tonto como para creerme eso. Que Jeff parezca ingenuo, sincero y raro solo significa que es listo. Y que sea hermoso... En fin. Eso solo significa que debería ser, si cabe, más precavido y no confiar en él. No es cierto. Pero si lo fuera...
Una vez en mi cuarto, cierro la puerta tras de mí y me dejo caer. Me llevo las rodillas al pecho y cierro los ojos. ¿Qué sería tan malo como para que yo lo pusiera en un libro? Si pudiera borrar mi vida ahora, lo haría. Los secretos de mi padre. Mi madre y la manera en que aparta la mirada cuando las criadas entran en la habitación. Pero si me hubieran encuadernado lo sabría. En alguna parte de mi cerebro habría lagunas. Trate de no pensar en ello, pero este dolor y anhelo que me atormentan... ¿será posible? ¿Habría sido realmente capaz de algo así? Intentaba encontrar razones que justificaran el deseo de olvidar, pero mi mente estaba en blanco. Cuando trataba de pensar en otra cosa solo resonaba en mí el "Yo también te odio" que Jeff me había lanzado, apretando mi corazón hasta casi romperlo. Yo también lo odiaba, así que estábamos en igualdad de condiciones. Entonces, ¿por qué este dolor?
No sé qué hago aquí. Hace mucho que me había rendido. Que ya no intentaba hacer nada. Pero, si fuese capaz de ayudar...
—¿Nell?
Nadie responde. Llamo otra vez.
—Nell. ¡Nell!
Ella abre la puerta.
—¿Sí, señor? Lo siento, señor.
—¿Puedo pasar?
Ella parpadea.
—Déjame entrar. No voy a tardar mucho.
Ella retrocede y se escabulle al fondo del cuarto. Es un cuarto estrecho y feo. Me recuerda a mi habitación en casa de mi tío, solo que más pequeña y sin vistas.
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Destino (AlanxJeff)
FanfictionResubida de la adaptación del libro el encuadernador. De fans para fans. Por favor no denuncies la cuenta.