PROLOGO

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El solar no estaba iluminado. Era fácil colarse por las verjas oxidadas y rotas. No era más que un lugar olvidado, un edificio que antes de ver su estructura culminada fue abandonado al flujo del tiempo. La sombra que se movía a los pies de la mole medio derruida arrastraba una bolsa abultada sobre el suelo de gravilla y deshechos, esquivando la maleza que se enganchaba y desgarraba la tela. La nieve aún no había cuajado, así que su paso no quedaría impreso en ella, pero tenía que darse prisa y salir de allí antes de que el manto empezara a formarse.

La escombrera estaba en el interior del edificio. En lo que debió haber sido el aparcamiento, un agujero se llenaba de basura, electrodomésticos tirados por desaprensivos y los materiales que habían quedado abandonados en la obra. Por el óxido y los ladrillos de los derrumbes que se acumulaban era fácil adivinar que hacía mucho tiempo que nadie pasaba por allí. Era el lugar perfecto.

Todo lo que quedase debajo de aquellos escombros permanecería oculto por mucho tiempo. Si no para siempre. La sombra hizo rodar la bolsa, que cayó pesadamente entre piedras, televisores rotos y chasis de bicicletas oxidadas. Se aseguró de dejar caer un montón de restos inestables sobre ella. El peso hizo que se hundiera como si contuviera algo blando en su

interior.

Los ojos bajo la capucha negra de una chaqueta brillaron en la oscuridad al mirar nerviosos a su alrededor. Nadie le había visto, así que pudo salir como tenía planeado.

En aquel oscuro olvidadero las cosas se descomponían y los nombres se borraban.

Para siempre.

Obsesionado (JILIX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora