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El nuevo día les pilló dormidos el uno junto al otro. Han hecho un ovillo y Felix con la cabeza apoyada en el reposabrazos contrario. El dolor de cuello fue lo que le devolvió a la vida con la sensación pesada y pegajosa de una resaca. Por los ventanales entraba al fin un sol dorado y limpio que calentaba al contacto con la piel. Las gotas que repiqueteaban en la terraza debían ser de la nieve del tejado y los carámbanos que ya se derretían.

—Ya no tengo edad para esto... —murmuró de mal humor al levantarse con cuidado de no molestar a Han.

Abrió el balcón sin asomarse. Hyunjin le había metido el miedo a los carámbanos en la cabeza, por eso lo había soñado, y las reminiscencias de aquel sueño tampoco ayudaban. La ciudad estaba preciosa. Los tejados conservaban tanta nieve como en una postal navideña, pero las carreteras y las aceras ya agradecían los efectos del sol y la sal. A lo lejos, el bosque y las montañas conservarían esa estampa hasta primavera. El río iba a bajar potente ese año.

Cerró antes de que la casa perdiera el preciado calor y preparó el desayuno mientras su modelo seguía fuera de combate. Encendió la radio que tenía en la cocina y la puso al volumen mínimo, lo justo para escuchar las noticias mientras cocinaba. El informe matinal llamó su atención.

El muerto puede ser uno de los mendigos que entraron al edificio en ruinas para refugiarse de la tormenta. La policía está investigando y piden que no se conjeture hasta no tener los resultados de la autopsia. Aún no se ha iden...

—Menuda mierda... —maldijo por lo bajo y cambió a un canal donde solo emitían música, echando un rápido vistazo al sofá donde Han seguía dormido. No había escuchado nada.

Cargó la cafetera y la dejó con la jarra llenándose lentamente. Hizo huevos revueltos, tostadas con unas rodajas de tomate fresco y queso mozzarella y frio unas cuantas tiras de bacon hasta que quedaron crujientes.

La actividad empezó a despejarle, aunque el café que se sirvió antes de que la jarra estuviera llena fue de especial ayuda. A veces, tras esas crisis durante la noche, no era capaz de sacudirse las sensaciones en todo el día y se quedaba encerrado, sin hacer nada, esperando que todo volviera a su cauce, pero esa vez no pensaba hacerlo. Iría al refugio de animales en cuanto desayunaran y echaría una mano con los desperfectos, eso le ayudaría a terminar de recuperar la normalidad.

Han se levantó y se dio cuenta del desayuno con una voracidad asombrosa. Estaba fresco pese a llevar varios días durmiendo en un sofá y a saber cuántos en la calle, y Felix sintió una punzada de envidia. No se llevaban tantos años, pero al parecer, sí los suficientes.

—Estás mustio. ¿Es por la pesadilla o porque hoy no trabajo y tu cuadro deberá esperar hasta el lunes? Porque eso último tiene... tiene...

Un fuerte estornudo le hizo interrumpir la frase y apartar la cara de la mesa.

—Salud. —Felix comía con más calma y le llenó la taza de café—. Hoy no se trabaja. Es por no dormir bien, no te preocupes. ¿Tú te encuentras bien?

—Un poco cansado. Pero puede que dé un paseo para estirar las piernas y hacer algunas fotos. ¿Tú qué harás?

—Quiero ir a la protectora. Soy voluntario y con la nieve van a necesitar algunas manos. Puedes venir si quieres, pero si estás resfriándote lo mejor es que no estés mucho tiempo fuera.

—Me lo pensaré.

Pero al llegar la hora de salir, los estornudos se habían repetido la cantidad suficiente de veces como para que Felix no le permitiera acompañarle.

Las calles estaban mojadas y montones de nieve sucia se acumulaban junto a los coches aparcados al pie de las aceras. La ciudad volvía poco a poco a su actividad habitual. Al menos, en aquellas zonas donde las autoridades habían podido retirar el hielo del pavimento. Por

Obsesionado (JILIX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora