Capitulo 1 ✞︎ Lɪʟᴀ ✞︎

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༒︎


𝐅𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐚: 10:10 a.m 2024.

Maldigo bajo, aunque sé que me escuchan porque todos ponen la mirada en su rostro que odio... El temor y miedo.

Temor al de ser despedidos y miedo de que su vida estén en peligro por su maldito error que a lo mejor les puede costar más de lo que se imaginan.

Una cosa insignificante tenían que hacer y no pudieron cumplirlo.

—Son unos inútiles —esperó con rabia y enojo—. ¿Qué les hago a los inútiles? Los desechos.

Me giro sobre mis tacones de Louis Vuitton. Con las manos en los bolsillos de mi traje del pantalón negro. Cuando estoy frente, extiendo mis brazos sobre la mesa, mirando al tipo enfrente mío que tiene la cabeza agachada...

—Te daré una oportunidad —mis labios se encurban en una loca sonrisa—. A la primera que falles, te mueres.

Esto alza su cabeza de inmediato cuando terminó de hablar; sus ojos están brillosos y solo demuestran miedo. Está a punto de llorar, maricón. Él asiente con la cabeza con rapidez, sonrió satisfecha.

Hoy estoy... Estaba de buenas hasta que contesté esta llamada. Arruinandome el día, tengo la esperanza de divertirme en el campo, está tarde.

—Bien —me reincorporo, llendo por mi bolso de Luis Vuitton para volver a pasar por su costado, deteniéndome a verlo a los ojos—. Tienes diez horas para hacerlo.

- Si..si señorita.

Sin más me largo del edificio. Al salir, están mis guardaespaldas. El de mi confianza de años, Félix se acerca a mí corriendo.

—Señorita —camina tratando de alcanzar mis pasos; me detengo al igual que él. — ¿Necesita que la lleve?

—No —saqué mis gafas doradas de mi bolso colocándome, volteándolo a ver— vigila al imbécil de Ian. En cinco horas lo quiero a dónde siempre.

—Sí —no me ve a los ojos al entenderme perfecto—. Dos de los chicos irán detrás de usted para cuidarla, señorita.

—He dicho que no —tomo aire cansándome de hablar con él—. Si quiero que me vigilen te lo digo a ti, pero hoy no.

Él no dice nada. Solo tiene la mirada en el suelo. Cierro los ojos maldiéndome.

—Cuando me hablas me ves a los ojos, Félix —ordené porque me gusta ver sus ojos azules sumiso a mí y mis caprichos, aunque él no pueda ver más que el color de mis ojos. Adiós.

—Adiós —asiento sonriendo y lo dejo atrás.

Me subo a mi McLaren 720S Spider color vino, última edición. Aceleró haciendo rechinar las llantas. Siento el aire fresco y el sol sobre mí.

En veinte minutos, llegó cuando vi las rejas blancas y el letrero colgando en la entrada... Estacionó, dudosa; tomó el ramo de rosas entre mis manos y salí de mi auto.

Me adentro sin quitarme las gafas y camino por el pequeño camino que se logra ver.

Llegó al indicado, cuando estoy frente a la lápida blanca escrita con dorado "Agatha Dlacroix 1992-2010 madre y esposa".

Miro con desprecio cada mentira escrita en la lápida. Me quitó mis gafas y me agachó a colocar la rosa sobre esta. Me quedo mirando unos minutos hasta que se me ocurre hablar.

—Tengo que mandar a borrar esa mierda —dijé odio viendo la lápida—¿Cómo estás... Ahí? —contengo el aire al darme cuenta que estoy hablando sola para después reírme a carcajadas—. ¿Qué hago hablando aquí? ¿Siquiera me escuchas, madre? Ya pasó mucho tiempo desde que dejé de venir.

𝐌𝐚𝐥𝐝𝐢𝐭𝐚 𝐁𝐞𝐧𝐝𝐢𝐭𝐚 © ✔︎ [en CORRECCIONES]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora