El Descubrimiento

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1985

**Privet Drive, Número 4**

Harry Potter, un niño de cinco años, siempre había sentido que era diferente. Criado por sus crueles tíos, los Dursley, en una pequeña casa en Privet Drive, nunca había experimentado el cariño o la atención que otros niños recibían. El señor y la señora Dursley eran personas completamente normales, y querían que todo en su vida fuese igual de normal. Desafortunadamente para ellos, su sobrino Harry no lo era.

Harry tenía un cabello negro desordenado que nunca parecía quedarse peinado y unos ojos verdes brillantes que parecían ver más de lo que realmente debían. Sus tíos nunca le habían explicado por qué tenía una cicatriz en forma de rayo en la frente, y siempre que preguntaba sobre sus padres, le decían que murieron en un accidente de coche. Era una mentira que Harry siempre encontraba difícil de creer, pero nunca tenía la oportunidad de preguntar más sin ganarse un castigo.

El día comenzó como cualquier otro. Los Dursley lo obligaron a hacer las tareas del hogar y le dieron solo un trozo de pan duro para desayunar. Sin embargo, ese día sería diferente. Mientras Harry se refugiaba en su pequeño cuarto debajo de las escaleras, comenzó a jugar con un viejo coche de juguete roto, el único juguete que tenía.

Harrison estaba cansado y frustrado. "¿Por qué tengo que vivir con ellos?", pensaba. "¿Por qué no puedo tener una vida normal como los otros niños?"

Abrazó el coche de juguete con fuerza, deseando que estuviera completo. "Ojalá estuvieras arreglado", murmuró con un suspiro, apretando los ojos con fuerza. De repente, sintió una extraña energía recorriendo su cuerpo, como si algo dentro de él respondiera a su deseo. Abrió los ojos y se sorprendió al ver el coche de juguete perfectamente reparado en sus manos. "¿Cómo... cómo es posible?", susurró, mirando el juguete con asombro.

Antes de que pudiera procesar lo que había sucedido, oyó un sonido extraño, como el siseo de una serpiente. "¿Tu Hablas?", una voz susurró desde un rincón oscuro de la habitación. Harry dio un respingo y miró hacia la fuente del sonido. Allí, enroscada en la esquina, estaba una serpiente verde con ojos amarillos penetrantes. Era una serpiente más grande de lo que Harrison había visto antes, con escamas que brillaban ligeramente en la oscuridad.

"¿Quién... quién eres?", preguntó Harrison, retrocediendo un poco pero sin poder apartar la mirada.

"No tengo un nombre", dijo la serpiente, moviéndose lentamente hacia él. "He estado esperando este momento. ¿Tú eres mi maestro.?" Preguntó

"¿Maestro? No entiendo", balbuceó Harrison, sintiendo una mezcla de miedo y curiosidad.

La serpiente inclinó su cabeza, observándolo atentamente. "Tú eres un mago, Harry Potter. Tienes poderes que otros no tienen. Y yo soy tu familiar, una serpiente mágica y puedo protegerte y guiarte."

"¿Un mago? Pero... ¿qué significa eso?", preguntó Harrison, sus ojos verdes llenos de preguntas.

"Significa que puedes hacer cosas extraordinarias", explicó. "Como arreglar ese juguete. La magia es parte de ti, y es poderosa. Tus padres también eran magos muy poderosos."

Harrison se sentó en el suelo, sintiéndose abrumado por la información. "¿Mis padres? Pero mis tíos dicen que murieron en un accidente de coche."

La serpiente siseó suavemente. "Tus tíos te han mentido, maestro. Tus padres, Lilyan y James Potter, murieron protegiéndote de un mago oscuro llamado Voldemort. Tú sobreviviste a su ataque, y esa cicatriz en tu frente es una marca de ese evento."

Harrison tocó su cicatriz, sintiendo una mezcla de tristeza y confusión. "¿Mis padres... murieron por mí?"

"Así es", dijo la serpiente con suavidad. "Pero su sacrificio te protegió. Tienes un gran poder dentro de ti, Harrison. Y yo estoy aquí para ayudarte a descubrirlo."

El niño miró a la serpiente con renovada determinación. "Quiero saber más. Quiero aprender sobre la magia y sobre mis padres."

La serpiente asintió. "Y lo harás, maestro. Te enseñaré todo lo que pueda. Pero por ahora, debes ser cauteloso. Tus tíos no deben saber lo que has descubierto. No comprenderían y podrían intentar detenerte."

"Lo entiendo", dijo Harrison, apretando el coche de juguete en sus manos. "¿Pero cómo puedo aprender más? No tengo libros ni nada."

"Habrá tiempo para eso", dijo la serpiente "Por ahora, practica pequeñas cosas. Tu magia se fortalecerá con el tiempo."

Harrison asintió, sintiéndose más seguro con la presencia de esta serpiente. "Gracias, no te gustaría que te nombrara."

"Claro que si maestro", prometió la serpiente. "¿Y cual nombre tenias pensado para mi?"

Harry contestó " ¿Qué hay acerca de Sassha?"

A lo que Sassha respondió "Me encanta, maestro"

Al día siguiente, Harrison se despertó sintiendo una emoción nueva. Aunque sabía que debía ser cuidadoso, también se sentía poderoso. Ya no era solo un niño despreciado por sus tíos, sino alguien con un destino especial.

Pasaron semanas, durante los cuales Harrison practicaba en secreto. Descubrió que podía hacer flotar objetos pequeños, cambiar el color de las cosas y hasta encender velas con un simple deseo. Cada logro, por pequeño que fuera, llenaba a Harrison de una felicidad que nunca había experimentado.

**Una tarde, mientras se escondía en el jardín trasero, Sassha apareció nuevamente.**

"Maestro, creo que es hora de que visites Gringotts", dijo Sassha. "Allí descubrirás más sobre tu herencia y los recursos que tienes a tu disposición."

Harrison asintió, su corazón latiendo con fuerza. "¿Cómo llego a Gringotts?"

"Te guiaré", respondió Sassha. "Pero necesitarás salir de la casa sin que tus tíos lo sepan. Hay un transporte mágico llamado la Red Flu. Encontraremos una chimenea conectada a la red."

Esa noche, Harrison esperó pacientemente a que los Dursley se durmieran. Con el corazón en la boca, salió sigilosamente de su cuarto y se dirigió a la chimenea del salón. Sassha le indicó cómo usar el polvo flu que había encontrado en un pequeño frasco dejado por sus padres en una caja oculta.

"Gringotts", dijo Harrison en voz alta, arrojando el polvo a las llamas verdes. Sintió un tirón en el estómago y, en un abrir y cerrar de ojos, se encontró en un enorme vestíbulo de mármol lleno de duendes.

Un duende de aspecto severo se acercó. "¿Puedo ayudarle?"

"Soy Harrison Potter", dijo Harry, su voz firme a pesar de los nervios. "He venido a... descubrir más sobre mi herencia."

El duende asintió y lo llevó a una oficina privada con un escudo de armas. Allí, otro duende, que se presentó como Griphook, lo esperaba. "Señor Potter, es un honor. Tenemos mucho que discutir."

Lord Potter BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora