CAPÍTULO 1

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Nací siendo princesa y moriré siendo princesa, mis nanas no se cansaban de repetirme lo mismo desde que vine al mundo y es que odio usar maquillaje y vestidos ceñidos a la cintura. Odio que me arreglen el cabello alborotado y me pongan a usar tacones. Sí, me presento, soy Bethany Gilbert, hija del rey Magnus Gilbert y la reina Astria de Gilbert, soy gemela con Brittany Gilbert y debo ser y comportarme como una princesa. ¡Odiaba esos protocolos pasados de moda! Mi hermana era la mayor por minutos de diferencia, es refinada, más hermosa que yo por ser mi gemela y es que siempre se arreglaba y maquillaba.

Las nanas sólo vivían para complacerla, le gustaban los libros y su mascota favorita era un gato, ya que eran animales refinados y dóciles, en cambio yo era todo lo contrario. Me encanta manejar la espada y se me da muy bien, sé tirar con arco y mi mascota favorita es el caballo, de hecho tengo uno negro que se llama Diablo. Somos pelirrojas, un tono cobrizo rebelde y no decir de mi cabello, porque el de Britt, siempre estaba bien peinado. Yo lo usaba rebelde ya que no era ni lacio ni crespo, simplemente no tenía dominio, nuestros ojos no eran comunes, al parecer eran verdes pero cambiaban en dependencia del tiempo y el lugar, algunas veces eran verde claro, otras veces verde-azules, algunas veces azules claro y en poquísimas ocasiones uno azul y otro verde. A causa de nuestros ojos mi hermana desarrolló una enfermedad en la vista que no puede ver bien las siluetas, define lo que es pero le cuesta trabajo distinguir color y algunas veces se le unen las imágenes, es algo extrañísimo en verdad.

Papá buscó médicos por todos lados, brujos, adivinos, curanderos y nadie ha podido curar a mi hermana. Lastimosamente no todos nacemos como queremos. Después de las ceremonias corría a quitarme el disfraz de princesa encantada y me ponía mi ropa de montar y a volar encima de Diablo por los campos. Como de costumbre llegué de dar un recorrido por las tierras de papá cuando el mozo de cuadra del castillo me esperaba para llevar a mi mascota a su establo, siempre me despido con un toque en la crin y unas palmadas en el lomo. Mi gemela venía con una de sus doncellas, estaba bien arreglada y maquillada como siempre.

  -!Beth! Te he estado buscando por todas partes.

  -Sabes que todas las tardes salgo a cabalgar -caminamos hacia nuestras habitaciones.

  -Debes alistarte, hoy tenemos cena con unos embajadores -me detengo y la miro rodando los ojos mientras ella sonríe feliz. Es muy romántica y cree en el amor a primera vista, yo creo en mi caballo y mi espada. -Tal  vez vengan algunos príncipes -dijo con voz cantarina. Volví a comenzar a caminar.

  -Eso es lo que menos me interesa, sino que no quiero maquillarme ni vestirme con esos horribles vestidos -mi hermana me detiene.

  -Beth, somos princesas y es nuestro deber vestir así.

  -!Pues no lo quiero! -seguí caminando y entré a mi habitación molesta, soltando el cinturón con la espada.

¿Por qué no podía escoger mi propio camino? Ya, porque soy una princesa. Me doy un baño y al rato entran las doncellas con una de mis nanas a peinarme y vestirme, me recogieron el cabello alborotado y me untaron esos polvos ridículos que te hacían parecer una zombi. Después que terminaron, saqué unos mechones rebeldes de mi peinado, porque así era yo, rebelde. Mi hermana estaba esperándome en su habitación, en cuanto me vio sonrío y yo resoplé, siempre mis nanas me regañaban porque decían que eso no era propio de una señorita y menos de una princesa. Llegamos al salón principal, había una foto inmensa de mi hermana y mía cuando teníamos 16, ahora tenemos 25 años. Estábamos con nuestras coronas iguales y los mismos vestidos (Imagen en multimedia), el tono rojo del cabello lo sacamos de mamá y los ojos, de papá. El buen observador se percata que nos parecemos pero no como otros gemelos que son la misma persona físicamente.

  -!Atención! Con ustedes, sus altezas reales, las princesas Brittany y Bethany Gilbert -odiaba que me invocaran de esa manera ya que todas las miradas iban dirigidas hacia nosotras.

Hermana de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora