CAPÍTULO 2

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Recogí lo que necesitaba y lo guardé en una bolsa, me dejarían llevarme a Diablo, mi espada y un arco viejo. Confieso que estaba algo asustada, me enfrentaría a páramos desconocidos, con personas desconocidas y quién sabe qué cosas sucederían. Iba a ser escoltada por cuatro guardias de la Unión. Mamá no dejó de llorar en toda la noche, sabía que regresaría victoriosa o en una caja fúnebre, ya que el antiguo presidente de la Unión no permitía este tipo de sacrificios, se jugaba o luchaba para demostrar cuál era el mejor reino. Lastimosamente fue destronado por su hermano quién es avaro y le encantan los entretenimientos, reaperturando nuevamente esos juegos macabros donde sólo puede quedar vencedor el primogénito de un reino. Al menos era gemela y una copia mía quedaba en palacio, otros reyes solo tenían un hijo que podían perderlo. Mi padre me contó que una vez un rey se reveló, la Unión que es muy poderosa lo castigó condenándolo al exilio y su caída en la realeza fue inminente, tomando su lugar otro rey que velaba por los intereses de la dinastía. También sé la historia de otro que no entregó a su hija y le condenaron una guerra que destruyó no solo su familia sino su reino. Desgraciadamente vivíamos oprimidos bajo el yugo de la Unión, pero un día, eso acabaría.

  -Beth -mi hermana estaba en la puerta, cuando me volteo corre a abrazarme llorando -!No quiero que te vayas!-la abrazo también, ya dije que no soy muy afectiva y odio el apego emocional y físico, me pone de malhumor, pero mi hermana estaba sufriendo por mi partida.

  -Es necesario Britt, no dejaré que vayas tú, además, al menos puedo defenderme con la espada y algo con el arco.

  -Prométeme que ganarás -las lágrimas no la dejaban hablar mientras me tomaba las manos.

  -Te lo prometo -no, no se lo prometía, solo lo intentaría.

  -Hija-mi padre también hace presencia junto a mamá que corre y me abraza como mi hermana -ya llegaron por ti -agacha la cabeza, soy igual a él, casi no expresábamos el afecto, aunque sentíamos y mucho.

  -Estoy lista -separo a mi madre con cuidado y paso por el lado de papá.

 -Cuídate mucho mi niña, te esperaremos -coloca una mano en mi hombro como muestra de cariño, obviamente no esperaba más de él. Sonrío y salgo.

Afuera estaban los sirvientes de papá y todos los lacayos para despedirme, algunos me miraban con tristeza, otros con preocupación y otros con curiosidad. Ante mí había un carruaje pequeño, donde solo cabían dos personas, prefería ir encima de Diablo pero los guardias de la Unión me lo prohibieron, amarrándolo detrás del carruaje para que nos siguiera. Un anciano estaba al frente del coche, con un papel en la mano, un sermón ahora no por favor. Al vernos llegar lo abre como máquina de cuerda y comienza a recitar.

 -Se le ordena a la primogénita del reino de Alsya -así se llamaba nuestro pueblo -Brittany Gilbert -debía adaptarme al nombre de mi gemela ahora - presentarse ante la Unión para ingresar a los juegos de ¨Salvación de Reinos¨ y jurar solemnemente su lealtad y participación en mencionada actividad -cerró el papel y me miró, si creía recibir un saludo de mi parte estaba muy equivocado.

Miré hacia atrás y Britt corrió a abrazarme, mamá también la acompañó, ya era demasiado afecto creía yo, ni que me fuera a morir...bueno...esperaba que no.

  -Hora de irnos, alteza -la voz de ese viejo me fastidiaba.

Las separé, miré a mi padre por última vez y me subí al coche, uno de los guardias me dio su mano para ayudarme a subir pero la negué, yo podía sola. El anciano hizo una reverencia y subió situándose al frente de mí. El carruaje se puso en movimiento y Britt corrió a mirar mientras me alejaba. Cerré los ojos pero no lloré, sino que pensé en que el cambio que tanto había esperado, me había llegado de imprevisto y temía perder la vida haciendo algo por lo que no valía la pena. El anciano me miraba, quería enterrarle la bota de mi zapato en su horrible cara para que dejara de observarme. Me encantaba vestir de negro y en esta ocasión iba de esa forma. Me puse unos pantalones con un vestido rasgado delante, solamente dejando la cola del mismo sin llegar al piso.

Hermana de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora