CAPÍTULO 10

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Me dolía todo el cuerpo mientras abría los ojos, sentí una lengua mojada y áspera en mi mejilla. Diablo me estaba acariciando, sonreí y fui incorporándome hasta divisar que seguía en el mismo sitio y estaba cayendo la noche, toqué la herida y ya no soltaba tanta sangre pero debía lavarla bien porque podría infectarse. Me puse de pie tambaleándome, recordando lo que había sucedido minutos antes, casi asesinan a Arina y quise perseguir a Kiara pero me desmayé, aunque ya el inservible de Tulio está muerto. Cayendo en la cuenta que la verdadera competencia siempre fue esa chica y no los que yo pensaba. Agarré la montura e intenté subir pero me dolía mucho ese hombro y caí, respiré hondo desde la tierra para levantarme y conseguir subir encima del animal. Volví a la tarea y el dolor era tan fuerte que no pude hacerlo, desistiendo totalmente de subir al caballo. Miré a todos lados y debía salir de allí, busqué un tronco o roca que me ayudase como apoyo y tendido más adelante, había uno, fui hasta allí colocando a Diablo a la altura para poder montar bien.

El tronco era muy bajo, pero debía tragar en seco y aguantar dolor un poco para poder subir al lomo de mi corcel porque caminando no llegaríamos muy lejos. Con la herida destrozando mi hombro, puse un pie en el tronco y salté a la montura, pero necesitaba hacer fuerza de mis manos y me dolía grandemente el flechazo.

-!Aaaahhh! !Maldición, duele! -grité para sofocar mi malestar, pero el cometido estaba hecho.

Nos dirigimos hacia el arroyo que estuvimos la niña y yo para limpiarme la herida y pasar la noche nuevamente, ya que era una zona no muy transitada por lobos. Al llegar, que se me hizo eterno el camino, bajé tirándome y corrí a sumergirme completamente en el lago, al tocar mi cabello mal cortado sentí ganas de gritar y matar a Kiara, pero lo haría, sería lento y doloroso. Permanezco unos minutos ahí y después salgo, tenía hambre pero no tenía con qué encender una hoguera, así que busqué algunas frutas y rellené con agua, mucha agua. Arranqué un pedazo de tela de mi ropa y como pude me la envolví en el hombro, estaba abierta pero no era muy profunda porque la maldita no dio con puntería, por suerte, sino me hubiese atravesado la piel y ahí sería más peligroso.

Todavía estaban las hojas acomodadas en el lugar, era perfecto para tirarme a reposar, más no dormir porque estaba desprotegida y podría atacarme algún animal salvaje. Estuve despierta un rato mientras sentía dolor y cansancio, deseos de acabar de una vez con este maldito juego e ir a casa con mis padres y Britt. Sin percatarme fui cerrando los ojos mientras una lágrima rodaba por mi rostro. Aunque fuesen cinco minutos pero el cuerpo pedía a gritos un receso. Al poco tiempo me despertó los movimientos espantados del caballo, sólo se ponía nervioso con la proximidad de algo que no fuese persona, me levanté de un tirón haciendo una mueca por el latigazo de la herida y agarro la espada con la mano sana, que agradezco que no haya sido la que estuviese malherida porque entonces no sabría defenderme. Me puse en guardia mirando hacia la dirección que indicaba mi caballo y lo vi, eran unos ojos resplandecientes en la oscuridad, un felino que vigilaba a su presa para saber cuando atacar.

Ya sabía por qué los lobos no se acercaban tanto y es que tenían un contrincante sumamente peligroso igual a ellos o peor. Un tigre nos apreciaba desde su posición, al menos era uno solo, podía calcular sus movimientos si se lanzaba al ataque porque a lo mejor iría por la presa más fácil. Me puse al lado de Diablo para tranquilizarlo, pero como yo, estaba asustado, mil veces prefería enfrentarme a los humanos que a los animales salvajes. Esos ojos se acercaban cada vez más, no nos atacó a Arina y a mí porque le temía a la fogata pero ahora nada lo detendría. Cada vez estaba más cerca y yo necesitaba que acabase de arremeter, me ponía nerviosa su mirada felina. Comenzó a moverse de lado y me percaté que inteligentemente, intentaría bordearnos para ponernos lejos del arroyo, ya que hasta allí no se adentraría tras nosotros, después dicen que los animales no son inteligentes.

En lo que hacía eso intenté subir al lomo del caballo para correr y esquivarlo entre la maleza pero al notar mis intenciones no esperó más y se abalanzó sobre nosotros con un rugido, alcé la espada y con una sola mano arremetí contra él, su zarpa me rasgó la ropa en la pierna y arañó, haciendo que saliese sangre, pero logré herirlo en el hombro derecho, no fue mucho porque con una mano no tenía tanta precisión, pero al menos algo le hice, siguió desde su puesto mirándonos, no quería darse por vencido, con todas las fuerzas que me quedaban y viendo que su mirada hambrienta se dirigía a Diablo, agarré una pequeña roca con la mano herida y se la lancé, haciendo que retrocediera un poco y subir sobre el caballo. Saltó nuevamente sobre nosotros, después que espoleé al corcel, le tiré una estocada pero no lo alcancé. Corrimos como el viento mientras nos perseguía, no eran tan veloces como los guepardos pero estaba muy cerca, esperaba que la suerte nos acompañara, iba cortando ramas u hojas para que le cayesen encima pero las esquivaba todas sin dejar de perseguir a su cena, no sabía por dónde íbamos hasta que caemos en algo fangoso. El felino gruñe y se aleja de allí desanimado y molesto, intenté hacer que el caballo caminara pero pese a sus esfuerzos no se movía, entonces me di cuenta que no era fango, eran arenas movedizas. Salté sobre Diablo llegando a la orilla y comencé a halarlo por las bridas pero no se movía.

Relinchaba asustado, como mismo estaba yo. Me di cuenta que cada segundo que pasaba se sumergía un poco más, así que volví a halarlo gritando de dolor por las punzadas latentes de mi hombro malherido.

-!Vamos Diablo, tú puedes! -gritaba llorando mientras lo sentía relinchar asustado y suplicante, desgarrando mi alma entera.

No pude seguir halando y me di por vencida, viendo llorosa como sólo su cabeza estaba afuera.

-!Vamos...bebé...vamos...por favor... -¿nunca han oído a un caballo llorar? No lo hagan nunca, de corazón se los digo, porque jamás, jamás olvidarán ese sonido tan doloroso y desgarrador, tampoco sabía que lloraban y descubrí todo eso mientras lo veía alejarse de mí -!Diablo...sal...sal por favor...no me dejes bebé...no me dejes...no...! !!!!Noooooooo!!!!

Grité, grité tanto que si había alguien cerca y quisieran venir a rematarme, este era su momento porque mi vida entera se hundió en esas arenas movedizas, dejándome el corazón triste, vacío y amargo. Seguí llorando como nunca antes en mi vida había hecho, demostrando que estaba partida en dos y nada podía sanarme. Me tiré sobre la hierba sucia mientras los recuerdos de mi hermoso corcel llegaban a mi mente para seguirme destruyendo. Ya no quería vivir, así que cerré los ojos y esperé agotada y dolida, que viniesen por mí.

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Imagen de Beth sobre Diablo

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Holaaa!! Algo triste, ¿cierto? Pobre Beth, es doloroso perder a alguien que quieres tanto y si es una mascota igual, cuiden sus mascotas para no sufrir lo mismo que nuestra chica de fuego, besos a todoss!!

Hermana de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora