CAPÍTULO 8

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Mis ganas de matarlos a todos se intensificaba con el pasar de los minutos, era injusto y deplorable como tenían a la niña amarrada y sin brindarle un gota de comida. Debía pensar bien una estrategia para rescatarla ya que eran tres contra mí y si quería sobrevivir para vengarme debía medir bien mis movimientos. Me acerqué en silencio, la pude ver más de cerca, estaba asustada y temblaba un poco del frío, se pareció tanto a mi hermana, indefensa y desprotegida que aunque muriese en el intento la salvaría. Unos aullidos me pusieron los pelos de punta, habían lobos asechando y eso no me gustaba, ya que los enemigos se multiplicaban. Arina levantó la cabeza presa del pánico tratando de buscar de dónde provenían los aullidos.

-Pero bueno, al parecer unos amiguitos harán el trabajo sucio -dijo Kiara riendo mirando a Arina -Te dejaremos ser devoradas por ellos, ya que es mejor que no morir en nuestras manos.

-Kiara, debemos irnos, si son una manada grande nos atacarán -dijo Zeus.

-Sí, mejor vayámonos -apoyó Tulio, se acercó a la hoguera y la apagó -Así vendrán más rápido -dijo sonriente y comenzó a alejarse.

-Pronto tu amiguita se reunirá contigo -habló Kiara y le dio una bofetada.

Sentí otro aullido más cerca y Arina comenzó a llorar viendo como se alejaban los tres que me las pagarían poco a poco. Rápidamente monté sobre Diablo y corrí hacia ella, desenvainé la espada y corté las cuerdas. Ella al verme soltó una exclamación ahogada. Sentía pasos, estaba muy cerca esos malditos animales.

-!Vamos sube! -le grité dándole mi mano, ella la agarró y subió con mil trabajos.

En eso aparecieron dos lobos, con la espada en la mano esperé, uno de ellos se lanzó al ataque y moví al caballo para interceptar el ataque y dejarlo fuera de combate. No me percato que la niña no se sostenía y cae al suelo de espalda. El lobo que quedaba en cuanto ve la presa fácil se lanza al ataque y espoleo a Diablo para darle alcance, me tiré y logré herirlo en la espalda dejándolo en el suelo convaleciente, la niña se puso de pie y sacó una daga que tenía bien escondida en la ropa, al parecer para que los otros no se la arrebataran y se la enterró sin pudor en la cabeza del animal dejándolo inmóvil. Siento más movimientos y subo al caballo, dándole la mano a Arina y partiendo a galope.

-!Nos siguen Britt! -miré hacia atrás y efectivamente nos seguían tres lobos más.

Mi caballo es muy veloz, es sólo darle terreno y vuela sobre la tierra, pero los árboles y la vegetación le impedían apurar más el paso. Además que no conocía por dónde iba y podía quedar atrapada en alguna trampa. Nos acercábamos a un claro que tenía un lago, sin pensarlo y para salvarnos ya que las garras de los lobos estaban sobre las patas traseras de Diablo, lo conduje al lago, por suerte sabía nadar y nos llevaría hasta la otra orilla. Rezaba porque no estuviese envenenada, aunque por el color no parecía. Cuando llegamos a la otra punta observamos que no nos habían seguido y se alejaban por dónde habían venido. Arina se tira del caballo y corre hacia el lago, cuando quise advertirla era demasiado tarde, ya estaba bebiendo de esa agua con fuerza.

-!Arina puede estar envenenada! -le grité.

-No lo está, ya he bebido de esta agua antes.

Bueno, me callo entonces, cojo las riendas y acerco a Diablo para que beba, cosa que hace inmediatamente. Yo también bebo y me echo agua en la cara y el cuello. Veo a la niña callada que va y se sienta en una piedra.

-Si no fuese por ti, me hubiesen devorado los lobos -tenía la vista baja -Siempre creí que ser princesa conllevaba a tener vestidos, tiaras, cosas de lujos...pero en el mundo que vivimos, las princesas deben luchar por sus vidas y tratar de no ser devoradas por lobos -se pone de pie furiosa dándole patadas a las piedras -!Nunca hubiese querido ser princesa!

Hermana de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora