CAPÍTULO 12

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Estaba sobre algo duro, cuando abrí los ojos, una habitación blanca con unos aparatos saltaban a mi vista. Tenía una venda en el hombro y ya no llevaba mis ropas sucias y rasgadas, sino que tenía un vestido suave y fino. Una mujer estaba de espaldas a mí haciendo no sé qué con algo que sonaba. Fui levantándome poco a poco y ella se giró viéndome desde sus espejuelos.

-Has despertado princesa, te encontraron desmayada en el bosque.

-¿Dónde estoy?

-En la enfermería de la Unión, felicidades, has ganado los juegos de salvación -vinieron a mi mente una serie de imágenes y recuerdos de Arina, de Diablo...

-Quiero irme -me levanto y ella intercede.

-No puede princesa, hasta que no la vea el rey...

Unos guardias irrumpen en la habitación, seguro me llevarían ante el soberano y podría irme a casa con mis padres y hermana, para de una vez olvidar todo esto que me causaba mucho dolor.

-!Princesa, queda usted detenida y bajo custodia por la suplantación de identidad de su hermana gemela! - !Oh no!

Veo como la señora me mira y yo no digo nada, ya que sería peor negar algo que ya sabían. Dos de ellos me agarran de las manos sacándome escoltada de allí y llevándome a alguna celda probablemente. Voy en silencio esperando mi destino y es que para la Unión la mentira y la traición era algo que se pagaba con la muerte. Las personas me miraban pero yo mantenía la vista fija al frente, odio que me tengan compasión porque eso es para débiles y yo no soy débil, al menos no me considero así. Nos adentramos a unos calabazos subterráneos y después de abrir una celda me dejaron allí dentro. Ese era el premio por haber luchado a muerte y sacrificado todo lo que amaba...volví a pensar en Diablo y quise gritar de la rabia pero nada me ayudaría.

Estaba sola, nadie podía salvarme excepto el rey de la Unión, de seguro me mandarían a la horca por engaño, sólo por hacerme pasar por mi hermana enferma y es que cualquier persona en mi lugar hubiese hecho lo mismo. Me recuesto en aquella cama dura, esperando que me llamen para el veredicto final. Pasan dos horas, tres, cuatro y no sé nada del exterior, hasta que siento unos pasos y luego abren la reja.

-Venga con nosotros princesa -vuelven a agarrarme pero esta vez me atan las manos y me conducen a otro lugar.

Mientras siga viva hay esperanzas y mantendré la calma. En vez de dirigirnos al patio de penalización vamos hacia otro lugar que desconozco, abren unas puertas enormes y en la estancia habían dos sillas, me sientan a la fuerza en una y esperamos algo o alguien. Al cabo de los minutos, vuelven a abrir la puerta y escoltado entra el hombre que más odio en la faz de la tierra, el líder de la Unión, se queda de pie y se dirige a sus hombres.

-Esperen fuera por favor.

-Pero majestad...

-! Es una orden! -los guardias hacen una reverencia y salen sin decir nada más. El soberano toma asiento mirándome y yo mantengo la mirada también.

Me suelta las correas y las deja a su lado mientras no nos quitamos la vista, pensé en lo fácil que sería arrancárselas y ahorcarlo con ellas mismas, pero acabaría muerta de todos modos.

-Eres la ganadora de los juegos de salvación, pero también suplantaste la identidad de la verdadera primogénita, ¿no es cierto, Bethany Gilbert?

-Si lo sabe para qué pregunta.

-Ese carácter que tienes confieso que al principio me gustaba pero ahora, lo detesto.

-El sentimiento es mutuo, Majestad -esa palabra la dije con una mueca de asco.

Hermana de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora