Yoshiko

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—Un café con leche y dos sobres y medio de azúcar para ti—. Riko sostuvo una taza de café con una sonrisa contenta en sus labios. Yoshiko hizo una pausa por un momento, sin haber pensado siquiera en tomar un café esta mañana ya que su mente estaba en otra parte.

Ella la miró con ojos sorprendidos y volvió a mirar el café, se lo quitó de las manos. —¿Sabes mi pedido de café?

La peliazul asintió, tomando un sorbo de su propia bebida. Un calor se extendió por la boca de su estómago, mientra llevaba sus labios al borde de la tapa nuevamente. 

—Gracias, Yoshiko.

—Cuando quieras querida.

Su viaje en autobús a la ciudad de Versalles fue de unos cuarenta y cinco minutos desde París. Antes de dirigirse al palacio, donde pasarían toda la tarde, cada grupo salió a la ciudad a comer algo.

No fue una sorpresa que Dia y Hanamaru no se reunieran con su grupo y solo enviaron un mensaje de texto rápido a su chat grupal diciendo que estarían con sus otras amigas, otra señal de que puede estar pasando algo con ellas. Y Yoshiko no estaba muy segura de cómo sentirse al respecto.

Naturalmente, después de enterarse de que no se reunirían con su grupo, Mari decidió pasar su tiempo con Kanan.

Y podrían haber estado con sus amigas también y unirse a ellas para desayunar, pero ni Yoshiko ni Riko propusieron la idea. Así que ahora se sentaron juntas afuera de un pequeño café en la esquina que olía a productos horneados y café recién hecho.

Deslizando dos pasteles entre ellas, se sentó frente a ella. Los pasteles, uno que parecía estar compuesto por manzanas y el otro con chocolate espolvoreado por encima, casi hizo que Yoshiko se desmayara al olerlos.

—Pensé que podríamos dividirlos—. Riko dijo un poco tímidamente, y Yoshiko no pudo pasar por alto la forma en que sus mejillas se oscurecieron un poco más a la luz de la mañana. —No estoy muy segura de cómo te sientes acerca de las manzanas al horno, así que compré una con chocolate, porque eso siempre es seguro.

—¿De verdad? Porque odio el chocolate.

Las cejas de Riko se arrugaron, —Estás mintiendo.

Se mordió la mejilla para evitar romperse, pero un atisbo de una sonrisa se agrietó y Riko se dio cuenta. Ella negó con la cabeza y puso los ojos en blanco, —Eres insoportable, Tsushima Yoshiko.

—Lo amas.

—¿Yo?

—¡Te he enamorado y ambas lo sabemos! Hace diez días odiabas mi cursilería, pero de alguna manera mi encanto y mi dulce sonrisa te conquistaron—. Esbozó una sonrisa, tomó su tenedor y se dirigió hacia el pastel de manzana.

Las manzanas al horno no suelen ser lo suyo, pero están en Francia. Podía recordar haber probado el pastel de manzana de su abuela cuando tenía siete años y fue terrible. Pero, ¿la mataría intentarlo? ¿Al menos por Riko?

Miró a Riko, que no le había respondido, pero la miraba con una cálida sonrisa y esa expresión familiar para la que no tenía nombre y, de repente, su corazón se convirtió en una bomba imparable. Entonces, puso el trozo de pastel en su boca sin dudarlo.

Y para su sorpresa, realmente lo disfrutó.

Después de un rato de comer los pasteles, Riko se recostó en su asiento y miró a su alrededor. —Es tan hermoso aquí.

Su mirada se demoró en ella por un momento, ansiosa por decirle lo hermosa que se veía a pesar de que vestía la camisa más fea del mundo. Las palabras estaban en la punta de su lengua, pero se las tragó, —Lo es. Realmente, realmente hermoso.

Moonlight ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora