No puedo... ¿o sí?

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Para julio, ya llevaba cuatro meses en la empresa. Las cosas iban bien, sentía que no había monotonía que te matara, ni ese aburrimiento repentino que entra cuando haces lo que no te gusta.

- ¡Amiga! – era Sandra, mi compañera.

Aunque para esa altura ya nos tratábamos de "amigas", creo que era por que ambas no teníamos a quién confiarle nuestras cosas más inconfesables y lo hacíamos entre nosotras. Era de esas amistades pasajeras, pero donde no había envidia ni malos deseos.

– ¡Dime! – Le contesté apresurada.

- ¡A qué no sabes quién me habló por Instagram!

– Ammm no lo sé! – le respondí levantando la ceja izquierda.

- Miguel, me invitó a salir. Le dije que sí, así que ¡me pasará a buscar!

Sentía una alegría enorme por Sandra, pues ambas estábamos en lo mismo, buscando al "hombre ideal", después de tantas decepciones sentíamos que merecíamos a alguien que nos quiera de verdad.

– Ok. – le dije con una sonrisa- Me cuentas todo mañana, o si quieres cuando llegues – le respondí antes de irme a casa.

-Espera! – me dijo. – ¿Y tú? - Me preguntó 

- Yo qué! – la miré con extrañeza

- ¿Cuándo me vas a presentar a alguien o saldrás con alguien? Acaso no hay nadie que te interese? – me preguntó parada al lado de mi escritorio, esperando una respuesta, al mismo tiempo que tenia su mano es su cintura y moviendo el pie.

- No hay nadie, cuando llegue te lo diré – le respondí rápidamente. Y me fui.

Pero la verdad es que sí había alguien dando vueltas en mi cabeza, pero no podía decirle a nadie, no se si era por no confiar o simplemente por que era una tontería. Pero sí había alguien...Alejandro. 

Dime que síDonde viven las historias. Descúbrelo ahora