Superando los obstáculos

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Los días transcurren y con Alejandro todo parece ser perfecto, aprovechamos nuestras salidas a terreno para terminar en su auto entrelazados, besándonos con pasión y olvidándonos del mundo.

Cada encuentro se hacía más intenso que el anterior, nuestros encuentros secretos se volvieron más frecuentes, alimentando la llama de nuestro amor prohibido. Pero cada vez que nos separábamos, la realidad golpeaba con fuerza. Él seguía comprometido y las consecuencias de esa infidelidad eran demasiado altas como para ignorarlas.

-Amiga! Por fin llegaste – me dijo Sandra a penas puse un pie dentro de la oficina

Eran las 8:45 hrs. En un pleno lunes, y lo único que pedía mi cuerpo a gritos era un café cargado y caliente.

-Hola! Qué pasa, a qué se debe tanta euforia – le respondí

- Nada, solo quiero que me cuentes que tal tu fin de semana, cómo estuvo, dónde te fuiste a revolcar con nuestro jefecito – dijo mientras reía a carcajadas.

- Muy graciosa, pues bien – le respondí – fuimos a casarnos en secreto y ahora estoy embaraza – le dije irónicamente

- Y supongo que Consuelo fue tu dama de honor y Marcela será la madrina de tu bebé – me contestó. Ambas soltamos una carcajada que se escuchó hasta la entrada del edificio.

Mientras tanto, la novia de él comenzaba a sospechar algo. Notaba cambios en su actitud, en su forma de mirarla e incluso en su intimidad. La angustia se apoderaba de ella, pero no quería aceptar la posibilidad de que su prometido la estuviera traicionando.

-Estás bien? – preguntó Alejandro a Consuelo mientras leía sus mensajes en su celular

-Claro! – respondió ella. - ¿Por qué estaría mal? – se apresuró el decir.

Sabía que Alejandro me estaba engañando, no pienso discutirlo con nadie, él está viendo a otra, pero no sé quién mierda es y debo averiguarlo, pensó Consuelo mientras hacía el desayuno.

En ese momento se le vino una idea a su cabeza. Tomó su celular y marcó a Marcela...

-Marcela! Cómo estás?- dijo con voz aguda.

- Hola? – respondió Marcela del otro lado de la línea.

-Soy yo, Consuelo, la prometida de Alejandro, cómo estás? – dijo eufórica.

- Ah! Bien y tú, como estás?- dijo Marcela, cambiando el tono de voz a un poco más agudo.

- Vamos a tomarnos un café?.- mencionó Consuelo- Hace tiempo quiero hablar contigo

-Sí! Vamos – respondió Marcela

El propósito de Marcela en la empresa era ese, hacerse amiga de Alejandro y de toda su familia y amigos, era una lambiscona. Desde un comienzo Alejandro no estaba contento con su desempeño y Marcela al saber de esto decidió ser la lamebotas del jefe, ganando la confianza basado en mentiras, ganando la confianza de sus cercanos, incluido el de Consuelo. 

Dime que síDonde viven las historias. Descúbrelo ahora