Inicio de una conexión

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En las mañanas Alejandro llegaba temprano a la oficina, su escritorio quedaba justo hacia la puerta, así que cuando entraba lo primero que veía eran sus ojos cafés y su sonrisa que me golpeaba como un vendaval.

-Buenos días, señora – me decía con su voz grave y un tono de humor coqueto.

- ¿Señora? – le reclamé de inmediato. – Señora mis calzones, pensé

- Señorita entonces – me dijo, mirándome fijamente a los ojos.

En ese mismo instante nuestras miradas se cruzaron y sentí dentro de mí una chispa instantánea. Sonreí tímidamente mientras ruborizaba.

Desde aquel día llegar a la oficina, era un constante coqueteo de forma sutil entre ambos, que terminaban en pequeñas bromas y conversaciones especiales.

Era ya medio día en la oficina, estábamos solas con Sandra, pues Alejandro y su secretaria Marcela pasaban el día fuera haciendo negocios y concretando reuniones.

-Vamos a estar solas parece, ¿te tinca si vamos a almorzar a otro lugar? – me preguntó Sandra

- Claro! - le respondí con una gran sonrisa. Moría de hambre, así que disfrutar de algo rico estaba dentro de mis planes.

Salimos cerca de la una de la oficina y fuimos a un local de sushi. La verdad es que comimos demasiado, cada pieza era exquisita, y aunque dejamos un par de piezas de norimaki, la verdad es que queríamos llevarlas porque sabíamos que durante la tarde nos daría hambre.

-Estos últimos días te veo sonriendo mucho, hay algo que quieras contarme? – me preguntó Sandra, mientras salíamos del local con una sonrisa de medio lado.

- Claro que no! No se, la vida es linda, esas cosas – fue lo único que se me ocurrió responderle.

- Claro! Y yo soy Demi Moore. ¡No te creo nada! Se que pasa algo y lo voy a averiguar – dijo, utilizando un tono de inspector Gadget.

Al unísono nos reímos y seguimos nuestra charla de ponernos al día.

Durante la tarde no hablamos mucho, creo que fue la comida que nos dejó satisfechas a ambas o quizás el sueño que nos dio después de almorzar. Pensábamos que nos podíamos ir temprano, pero lamentablemente llegó Alejandro, así que nuestros planes de "escaparnos" se habían truncado.

-Buenas Tardes- era la voz de Alejandro, acompañando su saludo con una gran sonrisa. – alguna novedad? – nos preguntó.

-No nada, aquí trabajando solamente - respondió Sandra.

Para ser pleno Julio, la verdad es que hacía mucho calor aquel día, en la tarde el sol pegaba directo es mi escritorio, así que decidí ir de falda, una mini negra elastizada, que quedaba apegada al cuerpo, me gustaba eso porque no se subía. Las usé con unas medias color visón, que emulaban perfectamente mi piel bronceada, con unos combat boots color negro y un sweater gris. No era la mejor tenida de oficina, pero me sentía bien, era un estilo juvenil.

Alejandro y Sandra hablaban de los diseños que debían tener listos. En ese momento salí para encender un cigarrillo, inhalando profundamente el humo y dejando que se disipara lentamente en el aire. Mis ojos se entrecerraron ligeramente mientras el humo se elevaba hacia el cielo, y por un momento estaba perdida perdida en mis pensamientos. 

Cuando estaba a punto de exhalar lentamente la último bocanada de humo sentí a alguien que venía hacia mí...

-Así que viniste de falda- era Alejandro, quién esbozó una sonrisa de medio lado mientras se apoyaba en la baranda de la terraza. 

-Sí - le respondí, con una amplia sonrisa - Hacia calor, y el meteorólogo me dijo que iban a hacer más de 20 grados, y no me mintió – le respondí con una sonrisa, haciéndole ver mi comentario sarcástico.

- jajajajaj claro! Al menos no mintió – me respondió.

Fue en ese instante en que sentí muchas cosas, mi cabeza no dejaba de pensar y tampoco podía dejar de mirarlo. Ese día algo hubo, que desde entonces la conexión entre los dos se volvió algo de rutina. Nuestros chistes, sonrisas, miradas intensas. Fue ahí cuando todo comenzó. 

Dime que síDonde viven las historias. Descúbrelo ahora