❛ EPÍLOGO ❜
18 de agosto, 1985
Merry Hills, Texas
Beverly soy yo en todo esto, por cierto. Creo que no lo había mencionado. A veces me inmerso parloteando y suelo olvidar esos detalles; pero creo que lo hice algo obvio en varias ocasiones, es decir, que yo soy Beverly en todo esto. Espero que hayas escuchado, también, la cinta que te grabé. Tiene ambos lados llenos, y elegí las canciones para que la escuches cuando sientas que tus espartanos son demasiados, porque a mí suelen ayudarme a alejar los míos.
El primer track que incluí fue Teenage Wildlife, que es algo así como una oda a la adolescencia. Es asombroso, en serio, que Bowie en esta pieza trate a los adolescentes como seres silvestres en su propio y retorcido hábitat en el cual nadie más que ellos podrían sobrevivir. Si has escuchado Heroes, en términos de estructura puede resultarte muy similar, lo cual me parece más asombroso aún si haces una conexión entre ambas canciones y decides, desde tu interpretación personal, concebir la relación tácita entre el concepto de héroes que Bowie estableció en setenta y siete y el de la adolescencia en el ochenta. Es que creo que lo lindo de la música es que todos podemos escuchar la misma canción y llegar a conclusiones adversas, porque las moldeamos a nuestro ánimo y al punto en el que el desarrollo de nuestra historia se encuentra. Bowie, por ejemplo, desglosa el amor como un acto heróico en Heroes; pero Teenage Wildlife es diferente. Su composición es más críptica, y sus palabras como autor al respecto, limitadas. Así que quiero creer que debo entenderlo desde la obstinación de los adolescentes que vivimos como si la vida entera rindiera un día, porque así es como nos hacen sentir las demás especies intrusas en nuestro hábitat, y porque eso es lo que nos hace los salvajes, los paralelos a los héroes; los villanos. De eso hablé en mi ensayo para la clase de español del otro día, que consistía en analizar la letra de nuestra canción preferida, y saqué un sobresaliente. Espero que te parezca tan interesante como a mí, porque es todo lo que puedo pensar hoy, en mi decimoséptimo cumpleaños, y en serio no comparto estas cosas con nadie, en parte por vergüenza y en parte porque si hay algo a lo que le tengo más miedo que a morir de tristeza, es a ofender a David Bowie y su arte.
A propósito, hoy es mi primer cumpleaños sin mi hermano, pero no sólo porque al pastel ya no le caben tantas velas como lo había pronosticado el año anterior. Esta vez se debía a que lo castigaron con sentencia de exilio en San Antonio por un tiempo indefinido, lo cual a mí se me asemeja demasiado a cuando papá me dijo que comenzaría a reemplazarlo en el bar «a partir de mañana». Me pregunté si él ya había soplado sus velas, y eso me deprimió por un momento. Yo pude elegir el pastel esta vez, sin embargo. Lo elegí de zanahoria con nueces, porque es mi favorito, pero nunca imaginé que mi pastel favorito terminaría sabiéndome tan amargo.
Grabé el lado A la otra noche, luego de tomar prestado la Bronco para ir al arcade por mi cuenta y derrotar la puntuación del Frogger que Mick y yo firmamos como «JAGGER Y HILLS». Cuando rebasé nuestro récord con una puntuación de 811,089, lo registré bajo el seudónimo «CARRIE WHITE». A decir verdad, creo que sólo lo hice con la esperanza de que algún día Mick Marvin fuera al arcade a jugar Frogger y entendiera la referencia y pensara en mí, especialmente si estaba allí por una cita. Luego, cuando se murió, ese deseo fue sólo una de las mil cosas que los espartanos bramaban como un himno de guerra mientras se acercaban a mí, así que le pedí a papá que me sacara del hospital, «¡a donde sea, maldita sea!», le grité, y tuve otra de estas rabietas terribles en el asiento del copiloto. Todo lo que podía pensar era que yo lo había matado, igual que como maté a mi madre; mi madre muerta. Sé que debí haber ignorado a Michelle y decirle a alguien que ese chico tenía un arma. Es por eso que nunca diría que Terrence Hughes mató a Mick Marvin; porque realmente fui yo.
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Uno es multitud #PGP2024
Teen FictionEs 1984 y Beverly Kane está convencida de que sus sobrecargas sensoriales derivan en desastres telequinéticos. Beverly tiene dieciséis años y tendrá que bregar con una serie de dilemas que implica la búsqueda de todos los plurales que la componen, a...