Capítulo 10: Al borde del abismo

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Hello people!!

Tengo insomnio, un shock de inspiración y ganas de escribir otro capítulo de "Still there for me". ¿Resultado? Casi 7k de palabras, donde mis bebés oscilan entre la angustia, el drama, el dolor y al final... una luz de esperanza de un futuro hermoso ^^

Este fic es difícil de escribir, me disculpo si las actualizaciones son lentas :c Ya vamos más o menos a la mitad de la trama, así que cualquier sugerencia o pedido que quieran darme/hacerme será más que bienvenido ^^ Si va de acuerdo al argumento principal, estaré encantada de añadir cualquier propuesta.

Capítulo largo, tómenselo con calma ^^

¡Muerte a Josh! *con pancarta en mano*

Gracias por sus lecturas, votos y comentarios <3 ¡Los amo!

Actualizado 06/07/2024

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Capítulo 10: Al borde del abismo

Cuatro años atrás...

La habitación compartida por los mellizos Verstappen, era un microcosmos de sus personalidades divergentes. En un lado, el espacio de Liam, ordenado y meticuloso, con libros apilados prolijamente en el escritorio y posters de bandas de rock decorando las paredes. En el otro, el caos controlado de Max, con ropa esparcida por el suelo, videojuegos desparramados y dibujos a medio terminar sobre la mesita de noche. Un dulce santuario de su plena adolescencia, que ahora parecía teñido por la oscuridad.

Liam observaba en silencio a su hermano mellizo, notando la rigidez en su espalda, la tensión en sus hombros y el vacío en su expresión. Max estaba recostado boca abajo sobre su cama, con los auriculares puestos a todo volumen, como si quisiera ahogar el mundo exterior. Su rostro, antes tan expresivo y lleno de vida, ahora era una máscara en blanco, tan desprovisto de emoción que parecía irreal.

El cambio en él había sido tan abrupto y radical, que a su mellizo le costaba creer que se tratara de la misma persona. Hace apenas dos años, Max era un torbellino de energía, un chico bromista, juguetón y risueño, siempre dispuesto a hacerle alguna travesura o a molestarlo con sus comentarios sarcásticos. Sus carcajadas resonaban en la habitación, llenándola de una alegría contagiosa. Ahora, en cambio, era un ser retraído, asustadizo y distante, que apenas se dignaba a dirigirle la palabra. Sus ojos, antes tan brillantes y llenos de vida, ahora parecían apagados, como si una sombra oscura se hubiera posado sobre ellos.

Liam se acercó a la cama con cautela, como si temiera asustar a un animal herido.

—Max... —lo llamó en voz baja, la preocupación evidente en su tono—. ¿Podemos hablar?

El rubio se quitó los auriculares con un movimiento brusco, pero no se molestó en girar el rostro para verlo. Se limitó a responder con un gruñido, como si la mera idea de interactuar con su hermano le resultara agotadora.

—¿Qué quieres? —preguntó con un tono de voz frío y distante, que hizo que a Liam se le oprimiera el corazón.

—Quiero saber qué te ocurre —declaró éste, sentándose en la orilla de la cama, su voz llena de preocupación—. Hace meses que estás actuando raro, ya ni siquiera quieres hablar conmigo. ¿Acaso ya no confías en mí?

Max se incorporó lentamente, apoyándose en sus codos y clavando en él unos ojos vacíos que reflejaban un dolor insondable.

—No me pasa nada, Liam —respondió con voz monótona, como si estuviera recitando un guión aprendido de memoria—. Sólo aléjate y déjame en paz.

Still there for me (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora