Capítulo 11: No me ames...

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Hello people!!

Siendo las 01:30 h donde vivo, les traigo actualización de "Still there for me". Estoy muriendo de frío, mis manos literal se sienten congeladas, pero la inspiración llegó de golpe y ni de broma desaprovecharía la oportunidad de terminar un nuevo capítulo.

Es una actualización agridulce como de costumbre, pero esta vez está más inclinada hacia lo dulce ^^ Hubieron escenas que disfruté muchísimo escribir, pero otras machacaron sin piedad mi pobre alma :c

Como siempre, les agradezco un montón por todo su apoyo. Me hace muy feliz ver como crece el número de lecturas y de votos, sonrío como boba cada vez que leo algún comentario nuevo. De verdad los adoro un montón, muchísimas gracias por estar ahí y disfrutar de esta historia ^^

Actualizado 17/07/2024

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Capítulo 11: No me ames...

Cuatro años atrás...

El chirrido de la puerta al abrirse resonó en la casa vacía, un sonido que pareció amplificarse en la quietud de la mañana. Liam, con quince años y una mochila colgada al hombro, entró con cautela, extrañado por la ausencia de cualquier sonido. Un silencio sepulcral reinaba en la casa, un silencio que le erizó los vellos de la nuca.

Subió las escaleras hacia su habitación compartida con su mellizo, pero al pasar frente al cuarto de sus padres, un sonido lo detuvo en seco. Eran susurros, frases apenas audibles, pero cargadas de una tensión que lo dejó estático en su lugar. La voz de su padre era inconfundible, su tono amenazante enviando escalofríos a través de su espalda. Pero lo que realmente lo heló hasta los huesos fueron los sollozos ahogados que se mezclaban con las palabras del hombre, sollozos que parecían provenir... de Max.

Paralizado por el miedo y la curiosidad, el chico se acercó a la puerta, su corazón latiendo como un tambor en su pecho. Contuvo la respiración y entreabrió aquella placa de madera, sólo lo suficiente para poder ver lo que ocurría en el interior.

La escena que se desplegó ante sus ojos, lo dejó sin aliento.

Su padre yacía sobre su hermano, ambos en la cama. Su mellizo estaba desnudo, su cuerpo delgado y vulnerable contrastaba con la figura corpulenta y dominante del mayor. Los sollozos de Max se mezclaban con los gruñidos de Josh, creando una sinfonía de dolor y humillación que se clavó como un puñal en el corazón de Liam.

Retrocedió horrorizado, incapaz de creer lo que estaba viendo. La imagen de su padre, el hombre que se suponía debía protegerlos, abusando de su hermano, era una aberración que su mente se negaba a aceptar. Sintió náuseas, un nudo de asco y rabia formándose en su garganta.

Las súplicas de Max, sus gritos ahogados pidiendo que parara, que le estaba haciendo daño, resonaban en sus oídos como un eco macabro. Quería gritar, quería correr a ayudar a su hermano, pero el miedo lo paralizó. El miedo a su padre, a su ira, a su poder, lo dejó inmóvil, impotente.

Huyó de la casa, corriendo sin rumbo fijo, sus pulmones ardiendo, sus piernas temblando. Corrió hasta que ya no pudo más, hasta que se desplomó en el suelo, en un parque solitario, lejos de la casa que ahora se sentía como una prisión.

Allí, oculto entre los árboles, dejó escapar un grito desgarrador, un grito desesperado que nació en las profundidades de su ser. Las lágrimas brotaron de sus ojos como un torrente, un río de dolor y desesperación que amenazaba con ahogarlo.

Still there for me (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora