Still there for me (Chestappen)

Capítulo 14: Fénix

Hello people!!

Bajen sus armas!! Tengo una explicación para justificar mi tardanza, lo juro.

Bloqueo de escritor. Simple, cruel, y jodido, bloqueo de escritor.

Pero logré salir de él, después de semanas intentando plasmar cómo exactamente quería que quedara este capítulo. Y aún así hay partes de el que no me convencen para nada :'c

Spoiler: bienvenidos al capítulo más bonito que leerán en este fic. Disfrútenlo, porque a partir de aquí el descenso al abismo en la vida de Max es inminente.

Muchas gracias por todo su apoyo!! Me llena de un sentimiento tan bonito leer sus comentarios, ver sus votos, notar cómo sube el contador de lecturas. Los amo!!

Actualizado 12/10/2024

* * * * * * * * * * * * * * * * * * * *

Capítulo 14: Fénix

La noche es todo un desafío para Max, con sus fantasmas internos asechándolo y las dudas sobre su futuro junto a Sergio impidiéndole dormir. Se cuestiona una y otra vez si su decisión de pedirle que leyera su diario fue la correcta, comenzando a inquietarse profundamente ante las posibilidades. «¿Y si se asusta? ¿Y si se aleja de mí?» La estabilidad del rubio se tambalea peligrosamente a medida que pasan las horas, meciéndolo al borde de un abismo en el que aguardan pacientes sus propios demonios.

El tiempo se arrastra como un peso muerto, cada segundo más lento y angustioso que el anterior. El pánico se apodera de él, llenándolo de un frío gélido que le cala los huesos y le aprieta el pecho como un puño de hielo estampándose justo en el centro de su corazón.

Se levanta de la cama y comienza a caminar de un lado a otro de la habitación, como un pobre animal enjaulado que añora una libertad que no llegará jamás. Su mirada se pierde en la ventana, donde la noche se extiende como un manto oscuro y sin estrellas. No hay luna, no hay luz, solo una vasta extensión de vacío que refleja su propio estado de ánimo.

Se traga el nudo que se ha envuelto en su garganta, inhalando profundo y exhalando despacio para intentar calmar su ansiedad. Posa sus manos sobre el cristal y apoya la frente contra la fría superficie, mordiéndose los labios para mantener a raya el raudal de sollozos de frustración que están a punto de escapársele. Inhala y exhala de nuevo, atrayendo a su mente la imagen de Sergio; la bondad en su mirada, la calidez de su toque, la suavidad de sus labios, el murmullo de su voz... Checo es todo lo que está bien en su vida, la idea de perderlo siendo tan insoportable de aceptar que lo sofoca.

—No me odies... no me odies... no me odies... —implora en un trémulo susurro, sus ojos ardiendo por culpa del llanto apenas contenido—. Te lo suplico, Sergio... no me odies...

Pero en medio de la bruma de desesperación, en su mente brilla un recuerdo reciente.

«Max, mírame. Nada de lo que pueda leer en ese diario, cambiará lo que siento por ti. Te amo, como jamás creí poder amar a alguien, y eso es algo que ninguna situación, por más terrible que sea, podrá cambiar.»

Max cierra los ojos, aferrándose a esas palabras como un náufrago a un salvavidas. Respira hondo, intentando calmar el latido frenético de su corazón.

—Sergio me ama —se convence, alejando a sus fantasmas con la visión de esos cálidos ojos marrones observándolo con adoración—. Él no se irá... no se irá...