Capítulo 13: Querido Diario...

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Hello people!!

Son las 02:50 h y para variar estoy con insomnio. Excusa perfecta para escribir, porque al parecer a mi musa le gusta emerger durante la madrugada jeje.

Lo digo a menudo en este fic, pero... capítulo difícil, con temas delicados y no apto para personas emocionalmente frágiles. Creo que debería poner una advertencia, casi todos los capítulos a partir del seis son así...

Gracias por todo el apoyo que le dan a la historia, cada vez se unen más personitas a leerla y eso me emociona un buen. ¡Los amo! Por favor, no dejen de hacerme saber qué les está pareciendo, ¿sí? Sus comentarios me dan vida, tanto como sus votos y lecturas ^^

Actualizado 31/08/2024

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Capítulo 13: Querido Diario...

El tiempo en el hospital se extiende para Max, pero no por su estado físico, que ha sanado por completo, sino por las profundas heridas que aún laceran su mente. Los médicos, conscientes de la gravedad de su intento de suicidio y del trauma subyacente, recomiendan su traslado al área de psiquiatría. Allí, bajo la atenta mirada de un psicólogo y un psiquiatra especializados en casos de depresión infantojuvenil, el joven neerlandés comienza un arduo camino hacia la recuperación emocional.

Las sesiones de terapia se convierten en su rutina diaria, un espacio seguro donde puede explorar los rincones más oscuros de su mente, desenterrar los demonios que lo han atormentado durante años y enfrentarlos con la ayuda de profesionales. La medicación, cuidadosamente recetada, actúa como un bálsamo para su alma herida, calmando la ansiedad y la desesperación que amenazan con consumirlo.

El psicólogo, con su paciencia y empatía, guía a Max a través de un laberinto de recuerdos dolorosos, ayudándolo a reconstruir el rompecabezas de su pasado. Poco a poco, las piezas encajan, revelando una infancia y adolescencia marcadas por el abuso sexual a manos de su propio padre. La exteriorización de su propia verdad golpea a Max con una fuerza brutal, despertando una oleada de emociones que creía enterradas: vergüenza, culpa, rabia, impotencia.

—¿Por qué no lo denunciaste, Max? —pregunta el psicólogo con delicadeza, la inflexión en su voz cautelosa y suave.

Éste aparta la mirada, las lágrimas amenazando con desbordarse.

—Por miedo —susurra, su voz quebrada por el dolor—. Miedo de que nadie me creyera, miedo de que me culparan, miedo de que todos se burlaran de mí al saberlo.

El hombre asiente con comprensión, reconociendo el peso de su silencio.

—Es repugnante —continúa Max, su voz cargada de desprecio—. No quiero que nadie más lo sepa, no quiero que me vean como... como un monstruo.

—No eres un monstruo, Max —replica el mayor, negando con la cabeza—. Eras un niño, no había forma de que pudieras impedirlo. Tú eres la víctima, quien merece justicia.

Pero el rubio se niega a escuchar, el miedo paralizándolo.

—No puedo —dice con desesperación—. No puedo enfrentarlo, no puedo hablar de ello.

El psicólogo, consciente de su resistencia, decide cambiar el enfoque.

—¿Y Sergio? —inquiere con suavidad—. Él merece saber la verdad.

El joven se estremece ante la mención del mexicano, el terror apoderándose de él.

—No, no puedo decírselo —se niega rotundamente, sus manos comenzando a temblar—. Se asustará, me dejará. No quiero perderlo.

Still there for me (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora